La crueldad
24/08/2023
Autor: Dr. Herminio S. de la Barquera y A.
Cargo: Profesor Investigador Escuela de Relaciones Internacionales

Me crucifican y yo debo ser la cruz y los clavos. 

Me tienden la copa y yo debo ser la cicuta. 

Me engañan y yo debo ser la mentira. 

Me incendian y yo debo ser el infierno. 

Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo. 

Mi alimento es todas las cosas. 

El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo. 

Debo justificar lo que me hiere. 

No importa mi ventura o mi desventura. 

Soy el poeta. 

Jorge Luis Borges: El cómplice

 

América Latina es una región que vive, desde hace algunas décadas, sin una hipótesis de conflicto militar entre sus países. Ciertamente hay conflictos y diferencias sobre diferentes aspectos de la convivencia geográfica y política, tales como discusiones en torno a cómo discurren algunas fronteras nacionales, particularmente en territorios difíciles como selvas, pantanos y superficies marítimas; o por la posesión de islas, como las Malvinas, pero ninguno de esos conflictos amenaza con devenir en una guerra. Sin embargo, nuestro subcontinente está muy lejos de ser una región pacífica: a pesar de que no hay conflictos armados entre nuestros países, el nivel de violencia dentro de algunas de estas naciones es altísimo. Pensemos en Honduras, Colombia, Haití, El Salvador, Brasil o México, en donde tanto la delincuencia común como la organizada forman ya parte normal de la vida cotidiana. 

En estos días recientes hemos sido testigos, una vez más, de hechos sumamente violentos que nos han estremecido: no es tan solo el elevadísimo número de asesinatos todos los días, sino que sorprende y alarma la saña con la que se manejan tanto simples delincuentes aislados como bandas enteras de matarifes al servicio de los narcotraficantes. Por eso la necesidad de reflexionar ahora sobre la violencia y la crueldad.  

La violencia es cualquier compulsión física y/o psicológica hacia las personas, así como todas las acciones que buscan dañar a los animales o las cosas. La violencia ocurre todos los días y ha acompañado a la humanidad desde siempre, por lo que Sigmund Freud hablaba de las “innumerables atrocidades de la historia”, discute constantemente acerca del “placer de la agresión y de la destrucción” y dedica varios escritos a escudriñar las causas y las manifestaciones de la crueldad. Hoy en día, vemos prácticamente a la violencia en todos lados: en los espacios públicos, en el hogar, la escuela y el trabajo. Además de la violencia visible, también existe la invisible, la que no deja magulladuras, huellas, heridas ni cortes a su paso, pero que a menudo provoca graves heridas emocionales. En general, cuando hablamos de violencia nos referimos al uso de la coacción física o psicológica contra las personas y al impacto físico que, adrede, se ejerce sobre animales o cosas. Desde el punto de vista sociológico, la violencia significa el uso de medios físicos o psicológicos para dañar a otra persona en contra de su voluntad, para someterla a la propia voluntad, o bien para referirse a la violencia ejercida como defensa ante la violencia.

En la política, la violencia relacionada con la autoridad del Estado tiene que ver con el medio (legítimamente aplicado) de hacer cumplir el ordenamiento jurídico imperante, por lo que se habla del monopolio legítimo de la violencia física por parte del Estado, en el caso de un régimen democrático.

Sin embargo, el tema central de estas reflexiones sobre la crueldad requiere de acercarnos a la violencia llamada “personal o directa”, es decir, la violencia que un individuo o varias personas ejercen contra una o más personas o un grupo. La violencia personal o directa tiene como objetivo intimidar, dominar, lastimar o matar a otros. Hay muy diferentes formas de ejercer la violencia, por ejemplo, violencia física, violencia psicológica, violencia sexual, violencia doméstica y violencia digital; empero, los límites entre estas y otras formas de violencia pueden ser muy fluidos y poco claros, pues la violencia física a menudo cobra un alto precio en el alma, mientras que la violencia psicológica puede conducir a dolencias físicas masivas. En el caso de la “violencia cibernética”, llamada también “ciberviolencia”, por ejemplo, la violencia psicológica o sexualizada se traslada a la red –internet-, por lo que la presión sobre las víctimas aumenta considerablemente, porque sus perseguidores y torturadores pueden llegar a ellas en línea en cualquier momento, en cualquier lugar y durante mucho tiempo. Las organizaciones criminales (como se puede constatar en México diariamente) utilizan la violencia física, psicológica, sexualizada y digital para lograr sus objetivos. El ejercicio de la violencia en nuestro país, como señalábamos arriba, se caracteriza, entre otras cosas, por una explosión de crueldad que es rebasada al poco tiempo por otra de mayores dimensiones. 

La palabra “crueldad” procede del término latino “crudelitas”, de la misma familia que “cruentus” (sangriento), puesto que “cruor” es la sangre, pero no la sangre que circula (esa es “sanguinem”), sino la que fluye de una herida y se coagula (por eso, por extensión, “crudo” y “cruda”, sí, la provocada cuando nos empachamos de alcohol). El adjetivo “crudelis” tiene un sentido original de “el que se recrea en la sangre”; de ahí que la crueldad sea la pasión por la cual una persona es capaz de infligir daño a otra por mero placer o presenciar el sufrimiento ajeno sin sentirse conmovido; ambas cosas las hace con complacencia. Pero la crueldad va más allá de la pasión del goce ante el dolor del otro, puesto que también es una indiferencia e insensibilidad ante dicho sufrimiento. Se dice que la persona cruel actúa de forma voluntaria y, en principio, sin culpa y sin remordimiento, buscando el dominio, sometimiento y degradación de la víctima.

Por lo que vemos, la crueldad es una de las características de la violencia que hemos vivido en México en los años recientes. Debemos decir que se considera homicidio cruel cuando el perpetrador inflige a la víctima dolor físico o mental cruel e inmisericorde, cuya intensidad y duración exceden lo necesario para el homicidio. Pero, a diferencia de la brutalidad, que se manifiesta súbitamente en eventos individuales a nivel físico, la crueldad es una actitud mental y emocional básica del perpetrador hacia su víctima, a quien daña en todos los niveles de su ser, a través de la actitud mental y emocional del perpetrador. Las causas y formas de la crueldad se han discutido filosóficamente desde la Antigüedad, en el cristianismo, y desde finales del siglo XIX, en términos de la psicología individual (Sigmund Freud) y de psicología social (Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse). En este camino de reflexión sobre el mal y la crueldad está la obra del filósofo alemán Gottfried Leibniz, quien escribió una obra llamada “Ensayo de teodicea. Acerca de la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal”. Para dicho autor, “teodicea” es un concepto que se refiere a la búsqueda de una explicación sobre el origen del mal y la justificación de la bondad divina.

Largo es desafortunadamente el camino que aún tendremos que recorrer en México para regresar a niveles más o menos llevaderos de inseguridad, puesto que habremos perdido seguramente todo un sexenio en lo que se refiere a las tareas del Estado para proteger a sus habitantes. Pero también del lado de la sociedad la tarea es ardua, pues allí es en donde se solapa y se promueve la violencia de diferentes formas. La herencia que el próximo o la próxima presidente de la república reciba en esta materia será verdaderamente terrible, pues tendrá que recuperar mucho territorio perdido, tanto en lo que concierne a territorio físico como en lo que atañe al hecho de que la delincuencia organizada está muy metida en los gobiernos de muchos estados y municipios. Por eso hay analistas que afirman que esta delincuencia organizada cogobierna en muchos lugares del país. Desafortunadamente, creo que no podremos esperar que el actual gobierno haga algo, porque si no le intereso en cinco años, no veo que se preocupe en el último, máxime que el presidente estará más atento a las elecciones y a ganarlas. Todo lo demás será lo de menos.

Por cierto: después de la cínica e insensible forma de reaccionar del presidente López en la “mañanera” de ayer jueves, cuando muchos reporteros le pedían a gritos que fijara su postura ante los crueles hechos sucedidos en Jalisco, bueno sería que alguien de sus achichincles le susurrara al oído estas palabras de Albert Einstein: “El mundo es un lugar peligroso, pero no debido a las personas malas, sino debido a las personas que no hacen nada en contra del mal”.