¿Cuál es el aporte genuino de un docente? ¿Cuál es la función irreductible e irremplazable de quien educa? Estas preguntas están de telón de fondo de la reflexión que ahora comparto.
Ciertamente, un docente actual, competente y comprometido, ayuda al desarrollo de múltiples habilidades (de estudio, profesionales y ético-ciudadanas), guía aprendizajes, promueve el pensamiento crítico y reflexivo, acerca a los estudiantes lo mejor del acervo cultural y científico, y acompaña los procesos de maduración de cada alumno. Algunos pedagogos acentúan unas tareas más que otras, pero casi todos coinciden con ese conjunto de actividades.
Ahora bien, no tanto como una actividad más, sino como un gran transversal que baña a todas, está el ser portadores de esperanza. San Marcelino Champagnat y los maristas nos enseñaron eso a todos los educadores católicos. Quiero centrarme en este aspecto.
- Hoy sale en la prensa que el intento de suicidio fue el trastorno mental que registró más aumento, con un alza del 118% de 2022 a 2023. Hay demasiados motivos para que los jóvenes tiren la toalla… comprendo esta cifra y me duele. ¿Qué vamos a hacer como educadores? Portar esperanza allí donde reina el hastío.
- Cada vez más las familias presentan fracturas y heridas. Muchos estudiantes no se visualizan a sí mismos casados y teniendo hijos, porque no vivieron la hermosa experiencia de la familia como ámbito de realización, desarrollo, acogida y maduración personal. ¿Qué vamos a hacer como educadores? Portar esperanza allí donde reina la desconfianza.
- Me duele enormemente escuchar adultos amargados y pesimistas diciendo que las próximas elecciones son un show y que da igual quién quede en el gobierno. Escuchándolos, los jóvenes comprenden que ellos mismos son parte de un engranaje de simulación. ¿Quién es responsable de esta apatía política? ¿Cómo vamos a despertar genuino interés y responsabilidad? Portando esperanza.
- Los avances tecnológicos pueden generar en muchas personas incertidumbre y desilusión… ¿Qué va a ser de mi carrera con el abrupto avance de la IA? ¿Habrá empleo para mí? ¿Seré suplido? Debemos entender que o nosotros llevamos una visión esperanzadora o contribuiremos a una generación de desplazados a causa de la tecnología.
Hoy más que en otro tiempo considero que los maestros debemos ser portadores de esperanza. En El misterio de los Santos inocentes, Charles Péguy describía a la Fe como una esposa fiel, a la Caridad como una madre ardiente, pero a la Esperanza como una niñita alegre. Ella, la pequeña niñita, toma con una mano a Caridad y con la otra a Fe y tira de ellas, entre juegos y premura, hacia adelante. Tolkien concluye su Silmarillion con Eärendil, portando un silmaril y navegando por los cielos siendo así una señal de esperanza para los dos linajes, elfos y hombres, y fue llamado Gil-Estel, la Estrella de la Gran Esperanza.
Cuando hay esperanza no importan las dificultades; cuando hay esperanza siempre se conserva el sentido. Las grandes empresas de la humanidad iniciaron con algo y casi nada más: esperanza.
Con ejemplo de vida, con palabras convincentes, con buenas ideas, invitando a la reflexión, con provocaciones y tareas innovadoras, seamos portadores de esperanza. Casi casi puedo decir que del resto se encargarán ellos, esta nueva generación de jóvenes.