En el pasado, hablar de la salud mental de quienes trabajan en empresas o instituciones era un tema intrascendente o incluso un tabú ignorado por los líderes organizacionales. En la actualidad, se ha convertido en uno de los focos principales de las empresas e instituciones, al reconocerse como fundamental para el bienestar personal y laboral.
Los datos muestran un incremento preocupante de situaciones adversas relacionadas con la salud mental, como la depresión y la ansiedad, agravadas por niveles crecientes de estrés.
Ante esto, las organizaciones deben implementar estrategias y acciones que promuevan la salud mental y permitan detectar cuando los colaboradores enfrentan estas dificultades, previniendo así crisis en las relaciones humanas. Estas iniciativas pueden fortalecer las emociones, actitudes y vínculos sociales. Es crucial estar atentos a los pensamientos, sentimientos y posibles reacciones de los colaboradores ante situaciones críticas.
Los espacios laborales requieren ser entornos seguros y limpios, donde mediante distintas narrativas se concientice sobre la importancia de la salud mental de los integrantes de la organización, evitando la discriminación y fomentando un ambiente de apoyo.
La salud mental en las prácticas organizacionales no depende únicamente de las herramientas que proporcione la organización; es esencial que las personas deseen aprender a gestionar sus emociones en situaciones de estrés y reconozcan sus áreas de mejora. Como adultos, cada acción conlleva una consecuencia, y es necesario prevenir estados emocionales que perjudiquen tanto al individuo como a la organización.
Construyamos una sociedad más saludable, conscientes de que nuestras acciones pueden afectar a otros. Aprovechemos la comunicación como recurso fundamental y promovamos el bienestar para prevenir enfermedades. La salud mental requiere acciones con impacto real, más allá de generar ruido. Transformemos esta "tendencia" en una verdadera oportunidad de bienestar, donde la comunicación tiene un papel crucial.