Me refiero con “Ganar desde la mente” a ese diálogo interno o mental que tiene un deportista y al poder controlar o regular sus emociones antes de entrar al tatami o área de combate. En una pelea de taekwondo no sólo se gana con fuerza, velocidad o técnica; la verdadera batalla comienza en la mente.
Antes de entrar al área de combate, el atleta ya ha peleado contra sus propios miedos, dudas y expectativas. Es en este punto donde la preparación mental marca la diferencia entre quienes se paralizan por la presión y quienes disfrutan el momento, confiando en su entrenamiento y capacidades.
Recuerdo que cuando tenía 14 años, me sentía sumamente nervioso antes de un campeonato. Observé a un amigo que escuchaba música y bailaba relajado. Me acerqué y le pregunté: "¿Oye, no estás nervioso?". Su respuesta me marcó: "Para esto entrenamos. Esto es nuestra fiesta, hay que disfrutarla. Claro que tengo nervios, pero quiero disfrutar mis combates". Desde ese día entendí que el combate no es solamente un reto físico, sino un espacio para expresarse, fluir y demostrar todo el trabajo realizado.
Conocerse a sí mismo: La clave para dominar el combate
Uno de los mayores desafíos para cualquier taekwondoín o peleador es aprender a conocerse. No es fácil entrar al área y enfrentarse a otro competidor, porque en ese instante pueden llegar pensamientos de duda, inseguridad, hasta miedo o por otro lado exceso de confianza. En una evaluación para asistir a la Universiada Mundial del 2007, tenía que medirme contra un rival muy fuerte y vencerle en dos combates el mismo día. Durante la concentración en la CONADE que tuvimos previa a la evaluación, encontré una frase en el libro “El arte de la guerra”, que decidí hacer mía: "Si conoces a tu enemigo y sobre todo si te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro". La escribí en una hoja y la leía antes de cada entrenamiento. El día de la evaluación, entendí lo importante que era controlar mi mente, conocer mis fortalezas y confiar en mi preparación. Ese día logré la victoria, porque antes de pelear contra mi oponente, ya había vencido mis propias dudas.
Ahora, como entrenador, busco enseñar a cada uno de mis deportistas a analizarse, conocerse, generar una estrategia y entrar al combate con confianza. Confianza en sí mismos, en el equipo y en el trabajo que hemos realizado. Antes de cada combate, les digo: "Yo creo en ustedes, confío en sus decisiones, y estoy aquí como apoyo y guía para ayudarles a lograr su objetivo". Es fundamental que sientan seguridad en lo que hacen y en la preparación que han tenido.
Entrenar como si compitieras, competir como si entrenaras
Una de las frases que me enseñaron y ahora transmito a mi equipo es aquella que dice: "Entrena como si compitieras y compite como si entrenaras". En combate, el análisis rápido es esencial, pero también lo es dejarse fluir. El equilibrio entre el control emocional y la reacción instintiva es lo que permite alcanzar el mejor rendimiento. Si en los entrenamientos se desarrolla la capacidad de tomar decisiones rápidas y actuar con confianza, en la competencia todo se sentirá natural.
Además, hay palabras que han marcado mi camino y que hoy comparto con mi equipo y en este escrito con todos ustedes. Recuerdo que antes de un campeonato nacional, mi abuelo me dijo: "Recuerda, campeón, que no se vale perder". Mi primera reacción fue sentir presión, pero luego me aclaró: "No se vale perder antes de haberlo intentado. Te podrán ganar, pero no antes de haberlo intentado. Tú puedes, campeón". Esa frase la llevo siempre en mi mente y en mi corazón, porque el verdadero fracaso no está en perder, sino en no haberse atrevido a darlo todo. Poder salir del área con la cara en alto, fuese el resultado que fuese. Sentir esa sensación de “lo entregue todo en el área”.
La fe: El espíritu que marca la diferencia
En el deporte, la preparación física y mental es clave, pero hay algo más que puede marcar la diferencia: la fe. Tener fe en Dios (o en la creencia de cada quien), en uno mismo, en tu familia, en tu equipo, ayuda a sacar ese extra cuando parece que las fuerzas flaquean. En el equipo de taekwondo UPAEP nuestro guía es el padre “Gabo”, quien nos ha enseñado a ir entrenando y fortaleciendo esa parte de nuestra fe.
La fe es ese impulso que nos hace creer que todo es posible, incluso cuando el reto parece inalcanzable. He visto a atletas que, en los momentos más difíciles, encuentran en su fe la fortaleza para dar el último esfuerzo, para seguir adelante y confiar en que todo lo vivido los ha preparado para ese instante. Les voy a compartir un momento de fe y que gracias a Dios lo pude vivir: estaba en la evaluación rumbo a la Universiada Mundial del 2009 terminé el segundo round perdiendo 9 a 3, recuerdo perfectamente que me sentía enojado, confundido y un tanto desesperado. Una parte de mi pensó en que ya había perdido, pero en ese momento miré para arriba y una voz en mi mente me dijo, “respira, tú puedes hacerlo” y así lo hice, me senté, respiré profundo y salí al tercer round, me persigné como en todos mis combates, fui punto por punto y cuando me di cuenta ya había empatado el marcador, logré remontar y ganar el combate 12 a 10.
Siendo honesto, fue mi regreso más complejo que tuve en todos mis combates, aún lo recuerdo y me emoción. Gané y perdí muchos combates en mi etapa como competidor, pero ese momento lo recuerdo muy bien.
El combate es una danza entre el control y la libertad, entre la estrategia y la intuición. Un atleta que confía en sí mismo, que se ha preparado física y mentalmente, y que tiene fe en su camino, es capaz de disfrutar cada momento en el tatami, sabiendo que, sin importar el resultado, ha dado lo mejor de sí. Porque al final, ganar en la mente es el primer paso para ganar en el combate.
No digo que sea fácil, pero vale la pena el esfuerzo.