Un paquete desconocido llega repentinamente a las manos de Susan Morrow (Amy Adams), una dealer de arte que a pesar de vivir rodeada de lujos, no logra ser feliz. Cuando intenta abrirlo, se corta uno de sus dedos y empieza a sangrar; es una advertencia de que el contenido va a ser doloroso de una forma que no imagina.

Dentro, se encuentra el manuscrito de una novela titulada Animales nocturnos, escrita por su exesposo, a quien abandonó después de hacerle algo “horrible” 20 años atrás, que le ha dedicado el libro y le pide su opinión. Es así como durante los días y noches siguientes, Susan empieza a leer el relato desgarrador de un hombre que perdió a su esposa e hija, de la manera más frustrante: sin poder defenderlas, pues el miedo lo paralizó frente a tres hombres que salieron de la nada.

La segunda película de Tom Ford saca a relucir las secuelas que dejan las relaciones inconclusas del pasado, el propio director ha mencionado que habla de lo que sucede cuando dejas ir a alguien importante de tu vida, pero también le agrega elementos autobiográficos que se ven reflejados en el estilo de vida de su protagonista, una mujer rodeada de opulencia, (posee una escultura de Jeff Koons en su patio, por ejemplo), amistades cuya mayor preocupación es la apariencia física hasta el punto de llegar a la distorsión, y conversaciones que cada vez parecen volverse más banales.

Dentro de su insípida vida, la novela que le ha enviado su exesposo, Edward (Jake Gyllenhaal), junto con la posibilidad de volver a verlo, supone una pequeña esperanza, ya que él representa el componente creativo al que alguna vez renunció (de estudiar arte, pasó a ser quien lo comercializa), cuando decidió asumirse a sí misma como víctima de la rígida educación que su madre le dio, a pesar de luchar contra la idea de acabar siendo como ella, pero más tarde descubre que tenía razón y su relación no tuvo futuro porque a él le hacía falta carácter.

Sin embargo, a medida que Susan sigue leyendo la historia, empieza a sentir en carne propia la angustia del personaje de Tony, y entonces, aquel hombre que consideró sensible, empieza a sofocarla a través de su relato, que fue enviado a ella solo para hacerle saber cómo se sintió cuando lo dejó y dio por terminada la familia que pudieron haber tenido; de ahí que Jake Gyllenhaal interprete a los dos personajes, y la esposa, en el relato, comparta características físicas con Susan.

En esta historia las obras de arte son reveladoras, tanto la novela, como las otras piezas que aparecen en distintos momentos, uno de ellos muy importante, cuando en la galería aparece un cuadro con la palabra “revenge” en letras grandes, que refuerza uno de los temas de la película y el motivo por el que Edward mandó su manuscrito en primer lugar. Otro de ellos, es cuando, dentro de la casa, se deja ver una pintura con una escena similar a la del final de la novela: un hombre apuntándole a otro con una pistola, en medio del campo.

Animales nocturnos es el regreso de Tom Ford al cine después de siete años, su primer trabajo fue Un hombre solo (2009), y lo hace con un largometraje agitador desde el momento en que inicia con un performance que quizá refiere a los excesos, lo es también por la forma en que decide concluirlo, pues al final, los dos hombres que hemos visto a través de la ficción y en flashbacks, dan por terminadas su facetas de debilidad, el primero sucumbiendo después de cobrar venganza, el segundo, sin presentarse al encuentro y dejando clara su capacidad de provocar sentimientos lacerantes.