En los días previos al 8 de marzo, las publicaciones alusivas al día empezaron a llenar mi inicio, entre ellas una de la iniciativa creada por un grupo de mujeres de la industria audiovisual llamada Ya es hora, la cual, entre sus principales ejes, incluye el de la representación de la mirada femenina dentro de las narrativas.

Esto me llamó la atención porque es cierto que dentro de los productos audiovisuales que consumimos pocos son creados por mujeres, pero más allá de eso (que ya lo hemos hablado en otras ocasiones) parte del problema es la forma en que se retrata a las mujeres ya sea en películas, series o programas de televisión. Basta con echar un vistazo al cine comercial mexicano que ha estrenado títulos como Cásese quien pueda, Lo más sencillo es complicarlo todo, Solteras, La boda de Valentina o Hasta que la boda nos separe, la mayoría de ellas teniendo como problema central de sus protagonistas femeninas la necesidad de casarse o conseguir una pareja.

El retrato es así: mujeres de entre 27 y 35 años que empiezan a ser consideradas por su círculo cercano como “quedadas”, mujeres cuya máxima aspiración es matrimoniarse y tener una boda perfecta o mujeres que compiten entre ellas mismas para conseguir el afecto de un hombre; todo esto, como si en la vida de una mujer no pasaran otras cosas, no tuvieran otras aspiraciones, no tuvieran otras preocupaciones que conseguir un marido o un novio. Ya no se hable siquiera de poner a mujeres más allá de los 40 en un protagónico, pues la juventud es otro de los requisitos para serlo.

Por eso es que cuando leí esto de  hacer “más historias desde nuestro punto de vista” me hizo todo el sentido del mundo, porque cuando una directora, por ejemplo, es quien toma las decisiones, desde el guión, hasta la producción, se hacen retratos más cercanos a quienes somos. Para muestra, podríamos hablar de Las niñas bien de Alejandra Márquez, que si bien  trata temas parecidos superficialmente a los de las películas que ya mencioné, ella se toma la libertad de hacerlo desde una mirada crítica pero comprensiva en la que muestra otro tipo de preocupaciones femeninas, o en otro ejemplo, solo por dar más variedad y ponernos menos serios, menciono a la icónica Chicas pesadas, que si bien no estuvo a cargo de una directora, su guión fue escrito por Tina Fey.

Esto no quiere decir que todas las miradas masculinas sean erróneas, porque también ellos han propuesto actrices para interpretar personajes pocas veces representados por ellas, como el caso de La viuda, una película de suspenso que cuenta la historia de dos mujeres, una joven y la otra jubilada, cuya amistad comienza a tornarse extraña luego de algunos sucesos peculiares. Lo interesante de esta, es que cuenta una situación de hostigamiento en el que los motivos de género no tienen nada que ver.

 La poca representación está todavía en los sectores que queramos imaginar. El audiovisual es uno muy importante porque se trata de los productos culturales que consumimos y producimos, por lo que darle más variedad de miradas también puede contribuir al cambio que estamos buscando.