Diversos estudios han comprobado que tener un gato como mascota ayuda a disminuir el estrés, puesto que el poder cuidarlo te ayudará a sentirte mejor y reducirá tu ansiedad. Así que cuando te sientas preocupado, la presencia de este felino te relajará.

Asimismo, un estudio de la University of Minnesota's Stroke Institute en Minneapolis reveló que las personas que no son propietarios de un gato, tienen de 30 a 40% más riesgo de sufrir un ataque cardiaco que los que sí tienen un felino.

También, se ha observado que los niveles de presión arterial disminuyen cuando se tiene contacto con un gato, e incluso, fortalece el sistema inmunitario, originando así que los propietarios se enfermen menos.

Además, al acariciar a un gato, nuestro organismo produce la oxitocina (llamada hormona del amor), la cual ayuda a sentirnos mejor si estamos pasando por un momento difícil, así como nos aporta alegría.

Es un mito que el pelo de los gatos sea el principal causante de alergias, al contrario, generalmente todas las sustancias que producen las alergias son las proteínas que están presentes en su saliva, la cual queda depositada en su pelo cuando se acicalan, y si una persona lo acaricia y después se talla los ojos o la nariz, puede presentar una reacción.

Un gato sí es cariñoso y lo demuestra a través del ronroneo, lamidas o elija dormir contigo, sin embargo, se debe respetar su independencia, lo que significa que no requieren demasiados cuidados en comparación a otras mascotas y su compañía hará que no te sientas solo.

Finalmente, el autismo es un trastorno que influye en cómo una persona se comporta, interactúa con otros y aprende, por lo que tener un gato ha funcionado como terapia para niños con autismo.