Las reuniones de trabajo deberían ser espacios para construir, coordinar y tomar decisiones, pero en muchas organizaciones se han convertido en un problema: agendas poco claras, participantes innecesarios y falta de objetivos concretos. A esto se le conoce como "juntitis", una tendencia a convocar reuniones excesivas e ineficientes que generan pérdida de tiempo, baja productividad y frustración en los equipos.

El liderazgo y la responsabilidad de convocar

Llamar a una reunión no es un acto trivial; es una responsabilidad. Un buen líder debe preguntarse antes de convocar:

• ¿Realmente necesito una junta?
• ¿Tengo un propósito claro?
• ¿Están identificados los participantes esenciales?
• ¿He establecido una duración máxima?
• ¿El objetivo de la reunión es medible y alcanzable?

Cuando estas preguntas no tienen respuesta, lo más probable es que la junta sea innecesaria y pueda resolverse con un correo, un informe o un mensaje claro.

El derecho a cuestionar las reuniones

Así como el líder tiene la responsabilidad de convocar con criterio, los colaboradores tienen el derecho de preguntar por qué están siendo citados y, si no hay claridad, rechazar la reunión. Nadie es dueño del tiempo de los demás. Para fomentar una cultura más productiva, es fundamental normalizar el derecho a pedir un propósito y un orden del día antes de aceptar una invitación.

Juntas con propósito

No todas las reuniones son iguales. Existen distintos tipos, como creativas, colaborativas, participativas e informativas. Un buen líder debe asegurarse de elegir el formato adecuado y evitar mezclar temas que desvíen la conversación. Además, metodologías como Scrum pueden optimizar tiempos y mejorar la eficiencia de los encuentros.

En un mundo donde el tiempo es un recurso valioso, convocar con responsabilidad y participar con conciencia es clave para construir equipos más eficientes y motivados. Antes de aceptar o enviar una invitación a reunión, preguntémonos: ¿realmente vale la pena este tiempo?