Esteban Gatica Vázquez

La cosa perdida es un cortometraje dirigido por Shaun Tan y está basado en el libro ilustrado que lleva el mismo nombre. Dicho cortometraje fue premiado en 2011 por la Academia con el Oscar a Mejor Cortometraje Animado. El nombre del corto hace alusión a la anécdota principal del corto: un chico descubre una criatura extraña en la playa. Al verla, decide ayudarla porque deduce que la criatura está perdida y no sabe a dónde ir. 

El cortometraje sigue un orden lineal y está narrado en primera persona. La historia sucede en una gran ciudad donde la mayoría de las personas parecen interesadas sólo en lo que están haciendo y no muestran interés en mirar todo aquello que los rodea. Esta es una razón por la cual existen una gran variedad de cosas perdidas en la ciudad, pero nadie se molesta en preguntar por ellas o investigar de dónde vienen. 

La paleta de colores en el cortometraje está conformada por tonos apagados y haciendo variaciones entre el gris y pequeñas tonalidades oscuras de verde y café claro. Estos colores están pensados para usarse dentro del corto debido a que son un reflejo de la personalidad desinteresada de la gente. Esto lo podemos comprobar en distintas escenas: cuando los padres del protagonista muestran una actitud desinteresada al ver que su hijo quería ayudar a la criatura, o cuando muestra su desubrimiento a un amigo el cual apenas muestra asombro o curiosidad. 

Aunque al principio no lo parezca, mientras más avanzamos en la historia, nos damos cuenta de que la criatura que encuentra el protagonista no es la única cosa perdida en la ciudad, existe una gran variedad de criaturas extrañas las cuales se encuentran esparcidas por las calles. El problema es que estas extrañas cosas permanecen perdidas, aisladas, quizás esperando ayuda de alguien. Sin embargo, todos los habitantes de la ciudad están ocupados en cosas más importantes y no las voltean a ver. 

A lo largo de la historia también nos damos cuenta de que, quizás, la criatura no está perdida por ser diferente físicamente al resto de los habitantes. Tal vez es un contraste con una sociedad homogénea y sumida en la monotonía. La criatura (una especie de cafetera de color rojo con tentáculos y engranajes) es alegre, curiosa, llena de energía y repleta de colores llamativos que no hacen juego con los demás habitantes. Quizás sea ésta la razón por la cual no pertenece a este sitio, quizás pertenezca a un lugar que tenga más vida. Al final de la historia el protagonista podrá conducir a su nuevo amigo al lugar al que pertenece: un callejón que, en realidad, es una puerta a un mundo de colores vivos, lleno de empatía y de música.

La cosa perdida es más que un simple cortometraje lleno de misterios e incógnitas recurrentes. La historia nos hace ver cómo en ocasiones estamos demasiado ocupados realizando actividades que consideramos muy importantes y no nos detenemos a mirar aquello que nos rodea. También es un recordatorio que lo diferente es aislado en una sociedad que nos forma para pensar de la misma forma que la mayoría. Quizás, nosotros convivimos con “cosas perdidas” que necesitan nuestra ayuda o nuestra amistad. Incluso nosotros podríamos ser los que estamos perdidos, esperando a que alguien se detenga a ayudarnos para encontrar el lugar al que realmente pertenecemos.