Amelia Earhart, pionera de la aviación
29/03/2023
Autor: Dr. Herminio S. de la Barquera y A.
Cargo: Decano de Ciencias Sociales

Amelia Mary Earhart nació el 24 de Julio de 1897 en Atchison, Kansas; desapareció hacia el 2 de Julio de 1937 en el Océano Pacífico y fue declarada muerta el 5 de Enero de 1939. 

Amelia Earhart fue una luchadora social, sufragista (es decir, partidaria del derecho de las mujeres a votar y ser votadas) y una de las más importantes figuras de los inicios de la aviación. Es decir, estamos ante una pionera de la aviación que desarrolló sus actividades en un mundo en el que era prácticamente impensable ver mujeres piloteando un avión. Amelia era hija del abogado germano-estadounidense Samuel Stanton Earhart (1868-1930) y de su esposa Amelia Otis (1869-1962); tenía una hermana menor, Grace Muriel Earhart (1899–1998). Debido a que su padre era alcohólico, pasó la mayor parte de su infancia en la casa de sus abuelos. Ya desde niña, Amelia Earhart se comportaba de manera diferente a lo que se esperaba de las niñas en esa época: trepaba a los árboles, cazaba ratas con un arma y coleccionaba artículos periodísticos sobre mujeres en trabajos “masculinos”. En 1915 se graduó de la escuela secundaria con honores, y a partir de 1917 trabajó como enfermera militar en Toronto. Más adelante encontró empleo como trabajadora social en Boston. En 1919, Amelia comenzó a estudiar medicina en la Universidad de Columbia en Nueva York. Sin embargo, interrumpió sus estudios después de casi un año y regresó con sus padres, quienes vivían en Los Ángeles.

En 1920 vivió una experiencia que fue trascendental en su vida y en su vocación: se le permitió volar en un avión, después de lo cual decidió aprender a volar por sí misma. El asunto no era nada fácil, pues el costo de adquirir una licencia de piloto en ese momento era de alrededor de 300 dólares para pilotos privados y alrededor de 4 000 para pilotos comerciales. Ante estos costos tan altos, los padres de Amelia se negaron a financiarle la licencia. Por eso ella decidió resolver el problema por sí misma, para lo cual buscó trabajo en donde pudo. Se dice que llegó a tener 28 trabajos diferentes. Por fin, tantos esfuerzos valieron la pena y, en 1921, Amelia pudo tomar su primera lección de vuelo con la piloto Neta Snook (1896-1991). Snook fue una de las pioneras de la aviación en los Estados Unidos y la primera mujer en tener su propia escuela de vuelo, en donde enseñó a Amelia a volar. Al poco tiempo, con dinero ahorrado y prestado, Amelia logró comprar su primer avión, un Kinner Airster, biplaza de cabina abierta al que llamó “The Canary”; con él, pronto estableció un récord mundial de altitud para mujeres (4300 m). En 1924 sus padres se divorciaron, por lo que Amelia se mudó a la costa este de los Estados Unidos con su madre, pero, para complacerla, tuvo que vender su avión y comprar un auto deportivo. Trabajó en Boston como maestra y luego, nuevamente, como trabajadora social.

El reconocimiento internacional llegó a Amelia Earhart gracias a un vuelo de 20 horas en Junio ​​de 1928, como primera mujer en cruzar el Atlántico sin escalas, como integrante de una tripulación de tres personas. El vuelo estuvo comandado por Wilmer Stultz (1900-1929), un famoso piloto militar y de pruebas, reconocido, a pesar de su corta edad, por ser un experto en vuelos largos. Fue el primero, por ejemplo, en volar sin escalas de Nueva York a La Habana, en 1928. Moriría, un año después, en un accidente de aviación. Este famoso vuelo transatlántico fue planeado y comandado por Stultz, a quien acompañaron Amelia Earhart y Lois Gordon. Stultz estaba programado para ser el piloto, alternando con Gordon, quien asumió el puesto de navegante. Earhart, quien ya tenía licencia de piloto, participó como pasajera y auxiliar. Fue la primera mujer en participar en un vuelo transatlántico exitoso. Los preparativos llevaron a los tripulantes a Halifax, Canadá, el 8 de Junio de 1928. Allí, George Palmer Puthan (un conocido editor neoyorkino que apoyaría a Amelia en otras empresas, y de quien hablaremos más abajo) dirigió el proyecto hasta que el Fokker trimotor "Friendship" despegó con los tres aviadores hacia el aeropuerto de Newfoundland, Canadá. El 17 del mismo mes, después de varias salidas en falso, debido al mal tiempo, los tres iniciaron su viaje a Burry Port, Gales. Después de 20 horas y 40 minutos, lograron aterrizar en el aeropuerto de Gales justo antes de quedarse sin combustible. Amelia Earhart se hizo conocida internacionalmente por ese vuelo, quizá dado lo inédito de ver a una mujer como parte de una tripulación de vuelo, mientras que Stultz y Gordon pasaron, injustamente, a un segundo plano como piloto y navegante. Pero en eso Amelia no tuvo que ver; de hecho, cuando la entrevistaron después de aterrizar, dijo: "Stultz voló toda la ruta, por necesidad. Yo era sólo equipaje, como un saco de papas.” Y comentó: "... tal vez algún día lo intente por mi cuenta". La popularidad de Earhart subió a tal grado, que fue electa como “la mujer del año”, convirtiéndose en un ídolo para las jóvenes estadounidenses. Recibía invitaciones con frecuencia para participar en entrevistas y conferencias y las utilizaba para "sacar a las mujeres de la jaula de su género". Enfatizaba repetidamente que no se deben aplicar estándares diferentes a las mujeres, pero también señalaba que las mujeres "han usado la referencia a su género como una excusa durante demasiado tiempo.” Earhart aprovechaba su posición ante los medios para animar a las mujeres a estudiar carreras técnicas, afirmando que no había argumentos para mantener a las mujeres fuera de estas disciplinas.

En 1931, Earhart recibió la sexta propuesta de matrimonio de su muy paciente pretendiente, patrocinador y mentor, George P. Putnam, quien ya la había apoyado en sus aventuras aéreas varias veces. Se casó con él "a regañadientes", según ella misma señaló, el 7 de Febrero de 1931. Como temía que el matrimonio llegase a limitar su capacidad para volar, no quería tener hijos: "Lleva demasiado tiempo hacer un bebé".

Por fin, en 1932, llegó el momento para su mayor aventura hasta ese entonces: después de Charles Lindbergh (1902-1974), quien había volado sin escalas de Nueva York a París en 1927, Amelia se convirtió en la primera mujer en volar sola a través del Atlántico. Salió de Terranova hacia París el 20 de Mayo de 1932 en un Lockheed Vega 5B modificado. Sin embargo, debido al mal tiempo y a problemas técnicos, no pudo llegar a París y tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia cerca de Londonderry (Irlanda del Norte). Por este vuelo, que también la convirtió en la primera persona en cruzar dos veces el Atlántico, recibió la Medalla de Oro de la National Geographic Society de manos del presidente Herbert C. Hoover. También fue la primera mujer en recibir la condecoración “Distinguished Flying Cross”. En su discurso de aceptación dijo, con su característico buen humor: “Algunos aspectos del vuelo han sido exagerados, me temo. Fue mucho más emocionante escribir que había aterrizado con los últimos litros de combustible. De hecho, todavía tenía más de cuatrocientos (litros). Y no maté a ninguna vaca al aterrizar, a menos que una muriera del susto".

En cuanto a sus convicciones políticas, Earhart era partidaria del presidente Franklin D. Roosevelt (1882-1945) y respaldó su programa de legislación social y bienestar público para los enfermos, jubilados, desempleados y grupos marginados. Cuando Roosevelt se postuló para la reelección en 1936, apoyó al presidente en numerosas conferencias públicas. Tenía una amistad personal y política con la Primera Dama, Eleanor Roosevelt (1884-1962), a quien incluso convenció para que hiciera con ella un vuelo nocturno sobre Washington.

El 11 de Enero de 1935, Amelia voló un Lockheed Model 5C Vega Special, convirtiéndose en la primera persona en volar sola sobre la porción del Océano Pacífico entre Honolulu (Hawái) y Oakland (California). En el mismo año completó el primer vuelo en solitario desde la Ciudad de México a Newark.

Después llegaría el que sería su último vuelo, que tenía como objetivo darle la vuelta al mundo siguiendo la línea del ecuador. El avión que tuvo a su disposición para tal aventura fue un Electra (Lockheed Model 10). La empresa fue financiada principalmente por la Universidad de Purdue, donde Earhart se desempeñaba como consejera estudiantil. El avión, también patrocinado por la universidad, era visto como una especie de laboratorio volador.

Acompañada de Fred Noonan (*1893) como navegante, Amelia, después de una breve interrupción del vuelo desde Hawái, partió el 21 de Mayo de 1937, ahora desde Miami. Después de escalas en Brasil, África Occidental, Calcuta y Rangún, para el 29 de Junio ya había recorrido las tres cuartas partes del trayecto. Despegó de Lae, Nueva Guinea, el 2 de Julio para completar el tramo final: el Pacífico, por lo que voló a la isla Howland, donde tenía la intención de hacer una escala final. Earhart había planeado encontrar dicha isla, que tiene solo 2,6 km² de superficie, utilizando radiogoniometría (búsqueda por radio dirección). Para ello, allí esperaba el buque “USCGC Itasca”, que respondió a sus mensajes de radio según lo convenido con antelación. Sin embargo, Earhart informó repetidamente que no estaba recibiendo ninguna señal de radio, después de lo cual aparentemente deambuló por el Pacífico, cada vez más angustiada. Aparentemente el buque podía escucharla, pero ella no escuchaba las radiotransmisiones de la embarcación. Alrededor de las 08:40 hora local, su navegador informó la dirección del vuelo, después de lo cual finalmente se perdió el contacto. El avión nunca llegó a la isla Howland.

Poco después del último mensaje de radio, el gobierno de EE. UU. lanzó una amplísima operación de búsqueda: 64 aviones y ocho buques de guerra participaron en ella, la más grande en la historia de la aviación hasta ese momento. Se cubrieron más de 400 000 km² de superficie marítima, pero sin éxito: del avión y de su tripulación no se encontró ni el menor rastro, por lo que la búsqueda se canceló el 19 de Julio. Amelia Earhart y Fred Noonan fueron declarados "desaparecidos, presuntamente fallecidos". En 1938 se construyó un faro en honor de Amelia en la isla Howland, que lleva su nombre.

¿Qué pudo haber conducido al trágico accidente y a la desaparición de la tripulación? Podemos registrar diferentes causas: en primer lugar, la isla Howland estaba marcada incorrectamente en los mapas de esa época, a saber, 10 km al oeste de su ubicación real. 10 km para un avión casi sin combustible es una distancia mortal. Además, el cálculo de la posición de la aeronave del navegante Noonan probablemente fue incorrecto. Las dificultades en la comunicación por radio también contribuyeron al accidente. El cielo nublado en el momento de la desaparición hizo aún más difícil encontrar una diminuta isla a pocos metros sobre el mar. Sin embargo, el mayor error fue que los sistemas de radiogoniometría de la aeronave y del barco “Itasca” no estaban coordinados y la tripulación de vuelo no estaba muy familiarizada con el sistema.

Como ya dijimos, ni el cuerpo de Amelia ni el de su navegante han sido encontrados hasta la fecha, ni tampoco la avioneta. La suposición más obvia, por lo tanto, parece ser que el avión y su tripulación se desplomaron en el Pacífico. Se cree que poco después de su última llamada de radio, Earhart se quedó sin combustible y estaba tan ocupada estabilizando el avión que ya no pudo transmitir una llamada de auxilio. Es muy probable que los restos de la aeronave se encuentren en las proximidades de la isla Howland, a una profundidad de unos 5000 metros. A lo largo de los años, se han propuesto otras hipótesis sobre el paradero de Earhart. Se dice que se escondió en islas de los Mares del Sur, o que fue capturada por tropas japonesas o que se escondió en los EE. UU. con una nueva identidad. Hay informes sobre objetos encontrados en islas de la región del accidente, que pudiesen apuntar a que los tripulantes llegaron a tierra, perdiéndose después todo rastro de ellos. 

Se cerró así este capítulo de la historia de la aviación, que tuvo como protagonista a una mujer decidida, valiente y emprendedora, cuyo vigor sigue siendo inspiración y ejemplo para todos nosotros, independientemente del género y de la época.