Cómo influye el consumo de “Vapes” en los jóvenes
12/06/2025
Autor: Juan Méndez
Foto: Juan Méndez

La falta de regulación no ha eliminado el consumo de vapeadores, sino que ha desplazado el mercado hacia la informalidad, con consecuencias impredecibles para la salud pública.

Las estudiantes de sexto semestre de la Facultad de Mercadotecnia de UPAEP, Mónica Ortega Sosa y Suzette Zacamo Atemiz expusieron los hallazgos más relevantes del estudio “Consumo de Vapes entre Universitarios de la Ciudad de Puebla”, que se basó en una muestra de 844 encuestas aplicadas en diversas universidades poblanas, además de la realización de un focus group y el análisis de fuentes secundarias.

En el estudio colaboraron más de 80 estudiantes de los cursos de investigación de mercados y dirigido por el Mtro. Mauro García Domínguez. El trabajo evidenció un preocupante aumento en el uso de vapeadores, especialmente entre jóvenes universitarios, pese a su prohibición legal y los riesgos comprobados para la salud.

Manifestaron que el 26% de los universitarios encuestados declaró consumir vapeadores. De estos, el 49% se considera consumidor frecuente, utilizándolo entre cuatro y siete veces por semana. El consumo se da principalmente en fiestas (29%), dentro de las universidades (26%), en antros (17%) y en casa (16%).

Respecto a los motivos, Mónica Ortega explicó que “mientras los consumidores intensos recurren al vapeo para reducir el estrés, los ocasionales lo hacen principalmente por el sabor”. En ambos casos, la edad promedio de inicio es de 18 años, y la vía principal de adquisición son amigos (66%) y redes sociales (18%).

Uno de los datos más significativos es que el 75% de los consumidores comenzó a vapear por simple curiosidad, mientras que el 52% afirma haber notado algún cambio negativo en su salud: entre estos, destacan síntomas como cansancio y bajo rendimiento físico (55.1%), sofocación y dificultad respiratoria (24.3%), así como tos y dolor de pecho.

En promedio, los consumidores intensos destinan más de 670 pesos al mes en vapes, mientras que los ocasionales gastan cerca de 300 pesos. Aunque un 66% de los encuestados considera que el vapeo es igual o más dañino que el cigarro convencional, el 74% asegura que les ayuda a reducir el estrés.

Suzette Zacamo precisó que “los dispositivos más utilizados son los recargables (42%) y los desechables (32%). Además, muchos usuarios prefieren dispositivos con capacidad de hasta 10,000 hits”, lo cual indica una alta dependencia y frecuencia en el consumo.

El estudio también exploró la opinión de quienes no consumen vape. La mayoría coincide en que vapear es muy dañino y no ayuda a dejar de fumar. Las principales razones para evitar el vapeo fueron: daño a la salud (51%) y falta de interés (39%).

Mauro García Domínguez destacó que este estudio nació del interés genuino de los propios estudiantes por abordar una problemática vigente y urgente. “Lo preocupante es que, a pesar de que en México ya está prohibida su comercialización desde diciembre pasado, el consumo no ha disminuido. De hecho, en los dos periodos de aplicación —noviembre de 2024 y febrero de 2025—, los resultados prácticamente no variaron”, señaló.

García Domínguez subrayó que el problema central radica en que se ha optado por una prohibición en lugar de una regulación clara, lo cual dificulta un control efectivo. “Lo que tenemos hoy en México no es un modelo de prevención ni de atención. Por eso es vital fomentar el diálogo, la educación y la conciencia sobre lo que implica el uso del vape entre los jóvenes”, afirmó.

El estudio presentado por la Facultad de Mercadotecnia UPAEP pone sobre la mesa una realidad que no se puede ignorar: el consumo de vapeadores está normalizado entre los universitarios, quienes en muchos casos inician por curiosidad, sin dimensionar los riesgos para su salud. La evidencia obtenida plantea la necesidad urgente de estrategias educativas, de regulación efectiva y de campañas que logren conectar con los jóvenes para reducir el consumo y prevenir sus consecuencias a largo plazo.

Las estudiantes destacaron que, al igual que ocurrió con la cerveza que ahora tiene versiones "cero" o sin alcohol, debería explorarse la posibilidad de crear vapes con fórmulas menos dañinas. “No queremos fomentar su uso, pero es una realidad que ya están en el mercado. Si no hay regulación, la gente termina comprando productos peligrosos, con sustancias desconocidas y más dañinas que el mismo tabaco”, mencionaron Mónica Ortega y Suzette Zacamo.

Otra de las conclusiones más relevantes del estudio es que muchos jóvenes recurren al vapeo sin ninguna intención de dejar de fumar. De hecho, en la mayoría de los casos, el primer acercamiento es por simple curiosidad, presión social o por los sabores llamativos de estos dispositivos. “Lo más preocupante es que ni siquiera saben qué están inhalando. Algunos líquidos contienen sustancias que también se usan en pinturas o productos de limpieza”, alertó Mauro García.

Asimismo, el estudio hace una diferenciación entre los sistemas cerrados (vapes desechables) y los sistemas abiertos (reutilizables), siendo estos últimos los que permiten cierta regulación en la cantidad de nicotina que se consume. Sin embargo, el desconocimiento técnico entre los usuarios es tal que la mayoría no sabe cómo funcionan estos mecanismos ni qué riesgos implica cada uno.

Sobre la efectividad de las campañas gubernamentales y de la sociedad civil, los resultados son poco alentadores. A pesar de años de advertencias gráficas en cajetillas de cigarros y campañas de concientización, el vapeo no ha disminuido, en parte, porque muchos jóvenes no consideran estos dispositivos tan peligrosos como el cigarro tradicional. “Parece contradictorio, pero incluso se está abaratando el precio de los vapes, lo cual facilita aún más su consumo entre jóvenes”, subrayó el académico.

Finalmente, el estudio pone sobre la mesa una realidad urgente: la falta de regulación no ha eliminado el consumo de vapeadores, sino que ha desplazado el mercado hacia la informalidad, con consecuencias impredecibles para la salud pública.

“La prohibición sin regulación solo fomenta la creación de productos clandestinos, más baratos, más tóxicos y más accesibles. Es momento de tomar decisiones informadas y responsables sobre esta nueva forma de consumo”, concluyó el Mtro. Mauro García.