Hace un par de días, entre el martes 29 y el miércoles 30, el ejército ucraniano al fin pudo romper la primera línea de defensa rusa, al conquistar la pequeña población de Robotine. Esta aldea es más importante por su peso estratégico que por su tamaño, pues acerca a los ucranianos a la segunda línea de defensa, que, a su vez, parece haber sido rota ayer, pues algunas unidades ucranianas de las brigadas 47 y 82 lograron rebasar esta segunda línea y avanzar hasta seis kilómetros adentro. Además, este avance acerca a los ucranios a la importante ciudad de Tokmak, importante nudo carretero y ferroviario. Debemos recordar que la contraofensiva ucrania, que arrancó más o menos a principios de junio, se desarrolla con muchísimas dificultades, por lo que los pocos progresos que se registran son comprensibles: en primer lugar, como ya hemos señalado en esta columna en otras ocasiones, se trata de una ofensiva terrestre que carece de la imprescindible cobertura aérea, por lo que las tropas terrestres están a merced de los ataques de la aviación rusa, muy superior en número tanto de helicópteros de ataque como de aviones de combate. En segundo lugar, ya hemos dicho que los ejércitos que atacan sufren generalmente más pérdidas que los que defienden, por lo que el precio en sangre y en material que han tenido que pagar los ucranios es muy alto. Además, los invasores rusos tuvieron mucho tiempo para construir líneas de defensa verdaderamente formidables, mientras los ucranios esperaban la llegada de material de combate occidental y capacitaban a sus tropas para emplear dicho equipamiento.
Otra gran desventaja es la gran diferencia que existe entre Rusia y Ucrania en cuanto a la reposición del material de guerra destruido. Se calcula que Rusia ha perdido alrededor de 10 000 vehículos blindados –incluidos unos mil tanques- en la invasión, pero su industria bélica trabaja a marchas forzadas y es capaz de suplir las pérdidas: se calcula que los rusos están en condiciones de construir 20 tanques T-72 y T-90 y de modernizar unos 20 vehículos blindados al mes, que son enviados inmediatamente al frente. Pero no sólo eso: aquí hemos dado cuenta de que, hasta hace unos meses, los rusos enviaban al combate viejos tanques de los años 60 y 70, mientras que ahora están modernizando carros de los años 70 y 80, que llegan mucho mejor equipados al frente de batalla. Un dato muy importante es que Rusia dispone de unos 7 000 tanques T-72 en su reserva, de la que está echando mano. Evidentemente, ni Ucrania ni sus aliados occidentales disponen de una cantidad similar; por el contrario, está claro que es este tema del material de guerra hay un enorme desequilibrio entre ambos enemigos a favor de Rusia. Hay que enfatizar que los países occidentales ya no han prometido poner a disposición del ejército ucranio más tanques; la última promesa es de enero de este año. Ciertamente han enviado más vehículos blindados, pero no más tanques de combate. El mismo desequilibrio se ve también en los vehículos blindados de transporte de tropas: en tanto que Alemania, por ejemplo, ha enviado a Ucrania 60 carros tipo “Marder”, los rusos disponen de una reserva de 1 500 BMP2.
Debido a que en las primeras semanas de la ofensiva ucrania de verano las pérdidas humanas y de material eran exageradamente elevadas, el ejército de Ucrania cambió de táctica: en vez de acercarse a las trincheras enemigas en grupos de carros de transporte blindados, comenzaron a hacerlo con pequeños grupos de soldados a pie que avanzan con la ayuda de vehículos aéreos no tripulados (“drones”). Esto ha permitido que los avances, si bien muy lentos, no representen tan elevadas pérdidas como en un principio. En dos secciones del frente han avanzado las tropas ucranias unos doce kilómetros: al sur de Orichiw y al sur de Welyka Nowosilka, en un intento por introducir una cuña en los territorios ocupados por Rusia.
Hay que cuidarnos, sin embargo, de esperar un rompimiento del frente en una acción tipo “película de Hollywood”, con grandes contingentes de tanques y de soldados arrollando a los rusos. Esto no es posible ni es necesario: si los ucranios logran avanzar más hacia Tokmak, que ahora les queda a unos 30 km de distancia, su artillería estaría en condiciones de asegurarse la superioridad de fuego en todo el corredor hasta la costa, lo que, en los hechos, romperá el frente en dos, impidiendo –o haciendo muy complicado- el aprovisionamiento ruso del frente sur y de la península de Crimea. Si las cosas siguen marchando como hasta ahora, es muy probable que los ucranios tomen Tokmak en un par de semanas y se acerquen peligrosamente a Melitopol, la otra “estación” en el avance hasta el Mar de Azov. Lo más importante es tomar Tokmak antes de las lluvias de otoño, lo cual será lo máximo que pueda esperarse este año. La llegada a la costa tendría que esperar al 2024.
La ventaja para los ucranios es que, en caso de que los rusos organicen una contraofensiva, podrán emplear las líneas de defensa que los mismos rusos construyeron, por lo que ahora pasarían a ser líneas de defensa ucranianas. Hasta donde sabemos, los rusos construyeron tres líneas de defensa sumamente complicadas, con extensísimos campos minados, fosos, trincheras y obstáculos antitanque, por lo que, en la región cercana a Tokmak, su situación es precaria, pues ya tuvieron que abandonar dos de ellas, la primera de las cuales era la más difícil de asaltar. Esto explica por qué la segunda línea cayó en menos tiempo que la primera. Esto se debe, en parte, a que los rusos no pueden sembrar tantas minas entre su primera y segunda línea como antes de la primera, pues, en caso de tener que retirarse, las minas se convertirían en una trampa mortal para los invasores mismos. La gran dificultad para asaltar las defensas rusas ahora se convierte en ventaja para los ucranios, pues podrán emplear la extensa red de trincheras que sus enemigos cavaron, pero ahora para defenderse de algún posible intento ruso por recuperar el terreno perdido, cosa que por ahora parece improbable en el frente oriental.
Así que, en resumen, las desventajas ucranias en esta contraofensiva de verano son: su inferioridad aérea, la tardanza en recibir material occidental y la gran complejidad de las líneas de defensa rusas. Estos factores explican la lentitud del avance, como ya lo habíamos previsto en esta columna en entregas previas.
Un elemento muy importante que hay que resaltar en la conducción de la guerra, como ya lo hemos expuesto en otras ocasiones, es la moral de combate de la tropa: la caída de la primera línea de defensa rusa y el rompimiento de la segunda han elevado el optimismo no sólo de los soldados ucranios, sino del país entero, que estaba ya sumido en una especie de depresión por la lentitud del avance de sus tropas en la ofensiva que comenzó hace unas trece semanas. En estos días se percibe como muy posible que Tokmak sea liberada de manos rusas, por lo que el camino al mar se verá como más viable, además de que, como ya dijimos, pondrá a la artillería ucrania en mejores condiciones de seguir haciéndole la vida pesada a sus enemigos rusos. Esto es parte de una campaña militar sistemática para destruir centros de apoyo logístico de los rusos, sistemas de defensa antiaérea, almacenes de armas y de municiones, concentraciones de tropas, nudos ferroviarios, centros de comando, etc., con lo cual se lograría ir aislando poco a poco a la península de Crimea del resto de los territorios ocupados por Rusia. Con ello se busca también que esos territorios no puedan seguir abasteciéndose desde Crimea, por lo que el bloqueo sería en ambas direcciones: desde y hacia la península. Por eso es tan importante la cabeza de puente que los ucranios lograron establecer en Cherson, pues, si logran estabilizarla, Crimea quedaría a menos de 100 km de allí, es decir, al alcance de la artillería ucraniana.
En cuanto a la promesa de algunos países occidentales de enviar a Ucrania aviones de combate F-16, es importante señalar que ya comenzó la etapa de adiestramiento de los pilotos ucranios para poder manejar dicha aeronave, muy versátil y de excelentes cualidades. Dada la complejidad de estos sistemas de armas, se requiere de por lo menos un periodo de adiestramiento de alrededor de 6 meses, tiempo en el que hay que construir la infraestructura necesaria para poder poner en acción a estos aviones. Sin embargo, no debemos olvidar que ningún sistema de armas es, por sí mismo, un factor único que pueda cambiar el curso de la guerra (“game changer”), sino que es más importante la confluencia organizada de todos los sistemas en el campo de batalla. Esto, por supuesto, también requiere de adiestramiento y de dominio de todos los sistemas, tanto en la planeación de las operaciones como en su puesta en marcha y en la logística.
Para terminar con estas anotaciones sobre la guerra en Ucrania en los días recientes, noticias de hoy 1° de septiembre desde la región de Tokmak parecen confirmar no sólo que los ucranios rebasaron la segunda línea de defensa rusa, sino que en una población cercana a Robotine, en Verbove, ya alcanzaron incluso la tercera. Este ímpetu en la marcha ucraniana se debe en parte al optimismo producido por los éxitos de los días recientes, al agotamiento ruso y al hecho de que parece que llegaron nuevos embarques de municiones de artillería occidentales al campo de batalla, por lo que los ucranianos pudieron estrenarlas disparándolas contra las reservas movilizadas por los rusos; además, lograron impedir la rotación de tropas rusas, aniquilando a las de refresco antes de que llegaran a sus posiciones, por lo que los soldados ucranianos recién llegados se enfrentaron a tropas rusas cansadas, desgastadas y diezmadas. Fuentes rusas hablan de que los ucranianos están concentrando efectivos militares en la región, para aprovechar la cuña abierta en Robotine. Las mismas fuentes hablan de unos 40 000 soldados, frente a los 25 000 rusos que están detrás de la tercera línea de defensa.
Todo lo anterior nos habla de que la guerra seguirá, desafortunadamente, durante un buen rato más, quizá un año y medio o dos, si no es que más. Esperemos que Ucrania resista y logre sus objetivos, y que el occidente no se canse de ayudarla, pues es claro que con ese apoyo se está ayudando a sí mismo.