A todos nos conmocionó escuchar sobre lo que pasó en Culiacán la semana pasada. La violencia e inseguridad no es una novedad para ningún estado o ciudad en la República. Lo vivido en Sinaloa nos recuerda la realidad de nuestro país.

Por mi parte no puedo imaginarme lo que es vivir algo así. Estar tranquilamente en tu rutina y de pronto verte rodeado del incesante sonido de las balas, darte cuenta de estar en medio de un tiroteo. Sin saber qué pasa, sin saber cuándo va a parar, sin saber otra cosa que buscar un refugio.

En todos estos años, no ha habido un sólo gobierno que lidie de manera competente con el narcotráfico y los cárteles. Han crecido en número y poder, así como ha aumentado el número de víctimas de estos criminales.

Con base en la actuación de las fuerzas armadas del gobierno en estos acontecimientos, desafortunadamente parece que tampoco habrá mejoría en el futuro cercano.

La decisión de soltar al hijo del Chapo Guzmán no me parece acertada, pero al verse superados en todos los sentidos, fue lo más prudente para evitar más muertes. Tampoco era posible predecir, creo yo, la reacción que tendrían los miembros del cartel y otros grupos delictivos. Está claro que seguimos en guerra con estos mexicanos que eligieron el camino de la violencia y el miedo.

Sin embargo este aterrador recordatorio es una oportunidad para unirnos como sociedad, para exigir mejor respuesta ante este problema que tanto afecta al país. Demandar de nuestro gobernante que actúe en vez de echar culpas a los que lo antecedieron, que sus respuestas sean serias y nada de "fuchis". No hace falta que más mexicanos pierdan la vida para reaccionar.