La libertad de expresión, ¿un hecho o una utopía?

08/10/2021

Autor: Francisco Villanueva Huerta

Cargo: Estudiante 1er semestre Prepa Santiago

La tecnología que tenemos alrededor nos ha hecho creer que somos dueños de todo lo que pasa por nuestra mente y sale por nuestra mano o por nuestra boca, pero de hecho esto no es así. Como usuarios de redes sociales o buscadores, somos víctimas de un “malvado” algoritmo que solo nos proporciona contenido de acuerdo a nuestros gustos. Podemos decir que es algo muy cómodo, pero la verdad es que sólo opaca nuestros pensamientos. Pero antes de hablar sobre el contexto moderno de la libertad de expresión tenemos que entender, ¿qué es la libertad de expresión?. Según (Comisión Nacional de los Derechos Humanos[CNDH],2018) “Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas, ya sea oralmente, por escrito, o a través de las nuevas tecnologías de la información;[…]" Así que teóricamente es un derecho que poseemos todos y cada uno de los habitantes de este país, sin embargo, en la práctica no es así.

Personalmente tardé mucho en darme cuenta de lo restrictivas que son las redes sociales, sólo un largo y constructivo diálogo familiar fue capaz de acabar con el letargo informativo en el que estaba sumido. Mi hermano Miguel, que parece que nació bueno para explicar, me contó detenidamente todo sobre el algoritmo usado en los sitios web. Yo, pequeño como un discípulo, recibí con asombro, pero también con certeza sus palabras. A partir de ese momento, empezó mi rebelión. Abrí Instagram y Facebook, fui a la barra de buscador y comencé a dar me gusta a cosas que ni siquiera me llamaban la atención. El intento dio resultado, de manera repentina Facebook estaba como loco, me recomendaba grupos lgbt, grupos marxistas, grupos republicanos, grupos de monárquicos o grupos de ateos. De esta manera rompí el algoritmo de Facebook, pues ya no sólo llegaba lo que me gustaba, sino que abrí mi mente a muchas más cosas. Ciertamente mantuve mis convicciones, pero las nutría y ya no pensaba de manera opaca como antes. Tenemos que hacer esto y liberarnos, pues México es un país ya muy dividido. Nuestra división se nota en las noticias. Ayer marcha pro vida, hoy marcha pro aborto, historiadores criticando al indigenismo, historiadores criticando al hispanismo. Estamos tan ocupados en nuestra lucha interna que no podemos unirnos en una causa común para buscar soluciones a los problemas actuales. Y esa división no es nueva, de hecho estamos así desde que ganamos nuestra independencia de España. Parecería que no puede ser peor, pero a esta división se le suma el clásico problema de la censura secreta por parte del gobierno. Este problema siempre ha estado presente en todos los países, pero en México es muy perceptible. En la década de los veinte tenemos los primeros ejemplos. Plutarco Elías Calles era un presidente llevado al poder por la Revolución, tenía muchos partidarios y muchos enemigos, los cristeros pertenecían a los últimos. Plutarco Elías Calles se ganó su antipatía con una serie de leyes que prohibían el culto religioso. Esto llevó a un levantamiento armado en todo el occidente del país, el cual terminó sin una victoria clara para alguno de los bandos, pero de cualquier forma el gobierno comenzó a acumular más poder que nunca, la cultura mexicana de la censura había nacido. Desde ese momento, líderes religiosos, líderes sociales, periodistas y demás figuras que representaran una amenaza al partido gobernante fueron eliminadas. Con todo y lo que ha pasado, regresa una sensación de que en cualquier momento la cultura de la censura se puede volver a oficializar. Por ejemplo, en uno de sus textos sobre política(Bravo, 2021) nos cuenta sobre una propuesta del senador Ricardo Monreal. Básicamente la propuesta consiste en legalizar la regulación de las redes sociales, pues según Monreal, son un caos. Las compañías que quieran ofrecer sus redes sociales tendrían que pasar por el IFT(Instituto Federal de Telecomunicaciones), ahí pedirán permiso para ofrecer su servicio, y si son aceptados, estarían sometidas a multas y sanciones si el IFT lo cree necesario. Personalmente interpreté esto como un atentado discreto a nuestra polarizada libertad de expresión , y no dudo que muchos más hayan pensado lo mismo.

No todo está perdido, la comunidad internacional todavía tiene relevancia en el asunto. El mayor defensor del tema(Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura[UNESCO],2018] nos dice lo siguiente:

La UNESCO es el organismo de las Naciones Unidas que tiene el mandato de promover “la libre circulación de ideas por medio de la palabra y de la imagen”, por lo que fomenta la creación de medios de comunicación libres, independientes y pluralistas difundidos a través de cualquier plataforma o formato. El desarrollo de los medios favorece la libertad de expresión y contribuye al fortalecimiento de la paz, el desarrollo sostenible, los derechos humanos y la lucha contra la pobreza. Por estos motivos, la Organización milita a favor de la libertad de prensa y de la seguridad de los periodistas, y apoya el periodismo independiente basado en la ética profesional y los principios de autorregulación.

La esperanza no ha muerto, pero para mantenerla con vida tenemos que aplicar la técnica rompe algoritmos, intentar ver las problemáticas desde más ángulos y, a través de eso, fomentar la unidad para lograr una causa común que nos ayude a mejorar como país.

Lista de referencias bibliográficas