“Aunque el reto sea organizacional el verdadero cambio siempre ocurre a nivel individual”

(Lee Hech Harrison)

Ante los nuevos tiempos pandémicos en los que nos movemos, las organizaciones no pueden considerar que nada ha ocurrido con sus culturas organizacionales.

No somos los mismos equipos ni los mismos líderes los que estamos regresando a laborar a nuestras organizaciones. Muchas de nuestras creencias como grupo social han cambiado y obviamente muchos de nuestros referentes culturales externos se han movido.

Nuestros colaboradores han dejado de poner en la cima de prioridades el tiempo dedicado al trabajo y ahora lo ocupan otras prioridades que llagaron para quedarse como:

1. La salud y equilibrio de vida
2. La proximidad y el cuidado del otro
3. La autonomía y autogestión

El líder como creador de cultura necesita revisar los valores y suposiciones básicas con las que actualmente se mueve su equipo y contrastarlas con los valores adoptados en la organización.

Una situación como la que cursamos esta reconfigurando los supuestos del trabajo y su importancia en la vida personal y organizacional.

Recordemos que según Shein (1988) la cultura de una organización se conforma de un conjunto de creencias compartidas entre los miembros de una organización y esto define cual es la mejor forma de hacer las cosas, representa algo así como la personalidad de la organización.

Estos nuevos supuestos nos obligan a reflexionar sobre las variables comunes que conforman un modelo de cultura:

• Flexibilidad vs. Rigidez
• Enfoque a resultados vs. Enfoque en las personas
• Creatividad vs proceso, entre otros…

En esta nueva realidad las culturas organizacionales poco flexibles y volcadas totalmente a objetivos o resultados pueden empezar a reformular sus supuestos ya que los nuevos tiempos reclaman un mayor enfoque en la flexibilidad y la persona.

Ciertamente para estos cambios pocas organizaciones estaban preparadas, sin embargo y a pesar de las circunstancias, el líder debe convertirse en el detonador del cambio que su organización requiere para enfrentarlos.

Aunque la prioridad para muchos en estos momentos es mantener a flote a la organización enfocándose en temas que les permitan continuar estables, debemos recordar que prestar atención a la cultura es primordial ya que forma parte de la triada que soporta el desarrollo de una organización: estrategia, estructura y cultura.

Algunas acciones primarias que los líderes pueden empezar a desarrollar son las siguientes:

1. Mantener las puertas abiertas: Hablar con sus equipos nos puede dar luz sobre:
   1. Nuevos supuestos y creencias que estén emergiendo
   2. Supuestos y creencias que continúan siendo válidos
2. Reconocer y aceptar: como consecuencia de esta pandemia cada uno de nuestros colaboradores cursa por situaciones difíciles, reconocer que esta situación permeará muchas de sus acciones nos permitirá decidir de forma adecuado los qué y los como de cada situación.
3. Cultivar la comunicación compasiva: Utilizando los tres pasos:
   1. Cómo lo veo yo/ como lo ve el otro
   2. Qué quiero/qué quiere
   3. Hacerte/Hacerme peticiones
4. Flexibilizar el trabajo: cambio en horarios, cambio en actividades, cambios en espacios, etc., etc.
5. Tomar decisiones basadas en el bien común del equipo: Ampliar nuestra visión sobre las necesidades de las personas es fundamental. “Lo que es bueno para los individuos y la sociedad acaba siendo prácticamente bueno para las empresas” (Huete y García, 2015)

Estos nuevos tiempos nos obligan a desarrollarnos, a ser creativos, a reconfigurarnos como personas y líderes, finalmente la decisión está en nosotros….