Curiosamente, aunque los incendios masivos del Amazonas tardaron casi 16 días en hacerle virales en redes sociales, los medios de comunicación continuaron sin cubrirlos de la manera adecuada. El ejemplo que más se cita en comparación es el incendio de Notre Dame, del cual se hablaba en casi todos los rincones del mundo a las pocas horas de que éste hubiera comenzado. La comparación es justa y bastante molesta si es que te preocupan las condiciones en la que viviremos en un futuro próximo. Sin embargo, entre las muchas diferencias entre estos casos, la que más debe importarnos es el origen del incendio.
Mientras que Notre Dame sufrió esos daños debido al descuido, gran parte de los incendios que destruyen el Amazonas en este momento iniciaron completamente adrede. Y la razón de esto no es nada sorprendente: dinero.
Antes de iniciar su campaña, el actual presidente de Brasil (el país en donde se encuentra la mayor cantidad de territorio del Amazonas) ya era conocido por sus opiniones y comentarios respecto a dos temas cruciales: cambio climático y pueblos originarios. Desde el primer día de su gobierno se ha empeñado en pisotear todos los derechos humanos de estas personas y cualquier asunto ambiental es tratado como pequeños detalles que no merecen importancia, y al igual que Trump, sus comentarios han incitado violencia a lo largo y ancho del país.
¿Pero qué beneficio saca Bolsonaro de los incendios en “los pulmones de la tierra”? Más que nada, negocios multimillonarios. Entre la industria minera, de madera y sobretodo la industria agropecuaria el dinero que se produce es impresionante. Gracias a la postura de Bolsonaro, muchos granjeros han decidido invadir áreas protegidas de la selva en donde habitan comunidades indígenas para poder ocupar sus tierras sin repercusión alguna por parte de las autoridades. Una vez ahí, empiezan los incendios para poder despejar la tierra que se utilizará como hábitat para el ganado y un campo en el que cosechar el alimento del mismo. Por esta razón, no es sorprendente que esta industria sea responsable de más del 60% de la destrucción del Amazonas.
¿Recuerdan ese reporte de la ONU que nos advertía que teníamos hasta el 2030 para frenar los efectos del cambio climático o las consecuencias serían irreparables? Bueno, considerando la situación del Amazonas o el incidente más reciente de grupo México al derramar ácido sulfúrico en el Mar de Cortés, pareciera que los gobiernos y empresarios del mundo están empeñados en reducir el tiempo que queda.
Pero, contrario a lo que algunos piensan, hay cosas que podemos hacer para que eso no pase. Lo que hace falta es que seamos suficientes. Aunque las grandes empresas tienen mucha responsabilidad en lo que al cambio climático se refiere, con frecuencia olvidamos que el dinero que le ha dado tanto poder a esas empresas viene de las personas comunes y corrientes. Ya sea con la gasolina para nuestros autos o la comida que ponemos en el plato, cambiar estos hábitos nos da el poder de frenar a estas empresas y obligarlas a adaptarse a estos tiempos y dejar de jugar con nuestro futuro por dinero.
Sin embargo, nos podemos decir que la carne y la gasolina contaminan de la misma manera. Diversos estudios, entre ellos algunos realizados por la ONU y por miembros del Banco Mundial, demuestran que toda la industria del transporte junta (automóviles, barcos, aviones y trenes) contamina considerablemente menos que la agropecuaria. Esto es sobretodo porque el transporte genera dióxido de carbono, mientras que el ganado genera gas metano, que es 8 veces más tóxico.
Cambiar nuestros hábitos puede ser complicado, pero la información está ahí afuera y la responsabilidad en cada uno de nosotros. No hay lugar para la indiferencia, así que es imperativo evaluar nuestras prioridades. Las empresas nos están arrebatando el futuro un día a la vez, y mientras ellos consiguen dinero y nosotros hamburguesas, el planeta y todos los seres vivos en él están agonizando.
Fredy: Un saludo a Paulino de la carrera de Arquitectura generación otoño 2019, éxito en esta nueva etapa de su vida.
Raquel: Me encantó el miércoles de integración, realmente esta escuela es diferente a todas a las que había asistido.
Citlali: Con toda la actitud comenzando la segunda semana.
José: Le deseo un buen día a todos especialmente a los colaboradores.
Wendy: Saludo a mis mejores amigas Ana y Paola de la carrera de Negocios, besos.
Lau: Le deseo a toda la comunidad UPAEP que tenga un muy bonito día.
Michelle: Saludos a todos mis amigos de FILSE.
Rosa: Chicos ya pueden adquirir sus boletos para la Noche Mexicana.
Alex: Disfrutando al máximo mi último semestre de la carrera de Gastronomía.
Indy: Feliz feliz Cumpleaños a Leobaldo Becerril.
Fabi: Me encantó el miércoles de U Market porque venden cremitas para las manos.
Pepe: Saludos a todos los chicos de nuevo ingreso.
Ivonne: Saludos a los chicos nuevos de Deportes.
Anónimo: Los invito a asistir a la Noche Mexicana, realmente se pone muy divertida y con un ambiente súper sano. Amelia: Saludos a mi mejor amiga Liliana de la carrera de Contaduría, generación 2017.
Por: Paco Rubín
Isadora tomó el diminuto clavo de aquella caja.
Lo sostuvo entre sus dedos, lo hizo bailar, iba y venía entre los giros, vuletas al mundo en ochenta días tan sólo unos instantes.
Pequeño, de metal.
Una flor pero sin pétalos y sin belleza, casi insignificante.
Punto final para escribirlo en la pared con tinta de martillo.
Lo acercó a la pared, quizá como cuando Dios colocó el sol en medio de la nada.
Lo dejó quieto, calladito.
El ruido vino cuando el martillo lo rozó con agresivas caricias.
Cada martilleo simulaba un palpitar de corazón, relámpagos, voces sin voz, constantes melodías.
Y el clavo se iba hundiendo como en arenas movedizas, se iba perdiendo al interior, como el deseo de un hombre entra las piernas de una dama.
Iba llegando al fin a su destino.
Isadora colgó entonces el espejo, como se cuelga el suicida en una soga, como se cuelga el péndulo en el tiempo, como los días colgados en el calendario, como se cuelga el abrigo en el perchero luego de la tormenta.
Colgó entonces su belleza en el espejo cuando Isadora se miró.
Y las dos Isadoras sonreían.
Publicación a cargo de la Lic. Yolanda Jaimes Vidal, Coordinadora de Comunicación InternaGrecia Juárez Ojeda, DirectoraCristhian Adal García Hernández, Subdirector, Jefe de InformaciónJesús Del Pozo Sotomayor, Jefe de FotografíaEric Contreras Santos, Jefe de Fotografía DeportivaArlette Sánchez Santos, Editora
ReporterosDafne Ixchel Agüero Medina, Jefa de Sección/CulturaGibsy Sagrario Gonzalez Garcia, Reportera de Proyectos de Impacto Social
OpiniónGrecia Juárez Ojeda, ColaboradoraCarolina Méndez, ColaboradorItzel Reyes Camargo, ColaboradoraRoberto Carlos Pérez Hernández, ColaboradorCristhian Adal García Hernández, ColaboradorJesús Del Pozo Sotomayor, ColaboradorRocio García González, ColaboradoraDiego Efrén Torres Fernández, Colaborador
Diseño y Edición GráficaMa. Fernanda Bretón Vega, CoordinadoraMayra Renne Beltrán Garay, Jefa de DiseñoAmanda Jimenez Cardenas, Jefa de DiseñoMaria Teresa de Jesus Guendulain, Jefa de DiseñoAzalea Hernandez Morales, DiseñadorAzalea Hernandez Morales, Maria Jose Guitierrez Arcega, Miguel Lopez Rosete, Aldo Arturo Gonzalez Ávalos, Rose Mary Susana Figaredo Ilustradores
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