El problema de nuestros días

¿Alguna vez lo pensaste? ¿Alguna vez creíste ver en las redes el corazón palpitante de la indignación nacional? Hemos llegado la muy desgraciada expectación de la impotencia. Por fin, después de mucho pensarlo tengo si bien no las palabras adecuadas, sí la piel para sentir el dolor.

No podemos centrar nuestro odio, tampoco nuestra esperanza en –y no quiero ser insensato- en un sola muerte, en una sola víctima. En varios momentos de nuestra historia hemos sido testigos del problema más grande: la violencia. Violencia que afectó a 43 normalistas, que afectó a mujeres y niños, violencia que han vivido indígenas y que se repite en pequeñas estructuras en la familia, en el trabajo, en escuelas etc.

Despertamos día con día esperando leer o escuchar acerca de un nuevo robo, otro secuestro, otro embolsado en la autopista y muchos esperan no ser el siguiente que tengan que reconocer en una morgue, que la foto de su hija no se vea exhibida con el resto de desaparecidas en la fiscalía o que su hijo no tenga el infortunio de estar en el lugar y hora equivocado. Lo único que no discrimina hoy en día es la muerte y la penumbra. A todos nos lleva la chingada.

Mucho antes de escribir esto, me he puesto a pensar si algún día tendremos lo que se nos ha dicho que es la paz. Una verdadera, no ingenuidad ni optimismo. Desde pequeños escuchamos repetidamente que debemos “construir la paz” pero ¿qué significa esto? Hoy por hoy construir la paz solo me dice una cosa: tomar acciones para que la paz conquiste. Entendemos que lo contrario a la paz es la guerra, lo que nos resulta en ser contra la guerra, sin ser guerreros luchar contra la guerra, declarar la guerra a la guerra.

Ser actores de la paz es no conformarse con la levedad de la violencia ni con la desestima del desarrollo pues la paz en una nación se alcanza con el desarrollo de cada uno de sus individuos y la consolidación de sus corazones. Si no se enteran que son partícipes de un organismo más grande como lo es una sociedad y que son ellos hacedores de su destino no podremos consolidarnos como una nación de paz.

Lucharemos contra el avance de la guerra. Debemos y queremos ver ganado el imperio de la paz y por esto, nosotros somos y debemos ser pacificadores. Hacer la paz y no la guerra, hacer la paz en nuestra facultad, en nuestra casa y en nuestra zona en donde vivimos. Hablamos mucho de la solarización con la mujer, por supuesto que esto es deseable pero no olvidemos a todos los demás rezagados por la violencia. Vemos día a día personas en situación de calle, pidiendo limosna a unos cuentos metros de la universidad. Conocemos y no hablamos, no queremos o nos da miedo pelear contra la guerra. Justo el tomar conciencia de nuestro poder para que la paz impere.

Posiblemente, el problema de nuestros días no sea la violencia sino nuestra cobardía para hacerle frente.

DIRECTORIO

Publicación a cargo de la Lic. Yolanda Jaimes Vidal, Coordinadora de Comunicación Interna
Grecia Juárez Ojeda, Directora
Cristhian Adal García Hernández, Subdirector, Jefe de Información
Jesús Del Pozo Sotomayor, Jefe de Fotografía
Eric Contreras Santos, Jefe de Fotografía Deportiva
Arlette Sánchez Santos, Editora

Reporteros
Dafne Ixchel Agüero Medina, Jefa de Sección/Cultura
Gibsy Sagrario Gonzalez Garcia, Reportera de Proyectos de Impacto Social

Opinión
Grecia Juárez Ojeda, Colaboradora
Carolina Méndez, Colaborador
Itzel Reyes Camargo, Colaboradora
Roberto Carlos Pérez Hernández, Colaborador
Cristhian Adal García Hernández, Colaborador
Jesús Del Pozo Sotomayor, Colaborador
Rocio García González, Colaboradora
Diego Efrén Torres Fernández, Colaborador

Diseño y Edición Gráfica
Ma. Fernanda Bretón Vega, Coordinadora
Mayra Renne Beltrán Garay, Jefa de Diseño
Amanda Jimenez Cardenas, Jefa de Diseño
Maria Teresa de Jesus Guendulain, Jefa de Diseño
Azalea Hernandez Morales, Diseñador
Azalea Hernandez Morales, Maria Jose Guitierrez Arcega, Miguel Lopez Rosete, Aldo Arturo Gonzalez Ávalos, Rose Mary Susana Figaredo Ilustradores

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