El rearme europeo en materia naval
05/08/2022
Autor: Dr. Herminio S. de la Barquera y A.
Foto: Decano de Ciencias Sociales

Hasta hace unos meses, Europa occidental vivía bajo la ilusión de un mundo en el que la convivencia pacífica con Rusia era posible; muchos políticos en el viejo continente seguían creyendo en que con Putin era posible hacer buenos negocios e incluso que la colaboración militar era hasta cierto punto deseable e incluso posible, por lo que se le incluía en la agenda de la OTAN. Las voces que pedían tener cuidado de un político autócrata, mentiroso profesional y líder carente totalmente de escrúpulos eran una minoría. Para muchos, hacer negocios con Rusia era garantizar la paz con ese enorme y poderoso país, sin parar mientes en el asunto baladí de la existencia o no de condiciones democráticas dentro de las fronteras dilatadísimas de ese país. La carencia de democracia y de justicia para el pueblo ruso no era, en estos cálculos políticos y económicos, de mucho peso.

La guerra infame desatada por Putin contra Ucrania cayó como balde de agua fría y despertó violentamente a muchos políticos que habían visto inocentemente cómo Putin no sólo se preparaba para la guerra, sino que lo había anunciado públicamente en sendos discursos, particularmente en 2007 y en 2014. Las ideas fundamentales las volvió a exponer en su alocución del lunes 21 de Febrero, días antes de la invasión a Ucrania: Rusia desea restaurar las viejas fronteras zaristas y soviéticas, abarcando desde el Mar Báltico hasta el Pacífico, en una “Eurasia” bajo la égida rusa. Las quejas sobre la expansión militar de la OTAN hacia el este, sobre la corrupción en Ucrania (“el burro hablando de orejas”), la existencia de “nazis” en el gobierno ucraniano, la supuesta ambición de dicho gobierno de armarse para agredir a Rusia, entre otras cosas, no fueron más que pretextos para tratar de justificar, dentro y fuera de su país, una agresión del todo injustificable.

Esta guerra ha acarreado para Putin algunas consecuencias no esperadas por él, muy graves por sus alcances. Una de ellas es el fortalecimiento de la OTAN; a quienes muchos ya daban por muerta, por lo que Europa pareció despertar de un sueño y de pronto se vio en la necesidad de armarse para defenderse del tirano que creía poder controlar manteniéndolo contento con negocios y diálogo. Países como Suiza, Finlandia y Suecia se vieron de pronto confrontados con sus respectivos conceptos de “neutralidad” y se sintieron, súbitamente, amenazados. Otros, como las repúblicas bálticas, vieron confirmados sus viejos temores de ser objeto de una invasión por parte del poderoso país vecino. Alemania, que había descuidado s sector defensa durante al menos un par de décadas, también se dio cuenta de que había marchado por la senda equivocada, por lo que, en una “revisión histórica”, dio un giro de 180° en su política de defensa, por lo que está destinando una inmensa cantidad de dinero para volver a fortalecer a sus fuerzas armadas, en el contexto de una defensa europea que ya identificó, rectificando, a su actual enemigo: Putin. Gran parte de la opinión pública japonesa también cambió su enfoque pacifista ante la agresión rusa a Ucrania, si bien los gobiernos de ese país en realidad nunca dejaron de invertir –y mucho- en la defensa nacional, en parte debido al explosivo contexto geopolítico en el que está Japón, con vecinos bastante incómodos: China, Corea del Norte y Rusia.

Ahora asistimos, desafortunadamente, a una nueva carrera armamentista, ante el hecho, tristemente demostrado, de que no todos respetan a otros. Putin, por ejemplo, sólo entiende el lenguaje de la fuerza, por lo que considero totalmente inútil negociar con él, pues negociar y tratar de llegar a acuerdos con un mentiroso no nos lleva a nada. Lamentablemente resuenan en nuestra mente las palabras de un gran cínico, pero que era un conocedor de la naturaleza humana, a su manera, Alphonse Gabriel Capone (Al Capone), cuando dijo “Logras más con una sonrisa, un apretón de manos y una pistola, que sólo con una sonrisa y un apretón de manos”. No creemos que, en este mundo multipolar, las soluciones deban ser exclusivamente las que planteen las armas, pero lo que ahora estamos discutiendo es un hecho: los países europeos se están rearmando, temerosos de la amenaza rusa.

Así que Europa se prepara nuevamente para defenderse. El 20 de Julio pasado, la Comisión Europea anunció que podrá a disposición de los países miembros la suma de más de mil millones de euros para apoyar 61 proyectos comunitarios en materia de defensa. Estos proyectos tienen que ver con la investigación y desarrollo de sistemas de armas terrestres (como carros de combate blindados, por ejemplo), aéreas (aviones de combate) y marítimas (como la nueva corbeta europea). Se trata, a grandes rasgos, de la siguiente generación de aviones de combate, de tanques y de buques de guerra, así como de ciertos aspectos tecnológicos de defensa, desde el desarrollo de tejidos y fibras nuevas para uniformes militares, inteligencia artificial, semiconductores, investigación espacial y medidas de defensa cibernética y médica (Cyber and Medical Countermeasures).

Este fondo para impulsar proyectos comunitarios en materia de defensa apunta a fortalecer la integración de la industria de defensa europea, que a su vez posibilitará la innovación y la modernización de las fuerzas armadas. Según Thierry Breton, Comisario para el Mercado Interno, este fondo de defensa hará que la colaboración en este rubro se convierta en una norma, bajo el lema de que se gasta mejor el dinero cuando lo gastan entre todos. Se busca que todos los miembros de la Unión Europea se beneficien de estos proyectos y de los fondos disponibles para echarlos a andar.

Algunos de estos proyectos ya estaban en marcha, como el de la “Corbeta Europea de Patrulla” (European Patrol Corvette, EPC), que comenzó en 2021, cuando se formó un consorcio bajo la dirección de algunas de las más grandes empresas dedicadas al sector defensa en Europa: la italiana Fincantieri, la francesa Naval Group y la española Navantia, que generalmente compiten entre sí, pero que ahora, en este proyecto comunitario, unieron fuerzas para presentar el proyecto de un buque patrulla modular, con las dimensiones de una corbeta (buque más pequeño que una fragata). El proyecto es de unos 60 millones de euros, que por ahora se concentra en llegar hasta un primer diseño, para que esta corbeta modular de usos múltiples sirva como referencia de una clase de buques que puedan estar en condiciones, en el futuro próximo, de emprender una gran cantidad de misiones.

En este proyecto tan importante participan Italia como líder, Francia, España, Grecia, Portugal (como observador), Dinamarca y Noruega. La corbeta patrullera resultante de este proyecto debe ser un buque inteligente, innovador, flexible, asequible, interoperable y potente, capaz de hacerse cargo de diversas misiones hacia la mitad de este siglo XXI. Como buque de pequeñas dimensiones, debe estar en condiciones de actuar en segunda línea y de apoyar en la proyección de poder y en la supremacía naval, pero también debe participar en tareas no militares, como el combate a la piratería y a la delincuencia organizada en sus diversas manifestaciones, controlar la migración, ayuda humanitaria, seguridad en las rutas marítimas, etc.

Será una verdadera proeza técnica lograr que esta corbeta cubra tantas exigencias, pero la enorme experiencia de los astilleros participantes es una garantía de que el proyecto saldrá adelante. La base será la corbeta “estándar” de Fincantieri, de unos 100 metros de eslora y un desplazamiento de 3 000 toneladas, y que substituirá en el futuro cercano a varias clases de buques, desde botes patrulla hasta fragatas ligeras. Tendrá que satisfacer las necesidades de cada uno de los países participantes: Italia y España requieren de un buque de patrulla que substituya a los que dejarán el servicio activo; Francia requiere de un buque que pueda cubrir grandes distancias, debido a sus territorios de ultramar; y Grecia requiere de un buque con capacidades de combate, para cubrir un cierto déficit en la materia en su marina de guerra. Nada fácil, la tarea...

Lo que este ejemplo nos muestra es que los grandes proyectos de defensa son más fáciles de desarrollar si varios socios participan, además de que la generación, la transferencia y el intercambio de tecnología son de enorme trascendencia en el mundo actual. Sólo la colaboración permite enfrentarse a proyectos que son necesariamente caros pero cuyos frutos son ricos para todos los participantes. Quien se queda fuera de estos procesos tardará mucho tiempo en recuperarse, perderá la conexión con la tecnología más avanzada y requerirá de un enorme esfuerzo de parte de sus militares para acoplarse a las novedades en un futuro próximo. Esto, al parecer, no preocupa al gobierno mexicano, que ha abandonado el importantísimo proyecto de seguir construyendo las fragatas tipo POLA, en colaboración con una empresa holandesa. La única fragata de su tipo en servicio, construida en México, la “Benito Juárez”, estaba en realidad pensada para ser la cabeza de serie de 8 unidades, como ya en alguna ocasión lo explicamos en este espacio. En aras de una austeridad mal entendida, el gobierno de la autodenominada 4T suspendió el proyecto. Esto significará, a corto, mediano y largo plazo, un duro golpe para los proyectos y las capacidades de la Armada de México y para el país en general, pues se dejará de desarrollar tecnología propia y transferida, seguiremos careciendo de la capacidad de proteger nuestros recursos naturales, de generar fuentes de empleo de alto nivel y costará mucho esfuerzo, tiempo y dinero volver a retomar las cosas en años venideros, si es que algún día tendremos un gobierno más abierto y moderno. Lo mismo pasará con la Fuerza Aérea, que ya se quedó totalmente sin medios de superioridad aérea, al ser ya totalmente obsoletos los cazas F-5, y quedó degradada a ser un servicio de transporte aéreo del ejército. Es un sexenio perdido en materia de tecnología para la defensa, de la seguridad de sus habitantes y de la protección efectiva de nuestros recursos naturales.