Durante la pandemia COVID-19 toda la población mundial cambio sus hábitos alimenticios al adquirir productos más sanos con el propósito de mejorar su sistema inmunológico. Esto provocó que muchos consumidores jóvenes y de mediana edad se preocuparan por el cambio climático y adoptaran estilos de vida más saludables al adquirir productos más orgánicos, naturales y sostenibles.

Cabe decir que, diversos factores influyen en la elección de productos más saludables, tales como el precio, beneficios percibidos para la salud, la seguridad alimentaria y la disponibilidad de productos orgánicos o saludables.

Sin embargo, en México se está enfrentando una lucha simultánea con altas tasas de obesidad y desnutrición en niños menores de cinco años. Para ejemplificar, la Secretaria de Educación Pública publicó que a partir del 31 de marzo del 2025 todas las escuelas del país deberían cumplir los lineamientos generales a los que deberán sujetarse la preparación, la distribución y el expendio de los alimentos y bebidas preparados, procesados y a granel, así como el fomento de los estilos de vida saludables en alimentación, dentro de toda escuela del Sistema Educativo Nacional.

En efecto, en los últimos años, se han observado cambios significativos en los patrones de consumo de alimentos, en particular con el auge de los servicios de entrega de alimentos y las plataformas digitales para comprar alimentos no perecederos (Didi, Uber, Rappi), aumentando la accesibilidad a los alimentos y facilitado el acceso a opciones de alimentos menos saludables. Estos cambios en los hábitos alimentarios y estilos de vida podrían suponer riesgos potenciales para la salud, lo que pone de relieve la importancia de promover dietas equilibradas que contribuyan al bienestar general.

Basado en lo anterior, se hizo un estudio (Müller-Pérez et al., 2025) describiendo el perfil del consumidor mexicano, en donde se destacó que este tiene una actitud positiva hacia el consumo sostenible de alimentos; de hecho, aunque el precio de los productos saludables es significativamente más alto que el de los productos convencionales (hasta un 47 % más caro), esto no parece ser un obstáculo importante para los consumidores que realmente valoran su salud y, por lo tanto, permite a los productores centrarse más en estrategias de valor y beneficios que en la justificación del precio. También, se encontró que de manera generalizada no hay una consciencia sobre los beneficios de hacer ejercicio y alimentarse sanamente, más bien lo hacen por moda o por presión social, en lugar de por razones sustentables.

Es evidente entonces que, tanto el gobierno, los centros educativos y, la misma sociedad deben centrarse en educar a los consumidores sobre cómo sus decisiones de compra impactan el medio ambiente y a su salud, a través de la orientación práctica sobre la incorporación de productos saludables en los hábitos de consumo diario y, sobre todo destacar las consecuencias en sus decisiones alimentarias para su bienestar futuro.

Aún queda mucho camino por recorrer en cuanto a los comportamientos de compra en productos saludables y las nuevas generaciones deberán considerar los valores intrínsecos (por ejemplo, cultura, hábitos e historia) que cada sociedad atribuye a sus propios alimentos.

Dra. Jessica Müller Pérez

Profesora investigadora de la Facultad de Mercadotecnia

Referencia

Müller-Pérez, J., Acevedo-Duque, Á., García-Salirrosas, E. E., Escobar-Farfán, M., Esponda-Pérez, J. A., Cachicatari-Vargas, E., Álvarez-Becerra, R., & Alcina De Fortoul, S. (2025). Factors influencing healthy product consumer behavior: an integrated model of purchase intention. Frontiers in Public Health, 13. https://doi.org/10.3389/fpubh.2025.1576427