filosoFando # 3: Pareto
26/05/2025
Autor: Dr. Jorge Medina Delgadillo
Cargo: Vicerrector de Investigación

Vilfredo Pareto fue un pensador muy prolífico: matemático, sociólogo, ingeniero, filósofo, economista… Aunque nacido en Francia, era italiano e hijo de italianos y vivió en Italia la mayor parte de su vida, excepto sus inicios en París y su final en Ginebra.

Casi todos hemos oído algo acerca de la famosa distribución estadística de Pareto que tiene múltiples aplicaciones. Y aunque se ha popularizado su ‘80/20’, al menos en algunos de sus libros no se plantea así; por ejemplo, en su Cours d'économie politique pure, de 1896, afirma que casi el 30% de la población británica concentraba el 70% de los ingresos. Pero no nos peleemos por la arqueología de las cifras (80/20, 70/30 o 90/10), y quedémonos mejor con la abstracción del principio: una minoría de variables causa gran parte del fenómeno.

Henos aquí que el otro día, viendo reels en mi celular, me salió uno interesante. Lo transcribo a continuación:

“Salud (80% alimentación – 20% ejercicio)

Riqueza (80% hábitos – 20% matemáticas)

Aprender (80% entender – 20% leer)

Comunicación (80% escuchar – 20% hablar)

Lograr (80% hacer – 20% soñar)

Felicidad (80% propósito – 20% diversión)

Mejorar (80% persistencia – 20% ideas)”

Me quedé pensativo. Unas relaciones y sus respectivas cifras me parecieron provocaciones realmente interesantes, otras me parecieron triviales o erróneas. Pero, más allá de mis impresiones, rescato algo que seguramente usted también comparte: casi todo (el 80%) se debe a algo que está más a la mano de lo que imaginamos. Esto nos evita concentrarnos en el elemento que aporta el 20% del resultado.

Pongo un ejemplo: el 80% de tener una estabilidad económica se debe a hábitos cotidianos de trabajo esforzado, de ahorro y de consumo inteligente. Con esto, uno adquiere un monto mensual que no se dilapida, sino que se aprovecha al máximo gastando convenientemente y queda un capital que, bien ahorrado, sirve para atender a otras eventualidades como gastos extraordinarios o inversiones. El 20% de la riqueza se debe a los golpes de suerte, a un olfato financiero excepcional para inversiones en la bolsa de valores, a habilidades matemáticas increíbles o a un talento maravilloso para las ventas y el emprendimiento… Lo que sucede es que la gente piensa que ser rico se debe a esto último, por eso nunca atiende a lo primero, sin saber que es lo primero lo que fundamentalmente forja un patrimonio decente.

Veamos otro ejemplo. A Hipócrates se atribuye la frase: “que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento”. Tener una salud buena, en gran medida (80%), se debe a comer bien, balanceado, sin caer en excesos. Nada de andar unas semanas de destrampe y otras de ayuno. ¿Qué mejor medicina que comer sano y suficiente? Lo que pasa es que hay gente que poco o nada atiende a una sana alimentación, por obvio que parezca, y piensa que la salud se debe a tal o cual médico, a tal o cual medicamento, a tal o cual terapia. ¡Métale usted a los suplementos, a las pastillas y a los medicamentos y al cabo de los años el riñón se lo va a cobrar caro! La salud está más a la mano de lo que creemos; por supuesto, una vez que la perdemos, se vuelve muy costoso recobrarla.

Voy a un tercer caso. Hay personas para las cuales el 80% de su felicidad depende de tener mucho -muchísimo- dinero. Por eso piensan: “si me saco la lotería, entonces… arreglaría tal problema, compraría tal casa, andaría con tal persona, estudiaría tal ciencia, me dedicaría a tal obra de filantropía, etc.” En otras palabras: “si me saco la lotería, entonces sería feliz”. Y, como casi nunca ocurre que nos saquemos la lotería, al que piensa así, nunca le llega la hora de ser feliz.

Para no centrarme en el dinero, comparto que el otro día en una tienda vi un letrero que decía: “Do what you love. Love what you do”. El primer elemento de la sentencia es tan idílico como romántico: casi nadie de nosotros, si nos dicen: “cierra los ojos y dime cuál es tu trabajo ideal, tu país favorito para vivir o tu pasión en la vida…”, los abre para luego dejar todo cuanto hace y decidirse a ello, como si, por arte de magia, la felicidad adviniera haciendo lo que late en nuestras profundidades. En cambio, el segundo elemento es más realista, pues consiste en amar lo que hacemos; sí, esas cosas cotidianas y sencillas, las puedo amar, y encontrar en ellas una fuente continua de alegría y satisfacción. El Pareto bien pudiera ser: “Do what you love (20). Love what you do (80)”. Así, no le quitamos peso a lo primero, pero aclaramos que en lo segundo está lo decisivo.

¡Haz el Pareto de tus fundamentales en la vida! Sí, toma un papelito y escribe una lista de tópicos: estabilidad en mi hogar; crecimiento laboral; deber ciudadano; liderazgo en mi comunidad… pon unas tres o cuatro más según tu circunstancia de vida: ser mamá o papá, ser docente, tus responsabilidades actuales... Ahora, al lado de cada tópico escribe a qué se debe el 80 de cada cosa. Recuerda que ese peso tan decisivo se debe a factores que están a la mano, que son simples (aunque requieran esfuerzo). Deja de pensar en el 20: en esos factores azarosos, en esas cualidades extraordinarias que muy pocos humanos poseen. Recuerda que el 80% de los resultados o efectos se deben a muy poquitas cosas, y esas, están a la mano, son ordinarias y sólo exigen de nuestra parte esfuerzo, perseverancia y hábito; lo fundamental no precisa ni de genialidades ni de talentos excepcionales.

En esa lista, en ese papelito, estarán concentrados tanto los grandes ámbitos de realización de tu vida, como las pistas más simples y cotidianas para conseguir eso que tanto anhelas. Me despido con un aforismo de Heráclito de Éfeso aplicable a ese 80 que acabas de escribir: “A la naturaleza le gusta ocultarse”.