El aparente declive de Estados Unidos como potencia militar (1ª parte)
22/11/2023
Autor: Dr. Herminio S. de la Barquera y A.
Cargo: Profesor Investigador Escuela de Relaciones Internacionales

En el complejo mundo en el que vivimos, algunos observadores creen estar presenciando la substitución, como potencia hegemónica, de los Estados Unidos de América en favor de la República Popular China. Generalmente la realidad es más difícil de interpretar de lo que a primera vista pareciera, por lo que ahora reflexionaremos sobre dicha situación, obligados a analizar con más detenimiento y profundidad los acontecimientos actuales.

El ataque terrorista de Hamas a Israel el 7 de octubre pasado y la brutal respuesta de las fuerzas armadas de este último contra Gaza ha desviado la atención del mundo hacia el Medio Oriente, mientras la guerra en Ucrania continúa con una intensidad que no disminuye. La política internacional parece convertirse en algo cada vez más complicado de entender; pero lo primero que debemos hacer al intentar analizarla es cuidarnos de externar conclusiones simples frente a problemas complejos.

Los acontecimientos del 7 de octubre parecieran habernos sumergido de golpe en otro mundo; sin embargo, para Europa y el mundo occidental, es de mayor alcance la guerra en Ucrania, por todo lo que allí está en juego para las democracias liberales. Pero para Israel sí cambió todo radicalmente, empezando por que el gobierno de un personaje tan incompetente como Benjamin Netanyahu recibió una bocanada de aire fresco, al verse de pronto a la cabeza de un país agredido por un acto terrorista que muchos comparan con los ataques del 11 de septiembre de 2001. Esta última observación puede ser acertada en varios aspectos, si bien aún no podemos más que vislumbrar algunas conclusiones. Lo que por ahora es crucial es que las enseñanzas que los estadounidenses aprendieron del 11.9 realmente puedan servir también a Israel para no cometer los mismos errores; esto es lo que al parecer busca transmitir el presidente Biden a sus colegas israelíes. No sé si lo escuchen, pues la ira y la soberbia no son buenas acompañantes de los políticos.

Por lo pronto, los cabecillas de Hamas ya lograron tres objetivos importantes, por lo menos a corto plazo: alterar el status quo, sumergir a Israel en un “estado de guerra permanente” y devolver a la causa palestina la relevancia que antes poseía y que había ido perdiendo. Está por verse si esta situación se mantiene a largo plazo, pues no sabemos qué tan entusiasmados estén algunos de los países árabes en colaborar con Hamas para extender el fuego del conflicto por toda la región. La atención del occidente se ha desviado ahora a la incendiaria región del Medio Oriente, lo cual perjudica indudablemente a Ucrania y beneficia a Vladimir Putin debido a tres razones: en primer lugar, los gobiernos occidentales no pueden atender al mismo tiempo y con similar energía a dos conflictos tan complejos y de tanta magnitud en lo que atañe al apoyo militar, político y económico; en segundo lugar, los Estados Unidos no pueden enviar material bélico a dos aliados a la vez, esto quiere decir que tendrán que decidir a quién de los dos –Ucrania o Israel- envían de manera prioritaria, por ejemplo, municiones de artillería; y en tercer lugar, está ocurriendo una especie de reacomodo diplomático a nivel mundial. Esto significa que, hasta ahora, muchos países, incluyendo a muchos del sur global, han externado su apoyo a los países industrializados occidentales en lo que respecta a defender la integridad territorial y la independencia de Ucrania, pero no se muestran tan entusiasmados en defender a Israel, sobre todo después de ver la brutalidad de las acciones de las fuerzas armadas de este país que provocan enormes sufrimientos en la población civil de Gaza. ¿Cómo se puede protestar por los crímenes rusos contra los civiles ucranianos, pero no decir nada cuando quien ataca a la población civil es un aliado como Israel? Esta doble moral occidental se pondría al nivel de la doble moral rusa, pues el Kremlin ha condenado los ataques de las fuerzas israelíes contra los civiles de Gaza. Así que, para el gobierno ruso, está bien masacrar civiles ucranianos, pero no civiles palestinos. Pareciera que el Estado de Israel, con su conducta permanentemente hostil frente a los palestinos, se ha buscado a pulso la animadversión de muchos países, por ejemplo en Latinoamérica, por lo que el apoyo internacional podría moverse a favor de Rusia.

Los acontecimientos militares, comerciales y políticos de los que somos testigos en estos días parecen darnos a entender que estamos atravesando un momento de desconcentración y dispersión del poder, que estamos en una etapa de transición hacia una nueva reconfiguración del orden mundial. De ahí la fuerte competencia entre los actores del sistema internacional: China vs. Estados Unidos en temas comerciales, geopolíticos y militares; Estados Unidos vs. Rusia en temas militares y geopolíticos; China e India en temas militares y geopolíticos, etc. Muchos explican esta reconfiguración por la decadencia del liderazgo mundial de los Estados Unidos, es decir, por su pérdida de prestigio y de poderío económico, pero también por el juego cada vez más activo en la política internacional de Estados emergentes en ascenso y que no se muestran conformes con el estado de cosas actual. China, Rusia e India son algunos ejemplos, quizá los más visibles, pero no los únicos.

Hemos mencionado hasta ahora dos conflictos abiertamente en curso y que mantienen en vilo al mundo: la invasión rusa en Ucrania y la guerra entre Hamas e Israel. Esto no quiere decir que no haya otros, pero sí que se trata de los que más repercusiones provocan a nivel global. Hay otros que potencialmente podrían estallar en cualquier momento, como la tantas veces anunciada invasión a Taiwán por parte de China, que insiste en sus reivindicaciones sobre la isla. Sin embargo, ahora nos concentraremos solamente en las dos guerras en curso: en el Medio Oriente y en Ucrania. Hay analistas y observadores que consideran que en ambos casos estamos ante un único conflicto global, es decir, que se trata de dos manifestaciones de un mismo fenómeno. Sin embargo, estas aseveraciones parecen ignorar que las causas que explican a ambos conflictos son muy distintas, al igual que sus motivos, objetivos, trasfondos, constelaciones políticas, contextos histórico-culturales y repercusiones geopolíticas. Como apuntábamos arriba, no podemos explicar fenómenos complejos con afirmaciones simples. 

Quizá uno de los intentos de análisis más populares al respecto sea el que emplea el concepto de la “multipolaridad”. Sus defensores y propagadores afirman que la hegemonía de los Estados Unidos de América está en proceso de desaparición y que está surgiendo un nuevo orden mundial, que será –o ya está siendo- determinado por otros actores, cuyo poderío está creciendo. Esos actores serían, por ejemplo, China, Rusia e India, entre otros. Esta explicación a partir de la multipolaridad pretende dar a entender que las guerras en Ucrania y en Gaza obedecen a las condiciones que está poniendo en el camino el nuevo orden mundial, pero, si analizamos ambos conflictos más de cerca, veremos que entre ellos existen más diferencias que similitudes. Sobre esto hablaremos en la segunda parte de esta columna.