Dentro de la filosofía existe una disciplina que se llama existencialismo, esta se dedica a estudiar aquello que le es más radical al sujeto, una actitud natural para cualquier persona, siendo esta la de preguntarse el por qué de nuestra existencia en este mundo, buscando siempre rescatar la idea del sujeto ante la apabullante realidad. Esta disciplina entiende la realidad a partir del sujeto, sus vivencias y lo que lo mueve a ser quien es a cada momento. El cielo sobre Berlín es una película de 1987, dirigida por Wim Wenders, cuya trama narra el viaje de un ángel llamado Damiel y su experiencia en el mundo humano.
Dentro del filme observamos la insatisfacción de este ángel, pues su vida está dictaminada de un cierto modo, su naturaleza le impide vivir el mundo humano como lo haría una persona común y corriente, pero él anhela dicha vida humana y terrenal, ansía conocer el sabor del café por la fría mañana, quiere saber qué se siente aprender a silbar o escuchar música ruidosa en una discoteca. Es un sujeto fascinado por la existencia fugaz y terrenal del hombre, pero que no puede llegar a vivirla.
En un momento de emoción intensa para él, donde se encuentra hablando de manera efusiva acerca de sus ansias de vivir en este mundo es, como por intervención divina, que su deseo se cumple, y ahora se encuentra en el mundo como un hombre común. Esta disposición de Damiel, la fuerza de su deseo para vivir, lo convierte sin lugar a dudas en el personaje ideal para encarnar las principales ideas que nos enseña el existencialismo, pues una perspectiva de este corte nos dice que; “existir significa para el hombre, no simplemente abandonarse a la naturalidad, sino reconocerla y ponerla en acto como forma originaria y final” (Abbagnano, 2022, p. 164), cosa que Damiel ha hecho, pues literalmente deseó poner en acto la naturalidad del hombre.
Se puede decir entonces que el ángel ha tomado una decisión, ha decidido existir, pero no de cualquier forma, ha decidido existir como un hombre, uno que vive con incertidumbre, con frío, con dolores y angustias, pero más importante aún, con capacidad de amar. Y es este amor el que le otorga un alivio de la pesadez que consume al mundo, ya que en parte ha sido la razón por la cual abandonó su vida como ángel. Estaba cansado de narrar y observar la vida de la gente, él quería ser el artífice de su propia existencia, quería ser capaz de amar a una trapecista la cuál no estaba segura de poder continuar haciendo lo que ella amaba. Y, como dice el filósofo Sören Kierkegaard; “el amor es el fundamento más profundo de la vida del espíritu” (2006, p. 261).
No es sorprendente que Damiel llegara al mundo para hacer dos cosas, amar y vivir de manera singular. Con el amor busca un propósito verdadero, una base sólida con la cual fundar su existencia en este mundo, pero no busca vivir como un miembro más de la muchedumbre, busca vivir de manera individual, sin ser absorbido por la anonimidad de la masa. Este carácter de la búsqueda de la existencia radicalmente individual, sin dejarse llevar por las nimiedades de la esfera social de la vida del hombre (Bobbio, 1992), se ve reflejado mediante el silencio presente en las escenas. Antes Damiel se encontraba constantemente escuchando los pensamientos de las personas, quisiese o no, mientras que ahora sólo se preocupa por escuchar lo que quiere; a sí mismo y a la mujer que ama. Y no sólo eso, sino que ahora su vida está llena de colores también, dejando de lado la escala monocromática en la cual habíamos experimentado toda la película, dándonos a entender que este cambio radical que le ha ocurrido lo ha traído a un mundo completamente distinto, pues ahora ve y escucha con ojos y oídos humanos, no con los de un ángel.
Esta mezcla de lenguaje y metáfora visual nos ayuda a entender muy bien lo que significa ser humano, al menos desde el punto de vista de Damiel. Y la insistencia de la película por presentar a los personajes mediante sus pensamientos también nos permite adentrarnos a las complicaciones y penas de la vida humana, un tipo de vida tan valioso que un ángel decidió bajar del cielo para experimentarlo. Y el querer vivir siendo humano pese a las dificultades del mundo es la doctrina sobre la que se funda el existencialismo. Es por ello que propongo que el trasfondo de esta película es existencialista, pues representa parte del espíritu de la tradición filosófica y nos hace cuestionarnos sobre nuestra propia posición ante nuestra vida ¿Tenemos tantas ganas de vivir por nosotros mismos como las tenía Damiel? ¿Puede este ángel enseñarnos por qué la vida humana vale la pena ser vivida?
Bibliografía
Abbagnano, Nicola (2022). Introducción al existencialismo. Traducción de José Gaos, México: FCE.
Bobbio, Norberto (1992). El existencialismo. Traducción de Octavio G. Barreda, México: FCE.
Kierkegaard, Sören (2006). Las obras del amor. Traducción de Demetrio G. Rivero, Salamanca: Ediciones Sígueme.
Wim Wenders (Director). (1987).
Der himmel über Berlin
[El cielo sobre Berlín] [Película]. Westdeutscher Rundfunk; Argos Films.