El título de la carta encíclica Dilexit Nos del Santo Padre Francisco es denominada: Sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo. Ya desde el apartado 1 de la encíclica se hace alusión a la primera carta de san Juan en el capítulo 4.
En ese capítulo 4 en los versículos 10 y 19 se insiste en que si el cristiano ama es porque Dios ha amado primero. Aquí cabe la pregunta: ¿cuándo es que Dios ha amado primero? Si se va al libro del Génesis en su capítulo 1 se menciona que Dios creó los cielos y la tierra por medio de su Palabra (Logos o Verbo). No resulta vano afirmar que esa acción creadora de Dios por medio de su Palabra está pronunciada en el Amor.
Siguiendo la imagen del Génesis en donde se presenta a Dios creando todo el cosmos por medio de su Palabra, se tiene que toda la creación está fundamentada en la Palabra y en el Amor.
Las cosas creadas existen por la Palabra, por el Logos que hace que el universo sea un cosmos (un todo ordenado, contrario a caos, que es desorden). Es decir, la creación está fundamentada en la inteligibilidad gracias a la Palabra o Logos de Dios. Inteligibilidad que hace posible que el entendimiento humano pueda llegar a tener un conocimiento del universo (o en lenguaje del Génesis: cielos y tierra). Si el ser humano ha buscado entender el universo es porque éste es entendible, y es entendible porque ha sido creado por el Logos pronunciado por Dios.
De acuerdo a lo mencionado, para el académico cristiano, en cuanto académico, resulta totalmente compatible con su fe cristiana el entendimiento humano por medio de la ciencia de las cosas creadas. La verdad de la ciencia no se puede oponer o contradecir a la fe cristiana siempre y cuando el logos humano no se vea sujeto al error. Pero no hay que olvidar que es un Logos o Palabra pronunciada en el Amor, en los cuáles se fundamenta la existencia de las cosas creadas. Si por ese Logos se da cabida a la verdad de las cosas, por el Amor se da cabida a la bondad de las cosas.
Si la verdad exige al logos humano entendimiento, la bondad exige al corazón humano amor. Y el tema del corazón tiene un amplio comentario en la encíclica DILEXIT NOS.
El académico cristiano, en cuanto académico, busca la verdad de las cosas creadas en una relación intelectual, pero antes de ser académico es un cristiano, por lo tanto, en cuanto cristiano debe buscar la bondad en una relación cordial (del corazón) no solamente con las cosas (lo cual abona mucho a una sana ecología), sino ante todo con Dios y con el prójimo siguiendo el texto bíblico de Mateo 22: 36-40.
Y como Jesús no vino a abolir la Ley, sino a dar su perfecto cumplimiento según Mateo 5:17; el mandamiento del Amor que incluye a Dios y al prójimo queda intrínsecamente sellado por la nueva disposición del mismo Jesús cuando señala: “les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, así deben amarse ustedes los unos a los otros. Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta que son discípulos míos”, según el evangelio de san Juan 13:34-35.
Si el amor humano principalmente está referido a Dios y al prójimo en donde el núcleo es el Amor de Jesús, entonces en la encíclica Dilexit Nos queda bien proclamada la oración que dice: “Sobre el amor humano y divino del corazón de Jesucristo”.