Los servicios institucionales se convierten en parte del sentido de identidad y pertenencia para los estudiantes, ya que son procesos de intercambio, producción, consumo simbólico, interactividad, entre otros, esto llega a posibilitar que la práctica del estudiante sea más significativa a través de la asimilación de valores y comportamientos sociales. Lo anterior debido a que las instituciones se convierten en sistemas que ofrecen respuestas a las demandas sociales en temas de educación y que, si bien velan por el cuidado pedagógico, también es de suma importancia cuidar su filosofía de vida, provocando un entorno de aprendizaje más práctico para los alumnos. 

Parte de los servicios que se plantean son los procesos de admisión, las aulas, los talleres y el equipo tecnológico que se utiliza en las asignaturas; el trato y vínculo de los estudiantes con los académicos, las asesorías, las tutorías, la calidad de las cátedras, el préstamo de equipo y espacios, las áreas deportivos, las posibilidades extracadémicas, entre otras, se convierten en identidad y pertenencia, ya que forman parte de los sistemas educativos, es decir, de la cultura organizacional que favorece la cimentación de la institución que permea en las personas. Por lo tanto, son significados de la interacción social a partir de un universo simbólico representado en valores, creencias y objetivos; se guía la forma de actuar, esto se convierte en el gran diferenciador de las instituciones que las hace únicas e irrepetibles. Es su esencia y razón, esto puede hacer que su misión sea trascendente. 

Los servicios institucionales que son parte de la cultura organizacional y que fortalecen en los estudiantes el sentido de identidad y pertenencia, se convierten en un elemento fundamental al ser parte de los valores que se comparten en las instituciones, viéndose traducidos en la forma de pensar, sentir y actuar, son signos que distinguen a una institución de otra. Cuidemos los servicios institucionales y hagamos una cultura organizacional de satisfacción para los estudiantes, hasta cubrir las expectativas. Esto se puede convertir en la columna vertebral que guía a las organizaciones educativas como una forma de enfrentar los retos y adaptarse a los cambios del entorno, remitiendo a la respuesta de necesidades reales. El sentir o percibir una necesidad y saberla como satisfecha puede posibilitar que las personas se sientan motivadas e identificadas, lo que crea vínculo con la institución.