Para muchos, la reforma actual implica un cambio educativo a nivel epistemológico, pues invita a realizar una acción que rescate, por vía un ejercicio de co-diseño, el texto que refleja cierta realidad situada en un contexto, lo cual es condición para poder atender a la diversidad del aula, la escuela, la comunidad, etc. En este marco, la diversidad se entiende como riqueza desde la cual se debe partir para poder emplazar una serie de actividades que puedan producir significatividad en todo momento. De ahí que el esfuerzo solicitado a los profesores sea una propuesta extensa (analítica) que no excluya las realidades desde las cuales viven, pero tampoco a las personas que representan también diversidad.
La diversidad es un concepto que puede encontrarse articulado con la propuesta de inclusión educativa y, en parte, con el papel que tiene, en la Nueva Escuela Mexicana (NEM), la educación especial. La primera porque engloba la diversidad al premiar su inclusión sin discriminación, reconociendo su valía a partir de su derecho a ser diferente y a ser respetado por esa diferencia. La segunda porque es la educación especial la encargada de atender la discapacidad, los diversos síndromes y trastornos y las aptitudes sobresalientes (AS).
Si bien, la diversidad no se restringe a la discapacidad, los trastornos y los síndromes, pues para la Nueva Escuela Mexicana, ésta refiere situaciones de movimiento humano, género, exclusión económica, cuestiones indígenas, entre algunas otras, tampoco se limita a enunciar las formas en que se han clasificado los grupos vulnerables en México y las problemáticas que enfrentan. La diversidad refiere forzosamente tomar en cuenta el amplio espectro humano de posibilidades de existencia y de diferencias.
La diversidad, desde una perspectiva antropológica, es lo que nos caracteriza como seres humanos, por tanto, es plausible y deseable que, en los espacios institucionalizados como las escuelas, la educación que se promueva parta de ese reconocimiento y permita esa existencia humana. Es más, recupere lo valioso de lo diverso para el propio aprendizaje y comprensión de esos otros que son parte de nuestra comunidad, de nuestra nación y de nuestro mundo.
Sin embargo, no toda diversidad refiere lo mismo, es decir, aunque todos podemos estar incluidos bajo la idea de diversidad, son visibles no solo distinciones entre lo diverso, también jerarquías y posiciones. No toda diversidad se traduce en la escuela de la misma manera, hay formas de existencia que están colocadas en una posición/estatus que da cuenta de una condición deficitaria, frente a otras que refieren “más diferencia”, sin que implique forzosamente una diversidad “negativa”. Por tanto, no toda diversidad es riqueza, posible de ser tomada como recurso para el aprendizaje.
Lo anterior no es fruto de la casualidad, refiere un ejercicio que representa lo que la escuela valora y desea, frente a lo que no, de esa diversidad. Que busca, más que reconocer, cambiar y asimilar a la persona diversa. Lo que es, más bien, una diversidad “negativa” de otra que se puede considerar “positiva”. Es esta “diversidad negativa” la que, en muchos de los casos, corresponderá atender a la educación especial, claro está, a excepción de las aptitudes sobresalientes
Uno de los retos de la educación especial será entonces trabajar de la mano con los profesores para poder generar espacios de aprendizajes enriquecidos que favorezcan a todos sin excepción. Es decir, reposicionar posición/estatus que permita no solo ver déficit, sino una existencia más de esa diversidad humana. Lo anterior no será posible sin una reflexión profunda desde la propia disciplina, en donde se interroguen las clasificaciones y, sobre todo, las lógicas de abordaje de la diversidad a atender.
Por ejemplo, desde la educación especial en la NEM, la diferencia entre una aptitud sobresaliente y una barrera para el aprendizaje debería trabajarse desde una idea compartida de diversidad que no lleve el rasgo distintivo negatividad/positividad, pues si se observan detenidamente, tienen más elementos en común, de orden metodológico y didáctico, que grandes diferencias. Ambas se producen por ambientes poco enriquecidos, por la existencia de metodologías mecánicas y repetitivas, por la enseñanza homogénea y por el escaso equipamiento de mobiliario y equipamiento. Ambas están relacionadas con una singularidad, pero también un contexto que impide o favorece a partir de los recursos que posee, el aprendizaje y la participación. Ambas están imbricadas con identidades, visiones de mundo, situaciones económicas, culturales, de movilidad, etc., por lo que no pueden ser explicadas sólo por una característica considerada deficitaria. Y ambas son parte de nuestra riqueza humana.