La madurez afectiva no tiene que ver con la edad, sino con la capacidad de ordenar el corazón, interpretar los deseos propios y elegir amar desde la libertad.
El pasado 11 de junio en el Campus Central de UPAEP, como parte de la experiencia del Global Summer, se llevó a cabo la conferencia “Madurez afectiva: ser libres para amar en la época de lemas Disney”, impartida por el maestro Eduardo Navarro, de la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid.
Durante la charla, el expositor usó fragmentos de películas como Shrek y Ralph el demoledor para explicar cómo el cine influye en la forma en que entendemos el amor. Por ejemplo, mencionó la famosa frase "culpo a Disney por mis altas expectativas en el amor", que refleja cómo muchas películas muestran historias de amor que siempre terminan bien y con finales felices. Aunque estas historias pueden tener algo de verdad, también presentan ideas incompletas o engañosas, que pueden llevar a esperar cosas poco reales en la vida real.
El maestro explicó que este tipo de mensajes pueden hacer que las personas caigan en dos errores: creer en un amor que no tiene verdad, basado solo en sentimientos o fantasías; o por el contrario, pensar en una verdad sin amor, fría y sin afecto. Por eso, insistió en la importancia de buscar un amor que sea verdadero, que una tanto la razón como el corazón.
Navarro comentó que la madurez afectiva no tiene que ver con la edad, sino con la capacidad de entender qué deseos vienen del corazón y cuáles no. Reconocer esos deseos ayuda a responder mejor a la realidad y a las situaciones de la vida, para no actuar solo por impulso o por necesidad, sino buscando el bien verdadero.
También recordó que la persona humana no fue hecha para vivir sola, sino para relacionarse con los demás. Toda vocación, profesión o proyecto tiene sentido cuando es una forma de darse a los otros, de compartir lo que uno es y lo que uno tiene. Al contrario de lo que muchos piensan, entregarse a los demás no quita la libertad, sino que la hace más grande, porque se basa en la certeza de haber sido amado y en la capacidad de amar.
En la parte final, habló sobre el matrimonio y la sexualidad, señalando que no son cosas sin importancia o solo un "papel", sino que expresan una promesa de entrega total. La virginidad, por ejemplo, cobra sentido cuando es una respuesta libre a esa promesa de amor en el matrimonio. También mencionó la importancia de aceptar la propia historia sin rencores, aprendiendo de los errores y permitiendo que incluso las cosas malas puedan transformarse en algo bueno, como ocurre en las historias que parecen perdidas pero tienen un giro inesperado que cambia todo para bien.
El mensaje final de la conferencia fue una invitación a pensar mejor lo que vemos y escuchamos cada día, a entrenar la mirada para poder amar con inteligencia y verdad, y a vivir una libertad afectiva que permita entregarse a los demás sin miedo a perder lo que uno es.