Contra las almas tibias

De nuevo me encuentro ante una fatalidad: el tiempo se agota sin embargo, el tiempo es el mismo que de nuestros ancestros. Vivimos en un tiempo que muere y que comienza. El año nos enfermó con la memoria de un pasado que asecha en las sombras del recuerdo para saltar fugitivo ante nuestra espantosa realidad.
Por si fuera poco, para turbar mejor un poco más mi existencia, me encuentro ante el desgaste de letras de mi tocayo el cual, como buen curandero de almas que pretende ser, nos ofrece una receta de orden místico espiritual para sanar y cerrar las heridas hechas en un año.
Como sea, el pensamiento que desde hace unos días viene rondando mi mente y angustia mi alma se concretó en este tipo de pensamientos. Realmente hay una buena intención en querer pensar, en razonar sobre el mundo y sus mundos es decir, en la persona misma. Aunque no me gusta su pluma, tengo que reconocerle el punto de querer indagaren el pensamiento crítico o, al menos, en lo que sería un intento de.
En realidad, la guerra de las almas está en saber y querer saber. En buscar más allá de su propia apariencia. No obstante, hay persona que, por mucho que se les interrogue, cierran su corazón, lo endurecen como roca para no abrirse a una posibilidad distinta a la suya. Se creen autosuficientes, se sienten dueños de sus pensamientos, caminan entre las calles de una ignorancia no reconocida y por si fuera poco, son ciegos en opiniones y mudos en criterios propios.
Las almas tibias son y no son. Son tibias pero no son almas. Son una roca, un vegetal cuya sensibilidad está en función al sol y la luna. Distinguen la noche por la obscuridad y no por sus miedos, reconocen el día no por la luz sino por el calor de sus placeres. Los tibios son indomables, casi salvajes pues viven en una ley natural vuelta hacia la selva de la convencionalidad. Son las almas tibias aquellos con rostro de amigo, de padre o madre, de compañero y hasta de maestro. Nadie se escapa de caer en la tibieza.
Tibios, tibios, pobres de ustedes. Tibios, tibios, tiene esperanza. Abrid su mente y su corazón al diálogo, a la argumentación y a poner en duda lo que conocen.
Cerremos este año odiando la tibieza y amando el calor de las almas. Pocos son los que han abierto su ser para entrar en el Ser. Naturalmente, yo no soy uno de ellos.

DIRECTORIO

Publicación a cargo de la Lic. Yolanda Jaimes Vidal, Coordinadora de Comunicación Interna
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Reporteros
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Opinión
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Cristhian Adal García Hernández, Colaborador
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Azalea Hernandez Morales, Maria Jose Guitierrez Arcega, Miguel Lopez Rosete, Aldo Arturo Gonzalez Ávalos, Rose Mary Susana Figaredo Ilustradores

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