Sin duda la pérdida de un ser querido es el comienzo de una larga travesía de reconciliación consigo mismo y de una desesperada necesidad de no olvidar el rostro, la voz y las acciones que aquella persona hacía en vida. Algunos dicen que la verdadera muerte de una persona sucede cuando esta es olvidada. Pensemos por unos instantes, nosotros no somos más que olvida. Dentro de tres o cuatro generaciones nuestro nombre será el recuerdo de un anciana sentado en la esquena del sofá, de aquel que vive en el asilo o aquel que duerme tranquilamente bajo una losa de cemente y una cruz oxidada.
Bien decía Martin Heidegger, somos seres para la muerte. Nuestro destino certero es la morir, de lo único que no escaparemos, donde la libertad agacha la cabeza y la voluntad se dobla. Morir no es más que cumplir la condena de estar vivos.
Estas últimas semanas partieron dos grandes íconos de México. José José y el gran Miguel León Portilla.
León Portilla, un gran hombre de espíritu noble y destreza mental rescató o mejor dicho, nos ayudó a redescubrir el pasado de México. Historiador, filólogo y filósofo serán las tres grandes categorías por las que él pasará del olvido a la recuerdo de un pueblo que le agradece defender el pensamiento de su tierra.
León Portilla en una vasta bibliografía demostró como los pueblos originarios tenían un ejercicio filosófico potente. El hombre siempre estará inmerso en un mar de dudas y sorpresas, no es ajeno al hombre reflexionar sobre el destino de su vida y de su muerte. De los fenómenos sociales como la política, la religión y la naturaleza. En los poemas nahuas encontramos un sinfín de preguntas y algunas respuestas nostálgicas sobre el significado de todo lo que le rodea.
Lamentablemente mucho de este conocimiento prehispánico ha quedado en el olvido o simplemente queda en el desinterés. Algunos intentan recuperar algunas nociones sobre el pensamiento prehispánico pero, debemos admitir que estos intentos se han convertido en banalidades turísticas.
Es importante hacer una relectura de nuestro pasado y descubrir que no solo el lenguaje de los antiguos está en nuestra charla cotidiana. Para Miguel León Portilla existe un espíritu prehispánico vivo en el México actual.
¿Podremos descubrirlo?
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