En días recientes, supimos que, después de casi un año de haber iniciado la invasión rusa a Ucrania, el canciller alemán Olaf Scholz al fin accedió a las insistentes peticiones ucranianas de suministrar el famoso tanque de combate Leopard 2 a las fuerzas armadas que con desesperación defienden el país invadido. El argumento esgrimido por el tibio canciller para retrasar tanto la entrega es que no deseaba involucrar más a su país en la guerra, pero al final, la presión de los aliados de la OTAN (incluyendo a los Estados Unidos), de los miembros de la coalición gobernante en Alemania y de la oposición, terminaron por doblegarlo. En el transcurso de este “estira y afloja” intervino también Vladimir Putin, amenazando con hacer uso de la opción nuclear en el conflicto armado, lo que al parecer intranquilizó a Scholz y a muchos actores políticos en Europa. El problema es que Putin sabe que él despierta miedo en muchos políticos occidentales, por lo que desde siempre ha incluido estos temores en sus cálculos y acciones expansionistas; sabe que provoca en muchos un pavor que le permite incurrir en crímenes de guerra, masacrando a la población civil sistemáticamente, sin temor a represalias severas por parte de los países occidentales. Hay una cobarde desidia en muchos actores occidentales frente a la heroica lucha de los ucranianos para defender su país y sus libertades. Incluso el Presidente López, de México, quien se dice demócrata, ha dejado ver claramente que está del lado de Rusia, es decir, del invasor y criminal de guerra. El derecho internacional, por el contrario, está del lado de Ucrania y de los países que le ayudan a defenderse, pues ese Estado independiente fue invadido, por lo que le asiste el derecho a la defensa propia.
Si consideramos la notoria superioridad numérica rusa en soldados y equipo, así como la brutalidad con la que conduce la guerra, es asombroso cómo el ejército ucraniano ha sabido defenderse con valentía y eficiencia, por lo que ha logrado incluso recuperar parte del territorio perdido inicialmente. Para poder pasar a la ofensiva, sin embargo, Ucrania requiere forzosamente de la ayuda militar del occidente. Esto se debe a que la capacidad ofensiva militar ucraniana ha llegado a su límite, por falta de material bélico. Recordemos que, para poder emprender una ofensiva, se requiere de una superioridad de cinco a uno, por lo que ahora ha empezado una nueva fase en la campaña: posiciones más o menos fijas y guerra de desgaste, pero en la que Rusia tiene más capacidad de resistir, pues tiene mayores reservas de hombres y de material. Cada día que pasa en este conflicto significa más muertos, incluyendo a civiles, y más problemas globales, pues el hambre que se ha acentuado en África, por ejemplo, podría paliarse en algo si la guerra terminase.
Y esta guerra podría terminar como empezó: si Putin así lo ordena. Si este criminal diera a sus tropas la orden de cesar el fuego o de retirarse, la guerra terminaría, pero no lo hará. En estos momentos, empero, estamos en una situación de empate en el frente de batalla, por lo que muchos actores políticos en Occidente claman por una salida diplomática. Este cansancio en Europa y sus aliados se acrecienta debido a la inflación y a las carencias energéticas que han resultado de la invasión rusa. Sin embargo, en estas condiciones militares no se puede negociar, pues si ahora Ucrania pidiese hacerlo, la paz se alcanzaría bajo las condiciones que Putin dictara y Ucrania seguramente dejaría de existir como nación independiente. Por eso es importante que la ayuda militar a las fuerzas ucranianas siga fluyendo: para que las negociaciones se lleven a cabo desde una posición de fuerza frente al invasor. En la política internacional, los factores “diplomacia” y “ayuda militar” no se contraponen, sino que se complementan. Así que, para poder negociar, a Ucrania no le basta simplemente haber contenido el avance ruso, sino que debe pasar a la ofensiva y adentrarse en territorios ucranianos controlados por Rusia.
El camino de apoyar activamente a quien se defiende de una agresión injusta siempre es arriesgado, sobre todo cuando el agresor no tiene escrúpulos; no obstante, la otra opción, la de sólo ver, callar y mantenerse “neutral”, conlleva aún más peligros, puesto que le daría a entender a Putin y a otros potenciales invasores (como la República Popular China frente a Taiwán) que realmente no tienen que temer ninguna represalia ni respuesta contundente por parte de los aliados occidentales si cometen un acto agresivo. Países como Polonia, Taiwán, Moldavia y las repúblicas bálticas podría ser los siguientes objetivos de las políticas expansionistas rusa y china.
Scholz aparentemente no quería ser el primero en dar el paso, ciertamente arriesgado, de enviar tanques modernos a Ucrania, sin que otros países aliados también lo hiciesen. Quien tomó la iniciativa para salir de esta situación empantanada fue el gobierno del Reino Unido, al anunciar el envío de tanques “Challenger”, sin importarle si algún gobierno más lo seguía o no en esta decisión. En este sentido, los ingleses se mostraron con más determinación y empuje que el tímido y pasmado Herr Scholz. Otros países europeos, como Polonia y Finlandia, ya habían dado a entender que estaban dispuestos a enviar sus “Leopard 2” a Ucrania, pero necesitaban forzosamente la anuencia de Alemania, el país de origen de tan modernos carros de combate. Pero el gobierno alemán tampoco les extendía esta autorización, por lo que el mal humor de Kiev frente a Alemania era por dos razones: Berlín no enviaba tanques, pero tampoco permitía que otros países lo hicieran. Y es que en los contratos para la venta de armas existe lo que se llama “cláusula de destino final”: el país productor le vende el material bélico a otro país, pero este no puede a su vez enviarlo (venderlo, regalarlo, donarlo, etc.) a un tercer Estado sin la anuencia del país productor.
El envío de tanques pesados al frente de batalla no solamente es un elemento decisivo de naturaleza militar: es también un elemento de naturaleza política, pues es un mensaje a Putin, a sus compinches y a los propios aliados occidentales, en el sentido de que los países democráticos están dispuestos a defender sus libertades frente a los regímenes autoritarios. También envía otra señal clara: los países agredidos injustamente pueden contar con la protección no solamente del derecho internacional en la condena de palabra frente a una agresión, sino también con el apoyo material en el campo de batalla.
Para repeler exitosamente la invasión rusa, Ucrania echó mano, en un primer momento, de su inventario de material bélico de origen soviético. En lo que a tanques se refiere, estamos hablando, en su mayoría, de los T-72; después, en el transcurso de la guerra, también se hizo con otros modelos soviéticos que capturó al ser abandonados por las fuerzas rusas en su huida. Incluso capturó algunos ejemplares del moderno T-90, casi intactos. De hecho, de muchos tanques del ejército ruso destruidos o capturados por los ucranianos, estos han tomado piezas de repuesto, para poder mantener en servicio a sus propias unidades. Una tercera fuente de recursos materiales para la guerra es lo que se recibe de los países amigos, particularmente de la OTAN.
Sin embargo, el tanque más solicitado por Selensky es y sigue siendo el Leopard 2, alemán, considerado uno de los mejores del mundo. Aquí es menester señalar que, por muy bueno que pueda parecer un tanque o cualquier otro tipo de armamento, no existe ninguno que sea infalible e indestructible. Tampoco existen “armas maravilla” que puedan, por sí solas, definir el discurrir de una guerra, ni siquiera los modernos “tanques principales de combate” (Main Battle Tank, MBT) estadounidenses M1 Abrams, el Merkava Mk 4M israelí, el Challenger II británico o el Leopard 2, fabricado desde 1978 en Alemania.
Entonces, a todo esto, ¿cuáles son las características del temible carro de combate Leopard 2? Este tanque es fabricado por la empresa bávara Krauss-Maffei Wegmann, que ha desarrollado diferentes variantes del modelo original. La más moderna es la llamada Leopard 2A7, en servicio desde el año 2014. Dependiendo, entonces, de los modelos o versiones, este carro universal de combate puede pesar entre 55.4 y 62.5 toneladas, con un motor que desarrolla 1 500 caballos de fuerza, alcanzando hasta 72 km/h. Tiene un cañón de 120 mm y dos ametralladoras de 7.62 mm, aunque el armamento puede variar según el modelo. En comparación con los tanques T-72 de diseño soviético, los tanques Leopard 2 más modernos pueden tener ventajas tanto ofensivas como defensivas, como, por ejemplo: la combinación de potencia de fuego, protección blindada y movilidad como una de las principales ventajas del sistema de armas; este poderoso tanque puede avanzar a toda marcha –incluso en reversa- y seguir disparando con toda precisión y contundencia; esto no lo pueden hacer los tanques rusos, pues, aunque pueden disparar mientras avanzan, no pueden moverse a toda velocidad sin menoscabo de la precisión y cadencia de fuego.
Otra ventaja que tienen los carros alemanes es que su tripulación está mejor protegida que en los tanques soviéticos y rusos: generalmente, los T-64, 72, 80 y 90, al recibir un impacto, arden como yesca con toda su tripulación, mientras que los tanques occidentales, como en este caso el Leopard, ofrecen más probabilidades de supervivencia a su tripulación. Empero, a pesar de la notoria superioridad técnica y tecnológica del Leopard 2 sobre los modelos rusos, no debemos pensar que son indestructibles, pues, en primer lugar, ya hemos afirmado que no existen armas invulnerables; además, estos carros de combate aún no han participado en combates contra tanques de similares capacidades, por lo que su bautizo de fuego puede ser la campaña en Ucrania. Además, allí se enfrentarán a otras armas, como vehículos aéreos no tripulados (“drones”), misiles y armas antitanque de diferentes tipos.
Ciertamente, algunos Leopard del ejército turco fueron destruidos por las milicias del mal llamado “Estado Islámico” en Siria, al ser atacados desde la retaguardia o los flancos. Se trata, en este caso, de un modelo antiguo, de hace unos 30 años: el 2A4, que no dispone de un blindaje tan sofisticado como la versión 2A7. Sin embargo, esta no es una debilidad del tanque, que tiene su principal blindaje en la parte delantera, sino de la táctica empleada por los turcos. Los tanques sirven para avanzar y enfrentarse a un enemigo que se encuentra adelante en campo abierto, al que se le dispara desde aproximadamente dos o tres km de distancia, mientras que casi todos los tanques turcos destruidos en Siria estaban en ámbitos urbanos o semiurbanos, por lo que sus ventajas no podían aprovecharse totalmente; además, no contaban con la protección de la infantería. Como dijimos, esto es más un problema de conducción del combate y de falta de experiencia, no tanto un defecto del tanque en sí. Lo que sí es de esperarse es que los soldados ucranianos, que han demostrado una excelente preparación y una elevada moral de combate, harán un excelente uso de este tanque. Esperemos que, desde una posición de fuerza, logren su objetivo de obligar a los rusos a negociar.