Por: L.c.c.Gisela Pérez Caselin 

Todo lo que has hecho en esta vida tiene más que ver contigo que con el otro. ¿Cuantas veces a través de nuestras decisiones, palabras, y acciones hemos logrado influir en alguien más? La respuesta más común será que muchas veces, pero ¿lo importante es saber con qué intención lo hacemos?.

Actualmente como sociedad hemos llegado a un punto donde la convivencia se ha vuelto demasiado tediosa, aburrida y en algunos casos, hasta imposible. Estamos en un punto donde vivimos desconectados de los demás, para enfocarnos en el YO. Sin dejar de lado nuestro amor propio, estamos en un círculo vicioso de egoísmo y falta de empatía. Si no me pasa a mi entonces no es importante.

La empatía va más allá de una palabra, es buscar el verdadero significado de la misma en la práctica, una persona empática es aquella que puede ser neutral en determinada situación, logrando una conexión con el otro y no para juzgarlo o darle la razón si no para reconocer su perspectiva.

Estamos tan acostumbrados a buscar enemigos donde no los hay, en creer que si el otro no piensa como yo entonces está mal, que nos la pasamos creando juicios y violentándonos los unos con los otros. El claro ejemplo está en la política donde importa más el color del partido que las acciones a favor de la sociedad. Somos nosotros los que debemos trabajar en la empatía con nuestros semejantes, todos tenemos necesidades, la diferencia es como las logramos satisfacer.

Empecemos a practicar ser empático cada día, con los compañeros de clase, los docentes o la familia. Llego el momento de un cambio personal, no podemos esperar que el país mejore si nosotros no contribuimos, comencemos a ver nuestras diferencias no como debilidades, al contrario, como la fuerza que se necesita para mover a nuestra comunidad por el camino del respeto, la tolerancia y la empatía.

Con la misma facilidad con la que juzgamos y emitimos juicios sin saber, ahora por que no mejor lo hacemos a la inversa, vamos a crear empatía sin conocer al otro, por el simple hecho de pensar diferente, vamos a darle la oportunidad de conocer nuestro punto de vista y conozcamos el suyo.

No olvidemos que existe un yo, un tú y un nosotros, seamos receptivos a los demás y no minimicemos sus sentimientos, sus ideas y mucho menos su dolor.