Hoy, entre sonrisas de mujeres talentosas de UPAEP, me inspiré para escribir este texto. Las voces silenciadas se empoderan cada día más, mostrando inteligencia en sus acciones a través de diferentes medios de comunicación. Las redes sociales y blogs se han convertido en espacios sin censura donde se puede denunciar la violencia física, económica y psicológica que se vive en casa o en el trabajo. Esto exige que seamos responsables y éticas: no se trata de destruir a otros, sino de expresar aquello que quizás se ha callado durante meses o años, frente a las dificultades históricas que aún persisten. Si bien existe un activismo que exige cambios sociales, considero que el cambio empieza por nosotras mismas. ¿Cómo exigir si no somos capaces de ordenar nuestras vidas y entornos? No podemos descalificar ni dañar a otras personas, ni justificar malas acciones con desajustes emocionales, mentales u hormonales. Aunque esto sucede, no puede ser una constante.
En cuanto a los medios de comunicación, estos han sido fundamentales para el concepto de género, convirtiéndose en la principal herramienta de difusión. Muchos investigadores se apoyan en ellos para exponer sus textos: algunos lo hacen de manera objetiva, cuestionando y analizando causas y actores, mientras otros lo abordan como tema "de moda" con narrativas que quedan en el discurso sin aplicarse en casa, en la familia o en el trabajo. Por ejemplo, aún hay líderes que no reconocen el talento de mujeres con habilidades y competencias superiores, mujeres que pueden ser agentes de cambio y que no deberían ser silenciadas, amenazadas o amedrentadas.
Las voces de mujeres que han sido o son silenciadas están hoy más empoderadas, logrando mayor impacto y reconocimiento a través de sus logros personales, profesionales y laborales. Esto ha permitido mayor autonomía, respeto y equidad, más allá de ser una simple cuota social. El respeto íntegro debe venir tanto de hombres como de mujeres.
Mujeres, sigamos adelante, creciendo no solo profesionalmente sino también personal y familiarmente. Seamos congruentes y no nos limitemos a discursos que en la práctica distan de la realidad. Usemos los medios de comunicación responsablemente y, cuando expresemos, analicemos y cuestionemos, hagámoslo no solo desde el privilegio, sino también pensando en mujeres que se desarrollan y crecen en otros contextos.