Mañana cumplimos dos años de ese lamentable hecho que terminó con la vida de muchos mexicanos. Sin embargo, si algo hay que recordar de esta tragedia es el hecho de que por unos días, quizás semanas, fuimos ese México que siempre debemos ser: un México solidario.

Ese México circulaba en redes sociales y en las noticias nacionales e internacionales se daba muestra de muchos actos que a partir de particulares se gestaron para poder ayudar a salvar vidas, desde la alimentación a los brigadistas hasta la recolección, distribución y entrega de víveres a las comunidades que por un tiempo quedaron incomunicadas por las afectaciones a las carreteras.

En ese momento, no se necesitó de ninguna figura política para organizarnos. Cada quien aportaba mucho o poco, en especie o en mano de obra lo que le correspondía y hasta donde sus posibilidades le permitían.

Aprendimos que podemos hacer las cosas bien si mostramos empatía con el de a lado, aprendimos que trabajando en equipo podemos enfrentar cualquier situación si nos lo proponemos, aprendimos a dar sin recibir nada a cambio, aprendimos que si damos un poco de lo poco que tenemos a quienes tienen menos que nosotros se nos duplica, aprendimos que en caso de emergencia no existen clases sociales: todos necesitamos de todos.

Quizá para muchos fue un día trágico, pero yo prefiero ver justamente esta parte positiva, esa parte rescatable que hizo sacar la mejor versión de nosotros como sociedad, esa parte que te hace pensar que no todo está perdido, que sí, no podemos negar que existe corrupción, malos gobiernos y falsos gobernantes, pero que México no se limita al actuar de pocos sino que México somos todos y si cada quien hace lo que le corresponde aún habrá esperanza para nosotros.

Y como es mes patrio me despido con un ¡viva este México solidario!