Edith Stein nació el 12 de octubre de 1891 en la ciudad de Breslavia (en alemán: Breslau), que en esa época pertenecía al imperio alemán y que actualmente, después de la Segunda Guerra Mundial, pertenece a Polonia. Se dice que, desde muy temprano, Edith se destacó por una inteligencia muy por encima de la del promedio, por lo que entró a la escuela a una edad menor que el resto de sus compañeros. Sus actividades en la escuela confirmaron sus talentos.
La familia de Edith era judía ortodoxa, pero Edith se fue alejando de la religión y dejó de creer en Dios a los 14 años, como ella misma escribió. Después de una larga visita a su hermana en Hamburgo, Edith afirmaba que dejó de rezar, decisión que afirma haber tomado de manera libre. Una vez terminados sus años en la escuela, la joven ingresó en la universidad de su ciudad natal, con el fin de estudiar literatura, historia y psicología. Sin embargo, pronto se concentró exclusivamente en la filosofía, haciéndose partidaria de los principios de Edmund Husserl (1859-1938), el fundador de la fenomenología trascendental. Con el objetivo de poder estudiar directamente con Husserl -quien, por cierto, también era de origen judío-, la joven Stein se marcha a la Universidad de Gotinga (Göttingen), en donde aquel trabajaba.
La fenomenología es un movimiento filosófico cuyos representantes ven el origen de la adquisición del conocimiento en manifestaciones directamente dadas, los fenómenos. Los diversos enfoques fenomenológicos en la literatura, la filosofía o las ciencias naturales difieren en la forma en que abordan los fenómenos. Lo que tienen en común es la pretensión de describir los fenómenos como apariencias de algo inmediatamente dado. La fenomenología estuvo significativamente influida por Edmund Husserl a principios del siglo XX.
Husserl se convirtió en el maestro filosófico formativo de Edith Stein: como su asesor doctoral, supervisó su disertación; finalmente, ella lo acompañó como asistente cuando Husserl aceptó una cátedra en la Universidad de Friburgo de Brisgovia. Sin embargo, se le impidió seguir una carrera académica por su cuenta, pues, a pesar de haber escrito una excelente tesis doctoral, como mujer no se le permitió completar su camino hacia una cátedra propia. Cuando más tarde a otras mujeres se les dio la oportunidad de hacer esto, Stein fue excluida por las ideas dominantes en la Alemania antijudía de esa época. Husserl no tuvo que luchar contra estos prejuicios porque se había convertido al luteranismo -por convicción propia, no por conveniencia, vale aclarar-. Así, Edith decidió en 1918 dejar su trabajo al lado de Husserl.
Pero esta separación de la vida académica tuvo frutos inesperados: por mera casualidad, la joven atea se encontró, por medio de unos amigos, con la autobiografía de Santa Teresa de Ávila: "Empecé a leer, me cautivó enseguida y no paré hasta el final". Esta lectura y varios encuentros personales finalmente llevaron a Edith Stein a convertirse al catolicismo. Fue bautizada el 1° de enero de 1922. A partir de entonces, comenzará a combinar su vida religiosa con un gran compromiso en el mundo: “Cuanto más uno se siente atraído hacia Dios, más tiene que 'salir de sí mismo' en este sentido, es decir, ir al mundo para llevarle la vida divina.”
Edith Stein trabajó durante un tiempo como maestra en la ciudad de Espira (Speyer), en una escuela de las monjas dominicas. Dado que había estado comprometida con los derechos de las mujeres desde sus días escolares, en la década de 1920 se convirtió en una oradora muy solicitada para hablar sobre temas de mujeres. Entre 1928 y 1932, Stein tuvo una actividad docente muy intensa, participando en congresos, dando clases e impartiendo conferencias en Viena, Salzburgo, Basilea, Zúrich, Essen, Aquisgrán, París, Heidelberg y otras ciudades. También participa en programas de radio.
En la primavera de 1932 fue invitada a trabajar en el Instituto de Educación Científica de la ciudad de Münster, por lo que se traslada al llamado “Collegium Marianum”, en donde viven muchas religiosas jóvenes. Allí, como maestra, Edith Stein vive en circunstancias muy sencillas a lado de las estudiantes. Sin embargo, sólo pudo dar clases allí durante un año: bajo el nacionalsocialismo, ya no se le permitía ejercer su profesión debido a su origen judío, por lo que en abril de 1933 tuvo que suspender sus actividades como maestra.
Stein ingresó por lo tanto en el convento de las carmelitas descalzas de Colonia-Lindenthal (Köln-Lindenthal) el 14 de octubre de ese año y toma el nombre religioso de “Teresia Benedicta a Cruce”, en memoria de Santa Teresa de Ávila, a quien tanto admiraba. En 1934 es admitida como profesa (votos temporales) y en 1938 tiene lugar la ceremonia en la que profesa los votos perpetuos.
En este monasterio de Colonia se dedicó nuevamente al trabajo científico. Desafortunadamente, pronto tendrá que abandonar Alemania, debido a la persecución emprendida por los nazis: emigró a Echt, en los Países Bajos, en compañía de su hermana mayor, Rosa, quien también se había convertido al catolicismo. Ambas fueron recibidas en el monasterio carmelita de esa ciudad. Hubiesen tenido que huir más lejos, pues el 2 de agosto de 1942 fueron alcanzadas por la mano de la Policía Secreta nacionalsocialista (Gestapo) y deportadas, primero, al campo de Westerbork, en los Países Bajos, y luego, el 7, al campo de concentración de Auschwitz. A los pocos días, Edith y Rosa fueron asesinadas en la cámara de gas el 9 de agosto de 1942.
Es interesante señalar que, a mediados de abril de 1933, ante lo que ya ocurría en Alemania y adivinando lo que estaba por suceder, Edith envió una carta al papa Pío XI, pidiéndole que la Iglesia se manifestara públicamente en contra de la persecución contra los judíos emprendida por Hitler y sus secuaces, muchos de los cuales se decían “cristianos”. El Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Eugenio Pacelli (quien después subiría al trono papal como Pío XII), le notificó que la carta había sido entregada. Lamentablemente, la petición de Edith no fue escuchada. No obstante, hubo muchos obispos católicos que sí protestaron públicamente contra la persecución de los judíos.
El 4 de enero de 1962 se abrió la causa de beatificación en Colonia. El 1° de mayo de 1987, Edith Stein fue beatificada por S.S. Juan Pablo II, quien, once años después, en octubre de 1998, presidió la ceremonia de canonización. Así que en este mes de octubre celebramos su nacimiento (día 12) y su canonización (día 11). Su festividad es el 9 de agosto, día de su muerte terrenal.
La “Opera Omnia” de Edith Stein, en 27 volúmenes, fue publicada entre los años 2000 y 2014 por el monasterio carmelita “María de la Paz”, en Colonia (Edith-Stein-Gesamtausgabe, ESGA).
Personas de todas las profesiones y denominaciones religiosas y de todas partes del mundo reconocen a Edith Stein como una mujer que siguió a Jesús como judía y como cristiana, como científica y como maestra, como una gran contemplativa y como una persona trabajadora. Al final de sus días, por ser católica de origen judío, fue víctima de un régimen asesino y tirano.
En 1999, las santas Edith Stein, Brígida de Suecia y Catarina de Siena fueron proclamadas “santas patronas de Europa”.