Por: R.C.P.H.
Callo, me derrumbo; me rindo ante el silencio. Callo, obligadamente guardo en mi pecho el enmudecer del tiempo. No soy yo palabra, ni verbo ni objeto, hoy soy instrumento de la eterna agonía del ruido que muere en mis labios para callar. Hoy no es mi voz ni la tuya, hoy no es grito, lamento o llanto. Hoy es la voz de los que voz ya no tiene; hoy nace y florece la voz que no pudo gritar pero exige, reclama y llora su propia ausencia. Vivimos la muerte por un minuto, el aire se nos arrebata, quedamos inmóvilmente expectantes ante la propia contemplación de nuestro rostro. Somos rostros que se identifican con las miradas que aguantan las lágrimas, somos miradas que ven a los oídos sangrar por escuchar que nadie habla. Por fracción de un instante –instante tan fugaz como el primer beso- nadamos en el recuerdo melancólico de todos los que antes estuvieron sentados frente nuestro. ¿Recuerdas cómo te veían sus ojos? ¿Ya olvidaste cómo pronunciaba tu nombre? Su perfume o su loción, su caricia o su caminar, todo lo puedes revivir por espacio de un minuto, pues no hay peor condena que callar y dejar al pensamiento libre. Es tan libre que rompe espacio y tiempo para ubicarte en la última vez que te dijo “te quiero”. Ríos y mares, callen. Ciudades y pueblos, callen. Avenidas, calles y bulevares ¡silencio! Queremos escucharlos por última vez, antes que la memoria los olvide. ¿Qué es distinto? ¿De qué sirve recordar si estamos condenados al olvido? ¿Qué es el hombre para que luche por un recuerdo? Es que todos somos recuerdo y todos somos olvido y pareciera que muerte también somos. Pero nunca olvidemos que antes de muerte y de olvido, antes de ser recuerdo, antes de todo tiempo nosotros, nosotros estamos vivos y mientras vivamos nadie será olvidado, ni recordado, ni morirá porque todos ellos, todos los que voz ya no tienen, están vivos en nuestra vida porque este vivir ya no es nuestro, es de todos y cada uno que ahora trasciende en nuestro marchar, en nuestro gritar y claramente ellos viven en nuestra solidaridad. Su rostro no se ha perdido, se ha mezclado y unido con el de miles y sus pies siguen caminando por las calles que recorremos y los obstáculos que atravesamos. Porque ellos y nosotros seguimos vivos y aunque nos digan que solo hay muerte entre nosotros, en nosotros vemos vida y esperanza, que son lo mismo en realidad. Porque somos un corazón y un espíritu que nunca termina de sorprendernos. «Somos», no hay palabra mejor para describir un minuto de silencio. No hay egoísmos ni protagonismo en el silencio; el silencio es colectivo y es lo que nunca nos quitarán, porque aún después de muertos hablamos a través del silencio. Porque aún en la indiferencia el silencio reina, y mientras triunfemos gritando en el silencio estamos vivos, al menos, por espacio de un minuto de silencio.
RECADITOS
Alex: Me siento muy contenta por ver tan unida a mi escuela, chicos no estamos solos, juntos lograremos un cambio.
Paty: Saludos a los muchachos que participan en Universidades Unidad Por la Paz.
Chris: Felicidades a los estudiantes que recibieron el premio académico Cruz Forjada, éxito y sigan dando su mayor esfuerzo.
Samantha: Saludos a las personas que colaboran en medicina deportiva.
Janette: Suerte a los muchachos que cambiaran próximamente de rotación en el laboratorio de habilidades.
Pepe: Cuidemos y protejamos a las mujeres, puesto que es lo más bello que Dios creo.
Noely: Saludos a los alumnos que de los programas online UPAEP especialmente los de la licenciatura en enfermería.
Ángel: Un saludo a mi amiga Roció Lima de la carrera de Negocios generación primavera 2017.
Cecy: Felicidades a toda la comunidad universitaria por el apoyo obtenido el jueves, realmente se vio reflejada la misión y visión que tiene la institución.
Gloria: Y esta lucha no termina aquí, todo depende de cada uno de nosotros. Seamos mejores estudiantes, mejores hijos y mejores personas.
German: Un abrazo y un beso a mi mejor amiga Cyntia Mendoza de la carrera de Psicopedagogía generación otoño 2016.
Isaias: Saludos para Nora Alcocer de la licenciatura en Gastronomía generación otoño 2017
Por: Paco Rubín
Era tejedora.
Peinaba sus cabellos con estambres.
Sus vestidos eran trenzas de hilos.
De sus aretes colgaban hebras.
Se sonrojaba colocando retazos rojos en las mejillas.
Un día despertó con hilos en lugar de venas.
Publicación a cargo de la Lic. Yolanda Jaimes Vidal, Coordinadora de Comunicación InternaGrecia Juárez Ojeda, DirectoraCristhian Adal García Hernández, Subdirector, Jefe de InformaciónJesús Del Pozo Sotomayor, Jefe de FotografíaEric Contreras Santos, Jefe de Fotografía DeportivaArlette Sánchez Santos, Editora
ReporterosDafne Ixchel Agüero Medina, Jefa de Sección/CulturaGibsy Sagrario Gonzalez Garcia, Reportera de Proyectos de Impacto Social
OpiniónGrecia Juárez Ojeda, ColaboradoraCarolina Méndez, ColaboradorItzel Reyes Camargo, ColaboradoraRoberto Carlos Pérez Hernández, ColaboradorCristhian Adal García Hernández, ColaboradorJesús Del Pozo Sotomayor, ColaboradorRocio García González, ColaboradoraDiego Efrén Torres Fernández, Colaborador
Diseño y Edición GráficaMa. Fernanda Bretón Vega, CoordinadoraMayra Renne Beltrán Garay, Jefa de DiseñoAmanda Jimenez Cardenas, Jefa de DiseñoMaria Teresa de Jesus Guendulain, Jefa de DiseñoAzalea Hernandez Morales, DiseñadorAzalea Hernandez Morales, Maria Jose Guitierrez Arcega, Miguel Lopez Rosete, Aldo Arturo Gonzalez Ávalos, Rose Mary Susana Figaredo Ilustradores
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