Noche a noche pasamos por un trance reconfortante. Nuestro cuerpo adopta la estática de la muerte, nuestro cuerpo rígido imita o, mejor dicho se prepara para el minúsculo espacio del ataúd. Dormir es la preparación inconsciente para el paso hacía la inmortalidad.
Pero, a pesar de que exteriormente hay una aparente pasividad, intrínsecamente hallamos un cosmos de realidades dentro de la psique de la persona. El trance entre la vigilia al sueño, del sueño al amanecer nos dota de especial fascinación y procrea las más hermosas y profundas preguntas en torno al misterio de nuestro mente.
Es pues, evidente que en los sueños canalizamos, con todas las fuerzas, sin distracciones ni especulaciones, nuestras fuerzas, ilusiones y razón. Pero ¿realmente es así? ¿Hay racionalidad en el sueño? En el sueño ¿Hay verdad? Por lado es verdad, los sueños no son reales, son producto del inconsciente pero, son reales en tanto que suceden, son. Reales porque suelen ser expresión del espíritu inquieto del hombre el cual, quizá en sueños obtiene las cualidades necesarias para encontrarse con la verdad que hay en él.
De ahí que pienso correcta describir como soñadores a todos aquellos que buscan respuestas, siguen ideales o dejan todo por dedicarse a la investigación del mundo, del mundo metafísico, espiritual y hasta religioso. El sueño de los soñadores evoca el más puro propósito del hombre: ser feliz.
Sin embargo, a las preguntas iniciales ¿Los sueños son reales? ¿A qué referimos como realidad? ¿Realidad o realidades?
La presencia de lo real en el mundo puede provocarnos un sinfín de dudas. Conozco el caso de personas que han caído en la desesperación por no conocer lo que realmente es real en la vida. ¿El amor es real? ¿Mis palabras son reales? ¿Yo soy real? A medida de la historia de la filosofía es inevitable toparnos con al menos una de estas preguntas. Los filósofos modernos como Descartes han afirmado la realidad del yo. Yo soy real porque pienso (el famoso cogito ergo sum; pienso, luego existo). Otras filosofías en cambio, como la hinduista sostiene que toda la realidad es el sueño de Krishna. De nuevo regresamos al sueño.
Para algunos, el sueño es una trampa para otros la respuesta a la comprensión del universo. Quizá podamos quedarnos por ahora con las palabras de Calderón de la Barca:
Que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.
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