A propósito de la propuesta del gobierno federal de ofrecer becas a los jóvenes para que no trunquen sus estudios, vino a mi mente una idea que hace algunos años tuvo un famoso economista llamado Milton Friendman quien propuso dar a los padres de familia vales para que sus hijos asistiesen a la universidad que quisieran. Los padres y madres de familia son las personas más cercanas a sus hijos, conocen las necesidades, disponibilidad y posibilidades para asistir a la universidad. La idea tiene como fin garantizar una educación universal, reducir la desigualdad y mejorar los sistemas de educación al incrementar la competencia por matricula.
Garantizar la educación superior mediante vales surgió en el siglo pasado, sin embargo, después de tantos años no es algo que suceda con frecuencia en la realidad. México a lo largo de los años ha mostrado un desempeño muy pobre, colocándose en uno de los últimos lugares de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
Es alarmante ver que solo el 1 por ciento de los alumnos logra tener un desempeño de excelencia, esto de acuerdo a la prueba PISA, evaluación que permite conocer el avance o rezago de las políticas educativas en diversos países.
Los problemas más inquietantes se encuentran en la sección de lectura y matemáticas, lo que representa un claro obstáculo en los siguientes niveles educativos como la universidad. En este nivel es preocupante ver que la Universidad Nacional Autónoma de México, situada como la mejor universidad del país, no se encuentre ni en las primeras cien del mundo, situación que si bien no demerita la calidad educativa a nivel interno, sí nos pone a pensar en la diferencia de infraestructura, maestros, investigadores en comparación con aquellas que ocupan los primeros lugares.
La oferta educativa en México es amplia, existen 5 mil 343 universidades públicas y privadas, pero considerando el parámetro anterior, podemos asumir que la calidad de la educación es muy baja.
El problema no es la oferta educativa, sino la calidad educativa que esas instituciones ofrecen, sin contar lo difícil que resulta el conseguir un lugar (algunas están muy politizadas) y en el caso de las escuelas privadas, el factor económico representa un gran obstáculo por los altos costos que manejan.
Dicho lo anterior, no sugiero como solución el crear más universidades, pues eso solo aumentarían la matrícula y tendríamos como resultado la formación de profesionistas de bajo perfil para el mercado laboral, mismo que terminarían percibiendo los salarios más bajos del tabulador; no olvidemos que a menores conocimientos, menor productividad y por lo tanto, un salario muy pobre.
A manera de ejemplo, en el periodo de Carlos Salinas de Gortari, se creó un programa para que las escuelas de nivel superior (Universidades Públicas Estatales), recibieran una transferencia de dinero de acuerdo al desempeño mostrado por los alumnos en el aula; si éstos mostraban señales de mejoría, el gobierno les hacía una transferencia para que pudieran utilizar los recursos de manera libre. Al principio, la idea fue buena y se vio una mejoría en la eficiencia de la educación superior, pero en estos momentos, el efecto desapareció y aquellas transferencias de dinero no tienen un efecto positivo o negativo, simplemente no tienen un impacto.
Retomando el tema de los vales de Milton Friendman, cabe destacar que éstos tenían el propósito de asegurar la educación desde el nacimiento, se les hace entregaba a los padres de familia para que cuando creciera su hijo pudiera usarlo para entrar a la universidad de su preferencia. El hecho, además de incentivar a las universidades a mejorar su calidad para captar más alumnos provocaba que el gobierno destinara un mayor financiamiento en educación, en especial, a actividades enfocadas a la enseñanza y a mejorar su eficiencia ofreciendo calidad sobre cantidad.
Quizá en México, ya sea hora de ver nuevas alternativas para mejorar la calidad educativa, es claro que es un proceso largo, que se tendrían que cambiar reglamentos, objetivos e incentivos existentes. Las acciones de las últimas administraciones han dado cuenta de ello. No es una propuesta fácil, es una propuesta que involucra la participación de todos. Ha sido un largo camino que con diferentes herramientas no ha dado el resultado deseado, pero si volteamos a la idea de Milton Friendman, incentivar la competencia en educación mediante vales puede ser la luz al final del camino.
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