La gran mayoría de los teólogos (al parecer todos) señalan que la tumba vacía de Jesucristo no es por sí misma una demostración absoluta de la resurrección del Señor, sino que dada la resurrección de Cristo se sigue como consecuencia necesaria su tumba vacía.
Lo descrito en el anterior párrafo se puede ilustrar mediante la lógica proposicional aplicada a los argumentos condicionales. Pero antes de hacerlo con el tema de Jesús de Nazaret y su resurrección, tómese en cuenta los siguientes ejemplos:
Ejemplo uno. Se tiene el siguiente argumento condicional: Si todo ser humano es un invertebrado y Pedro es un ser humano, por lo tanto, Pedro es invertebrado. Este argumento es válido porque cumple con las reglas de la lógica, pero en su conjunto es falso porque la primera premisa es falsa, y aunque la segunda premisa es verdadera, la conclusión es falsa.
Ejemplo dos. Si todo ser humano es un vertebrado y Pedro es un ser humano, por lo tanto, Pedro es vertebrado. Este argumento es válido porque cumple con las reglas de la lógica y es totalmente verdadero porque la primera premisa es verdadera, la segunda es verdadera y la conclusión es verdadera.
Aplicado al tema principal de este ensayo se tendría un primer argumento que reza así: Si existe la tumba vacía de Jesucristo, entonces él resucitó. Efectivamente según los textos bíblicos mujeres y algunos apóstoles (Pedro y el discípulo amado por Jesús) vieron la tumba vacía de Jesucristo, por lo tanto, el Señor resucitó. El argumento es perfectamente válido porque cumple con las reglas de la lógica. La segunda premisa es verdad según los textos bíblicos correspondientes, la conclusión es una verdad que es fundamental del cristianismo, pero la primera premisa puede ser muy cuestionada en su posible verdad ¿Por qué?
En el anterior argumento la segunda premisa alusiva a la tumba vacía, aunque es verdad según los textos bíblicos correspondientes, el hecho de la tumba vacía por sí misma no es prueba absoluta de la resurrección de Cristo a como se quiere derivar en la conclusión que desde luego es verdad fundamental del cristianismo. En efecto, hay que centrarse en la segunda premisa, la tumba vacía. Aquí hay que tomar en cuenta el texto bíblico del evangelio de Juan 20:1-18. El cual, entre otras cosas, narra que María Magdalena el primer día de la semana va al sepulcro, al verlo vacío notifica a Pedro según dice el verso 2: “Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto”. Más adelante María Magdalena se encuentra con una persona a quien identifica como un hortelano (en realidad es Jesucristo, pero hasta ese momento ella no lo sabe) y dice según el verso 15: “Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.” María Magdalena ante el sepulcro vacío asume la explicación más ordinaria, se han llevado o robado el cuerpo de Jesús de Nazaret y el hortelano tiene que ver con su desaparición (en una interpretación a la mexicana se diría que María le fue a echar pleito al hortelano). Efectivamente, en la explicación más ordinaria María Magdalena razona bien, ante el sepulcro vacío, el cadáver de Jesús ha sido robado y hay que buscar a los implicados para que sea devuelto.
En resumen. La tumba vacía por sí misma como segunda premisa, aunque es verdadera, no es suficiente en el razonamiento que se está analizando para justificar la verdad de tal razonamiento porque ante la posibilidad del robo del cadáver hace que la primera premisa: Si existe la tumba vacía de Jesucristo, entonces él resucitó, no puede ser justificada en su verdad, porque cabe la posibilidad de enunciarla así: Si existe la tumba vacía de Jesucristo, entonces alguien (el hortelano aparece como sospechoso) se robó el cuerpo o lo quitó de ahí. Y de este modo María Magdalena razona bien de modo ordinario. Pero, la resurrección de Jesucristo no es un hecho ordinario, más bien extraordinario. De ahí que se tenga un segundo razonamiento a analizar que es el siguiente:
Si Jesucristo resucitó, entonces existe la tumba vacía. Es así que Jesucristo resucitó. Por lo tanto, es lógico que María Magdalena y los apóstoles (Pedro y el discípulo amado por Jesús) encontraran la tumba vacía. Este segundo argumento es válido y verdadero en ambas premisas junto con la conclusión. Aquí de nueva cuenta hay que centrarse en la segunda premisa que es la nuclear en el argumento y que dice: Jesucristo resucitó. Para derivar en la conclusión de la tumba vacía.
¿Cómo justificar la verdad de la proposición: Jesucristo ha resucitado? Lo anterior da lugar para un libro de muchas páginas. En el presente escrito solamente se hará referencia a una carta de Pablo con la siguiente cita: primera carta a los Corintios 15: 1-20.
En aquellos versículos de la primera carta a los Corintios Pablo menciona el hecho de la resurrección de Cristo como parte del evangelio que ha recibido. Tal hecho está avalado por el testimonio de aquellas personas que tuvieron un encuentro personal con el mismo Jesucristo resucitado. Y así Pablo va enumerando los testimonios de la siguiente manera: versículo (v.) 5 aparición a Pedro y después a los doce. v.6 aparición a más quinientos hermanos a la vez y señalando que muchos de ellos viven todavía. v.7 aparición Santiago o Jacobo y a todos los demás apóstoles. v. 8 finalmente al mismo Pablo quien forma parte de los testigos que vieron a Jesús resucitado.
Cristo o Jesucristo ha resucitado. La verdad de esta proposición no es resultado del método experimental, no es resultado de la deducción de un argumento perfectamente sólido (apto solo para grades intelectos), ni mucho menos de una ecuación matemática muy elaborada (como las que maneja la teoría de la relatividad de A. Einstein). Aquella verdad es un hecho real que ha sido testimoniado por algunas personas a como Pablo va citando en esa primera carta a los Corintios (incluido Pablo mismo) ya referida.