Geopolítica en el Medio Oriente y los atentados terroristas
19/10/2023
Autor: Dr. Derzu Daniel Ramírez Ortiz
Cargo: Director de la licenciatura en Relaciones Internacionales

La instrumentación de la violencia, del sufrimiento y del terror humano con fines políticos es una vileza y lamentablemente es lo que estamos presenciando con los recientes ataques terroristas de Hamas en Israel. 

¿Qué fines políticos persigue ésta organización terrorista y que implicaciones se pueden vislumbrar para la región y para el escenario internacional en su conjunto? En las siguientes líneas trataré de esbozar algunas reflexiones. 

En primera instancia queda claro que los ataques terroristas tuvieron el perverso fin de endurecer, aún más, la posición de combate del estado judío contra las organizaciones extremistas en la Franja de Gaza. Éstas organizaciones saben que el endurecimiento conlleva, inevitablemente, efectos nocivos en la sociedad civil palestina. Una sociedad que, de por sí, vive en contextos sociales de alta precariedad y, por lo tanto, se encuentra legítimamente enojada con el dominio de Israel sobre sus territorios y con el statu quo de su nación. Claro, lo anterior ni de lejos quiere decir que la población palestina esté con Hamas, de hecho, en muchos sectores de su sociedad aborrecen a la organización extremista.

En consecuencia, las feroces represalias que el estado judío ha comenzado y que seguirá desarrollando, además de diezmar a Hamas, seguirán polarizando a la sociedad palestina con respecto a Israel. Y en éste último país, las voces críticas del gobierno de Benjamín Netanyahu, que han abogado por una coexistencia más armónica entre ambos pueblos, verán reducido su campo político. 

Sin embargo, las implicaciones del ataque terrorista de Hamas rebasan las fronteras del propio conflicto israelí-palestino y repercutirán en el ámbito regional. Al respecto, en el Medio Oriente se venía generando un proceso de distención entre algunas naciones árabes, que habían rivalizado históricamente con Israel desde su autoproclamación como Estado. 

En 2020 se sellaron en la Casa Blanca los acuerdos de Abraham que normalizan las relaciones entre Israel, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin. El quid del acuerdo reside en que las naciones árabes involucradas, reconocen el derecho de existencia del estado judío –que es algo que no reconocen gran parte de las naciones árabes y musulmanas—a cambio de conformar una especie de coalición de defensa contra Irán; estado que es percibido como amenazante, tanto por Israel, como por buena parte de las naciones árabes y musulmanas de la región. 

Éste mismo acuerdo dio pie a un cambio geopolítico tal vez más relevante, las negociaciones para normalizar las relaciones entre Arabia Saudita e Israel.  Con la mediación de los Estados Unidos, las negociaciones se perfilaban hacia un reconocimiento explícito de Arabia Saudita del estado judío, a cambio de que la nación árabe fuera admitida como un “aliado extra OTAN”. Al respecto, es indispensable tomar en cuenta en el análisis la imperiosa necesidad de contención que Arabia Saudita tiene con respecto a Irán, país con el que ha rivalizado por extender su influencia política en la región y con la cual prevalece un intenso dilema de seguridad. 

Cabe mencionar que la inseguridad existencial de los saudís frente a Irán se ha exacerbado a partir del vacío de poder que dejó el derrumbe del gobierno iraquí de Husein a manos del ejército estadounidense en el 2003 y a partir, también, del avance del programa nuclear de Teherán. 

Tanto en los acuerdos de Abraham como en el proceso Israel –Arabia Saudita, al parecer la causa palestina había sido marginada y sacrificada, por lo que no sería ilógico pensar que una motivación más de la acción terrorista de Hamas haya sido, por un lado, dinamitar el proceso de normalización y por el otro, polarizar de nuevo la incipiente distención geopolítica entre Israel y los países árabes. Al respecto, en septiembre pasado, el primer ministro de Israel había declarado que los acuerdos con el reino saudita podían alentar “una reconciliación más amplia entre el judaísmo y el islam”.  

Por lo pronto, la fuerte retórica de Israel está causando la polarización de organizaciones abiertamente enemigas del estado judío como Hezbollah u organizaciones radicales en Cisjordania. Pero también de organizaciones palestinas más moderadas como la Autoridad Nacional Palestina. 

A nivel regional, el ministerio de exteriores de Arabia Saudita no condenó abiertamente el ataque de Hamas y en su lugar recordó las numerosas advertencias que había realizado sobre el odio acumulado en la población palestina a causa de la ocupación de Israel “y la privación de los derechos legítimos del pueblo palestino”. Por otra parte, el secretario general de la Liga Árabe, organización regional que agrupa a 22 países árabes del Medio Oriente y el Magreb, condenó la violencia ejercida tanto por Hamas como por Israel. 

Este incipiente efecto de re-cohesión de los países árabes, refuerza la tesis de que los efectos del ataque terrorista, sirven a los fines geopolíticos de Irán, país que en el pasado ha sido señalado por financiar y respaldar a movimientos extremistas como Hamas y Hezbollah. 

Con certeza, la anterior tesis servirá a los sectores duros del gobierno de Israel, que actualmente son numerosos, en su campaña por incrementar la hostilidad hacia Irán y por conseguir encauzar la doctrina Begin hacia la potencia persa; doctrina que aboga por ataques preventivos para neutralizar proyectos nucleares en países vecinos hostiles del estado judío.

Al respecto, las negociaciones diseñadas por el presidente Obama entre Estados Unidos e Irán para moderar y vigilar el programa nuclear de éste último, tenían como objetivo apaciguar a Israel y por tanto distender las tensiones entre las potencias del Medio Oriente. Sin embargo, como bien se sabe, Trump dinamitó las negociaciones. Y ahora el tímido acercamiento y las concesiones que el gobierno de Joseph Biden ha otorgado a Teherán, están siendo utilizado por algunos republicanos para atacar políticamente al presidente demócrata acusándolo de envalentonar a Irán. Dado el proceso electoral del próximo año en Estados Unidos, el margen de maniobra de la diplomacia estadounidense en el conflicto se antoja reducido. 

Hasta ahora, el gobierno estadounidense ha dicho que no hay evidencia clara de que Irán esté detrás de los atentados perpetrados por Hamas. Sin embargo, tal conexión no es descabellada y el Wall Street Journal ha publicado evidencia que sugiere que el atentado terrorista debe ser interpretado como una maniobra de desestabilización masiva de Teherán. 

(Este documento se redactó el miércoles 11 de octubre)