El escribir requiere de emplear una ortografía limpia de errores y pulcra. La ortografía permite que el emisor redacte correctamente un texto y por lo tanto, no produzca ambigüedad, confusión o poca claridad en el receptor. Asimismo, es una carta de presentación ante la sociedad, ya que añade calidad, autoridad y prestigio a quien lo escribe.

Con base a lo anterior, las reglas de ortografía, la acentuación y los signos de puntuación favorecen la expresión clara, coherente y precisa de las ideas u opiniones, así como facilitan su comprensión.

Si bien es fundamental desarrollar el hábito hacia la lectura, porque incrementa el conocimiento, desarrolla la imaginación y creatividad, amplía el léxico y la expresión oral y escrita, en México, “de cada 100 personas de 18 y más años de edad lectoras de los materiales de MOLEC, 45 declararon haber leído al menos un libro, mientras que en 2015 lo hicieron 50 de cada 100 personas” (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática [INEGI], 2018, p. 1).

Aun cuando redactar no sea sencillo, la única forma de aprender es practicando. Para ello, se tiene que saber cómo y cuándo se utilizan las reglas ortográficas, los signos de puntuación, la acentuación, las mayúsculas y minúsculas, para así organizar las ideas, elaborar el escrito y transmitir el significado que se desea.
Pese a que en 1997, el escritor Gabriel García Márquez dijo “jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos” (Programa Universitario de Derechos Humanos [PUDH], 2014, párr.5).

Además, si no existiera la ortografía no sería posible ejercer una eficaz comunicación, puesto que los receptores no comprenderían el mensaje que se les está transmitiendo, así como el contenido perdería credibilidad y la reputación del autor resultaría afectada.

A pesar de que la tecnología le ha simplificado al ser humano realizar diversas actividades, también lo ha vuelto apático, en el sentido de que en las redes sociales se ha promovido la redacción con faltas ortográficas, pues se vive en un entorno basado en la inmediatez, que origina desinterés en revisar con detenimiento y reflexión el escrito y se comparta.

Ahora se ha implementado el corrector ortográfico, sin embargo, no es la solución, puesto que ayuda, pero no deja que el redactor piense y decida qué desea escribir. Por esto, no se debe depender de esta herramienta.

Finalmente, si la gente mostrara mayor interés por la lectura, lograría mejorar su ortografía, debido a que observaría cómo se escriben las palabras e incluso, le surgiría la necesidad de buscar el significado de las desconocidas, pero también desarrollaría y fortalecería la habilidad de la redacción.