Dentro de la tradición judía hay un acto dañino que reviste una importancia singular: “lashon hará” (“lengua mala”, es decir, hablar mal de alguien, chismorrear, hablar despectivamente, cotillear, difamar…).
Transcribo un pasaje talmúdico que ejemplifica bastante bien el tema:
Una mujer con una lengua mordaz fue acusada de comenzar un rumor. Cuando fue llevada frente al rabino del pueblo, ella dijo: “Solo estaba bromeando. Mis palabras fueron esparcidas por otros, entonces no tengo la culpa”.
Pero la víctima demandó justicia, diciendo: ¡Tus palabras mancharon mi buen nombre!”
“Me retractaré de lo que dije –respondió la mujer con lengua mordaz– y eso me absolverá de culpa”. Cuando el rabino escuchó esto, supo que la mujer no había entendido realmente su crimen.
Y entonces dijo a la mujer: “Tus palabras no serán excusadas hasta que hagas lo siguiente. Trae mi almohada de plumas a la plaza del mercado. Córtala y deja que las plumas vuelen por el aire. Luego, recoge cada una de las plumas de la almohada y tráemelas de regreso. Cuando hayas hecho esto, serás absuelta de tu crimen”.
La mujer estuvo de acuerdo, pero pensó: “¡El viejo rabino finalmente se volvió loco!”
Ella hizo lo que se le pidió y cortó la almohada. Las plumas volaron por todas partes de la plaza e incluso más allá. El viento se las llevó de un lado a otro, por encima de los árboles y por debajo de las carretillas de los mercaderes. Ella intentó atraparlas, pero después de mucho esfuerzo, le quedó claro que nunca recuperaría todas las plumas.
Regresó con el rabino llevando solo unas pocas plumas en su mano. Mirándolo a la cara, le dijo: “No pude atrapar las plumas, al igual que no puedo hacer desaparecer mis palabras. De ahora en adelante seré cuidadosa y no diré nada que pueda lastimar a otra persona, ya que no hay forma de controlar cómo vuelan las palabras, al igual que no hay forma de controlar cómo vuelan estas plumas”. A partir de ese día, la mujer habló amablemente de todas las personas que conocía.
¿Qué hablamos de los demás a sus espaldas? ¿Cómo cuidamos siempre su buena fama? ¿Qué tan arraigados son algunos hábitos culturales, sociales o hasta familiares que nos invitan a tirar codazos a los demás, a tirar indirectas, a generar suspicacias… de un tercero que, por cierto, suele no estar presente?
Supongamos que “A” habla mal de “B” ante “C”; ¿Por qué A espera que C le tenga confianza, siendo que lo más lógico es que C sospeche que otro tanto hará con él en otro momento?
Nunca se construirán relaciones sólidas, de franca y verdadera amistad, si entre académicos tenemos lashon hará. El sano compañerismo y la sana camaradería están a la base de muchísimos proyectos que soñamos.
Es lamentable ver cómo en muchas universidades (incluso de las grandes ligas) el chisme es el pan de cada día. Esforcémonos porque UPAEP sea un oasis distinto al resto de instituciones.