El sueño de Krishna: el pesimismo y la ilusión
28/05/2021
Autor: R.C.P.H
Cargo: Estudiante de Filosofía

“Las noches pasan se hacen días y no sé dónde estás”, así comienza una parte del ost de una película muy peculiar que nunca he visto. La canción se llama Buscando tu luz y narra el abandono y el vacío consecuencia de una separación –regularmente referido a una separación amorosa-. Pero he visto en los últimos días un sinfín de despedidas y separaciones, un sinfín de abandonos y a muchos pobres diablos como yo abrazarse al cálido bruñido de la niebla que nos dice “sueña”.

Y es que en el sueño viene la desesperanza de lo que no es (aún), de aquella posibilidad que se desvanece en la ilusión de ser un simple sueño. Además de Calderón de la Barca ya nuestro queridísimo Schopenhauer, gran filósofo alemán –porque solo en alemán se puede escribir filosofía diría alguien siglos después- daría la voz a una visión, un pensamiento que ya todos lo hemos concebido pero que nadie se había fundamentado tan bien, o por lo menos con tanta dedicación como para hacerlo base de todo un sistema filosófico: es el pesimismo en donde encontramos una respuesta más a la vida.

Solemos rehuir del pesimismo, quizá por miedo a desenmascarar nuestra propia banalidad o por el miedo al destaparnos como la miseria que realmente somos. Nuestro querido Shopenhauer nos lo recuerda al mencionarnos que el mundo es representación –también dirá que es voluntad pero, considero que eso es tema aparte-.

Son ya tan triviales los ejemplo de “imagina que estás en la matrix” “piensa que vivimos en un sueño lúcido de algún extraño” o toda esa serie de alegorías y metáforas que intentan explicar cómo es que el mundo –la realidad- es una cortina, un velo que cubre nuestros ojos. Nada existe realmente como lo pensamos, vemos un mundo desde nuestra perspectiva, un mundo desde nuestros ojos ¿cómo salir de nuestros sentidos para cercanos a la verdad de las cosas? De ahí viene este problema mucho más grande, todo lo conoces no es verdad, nada es como lo crees, es una ilusión de ti mismo, es tu proyección, tu reflejo ¿te das cuenta de loa finito que eres? Decía Santa Teresita “Soy la NADA más mis pecados” y justo en esta vertiendo mística, ascética y taumaturga es donde para Schopenhauer se deposita el correcto vivir –la ética- en reconocerse Nada.

Solemos rehuir del pesimismo pues pensamos que sería un “darse por vencido” o aceptar un punto de vista dañino para nuestras futuras metas, ciertamente, pensar pesimistamente no solo te diría que tus ambiciones y metas son bobadas, es que son absurdas, sin un sustento ni pretensión más allá de la propia vanidad, más allá de tus ojos. ¿Qué sentido tiene el querer trascender (por ejemplo) en un grupo estudiantil, obteniendo un premio águila o bien peleando en la política cuando nada de esto es real? Al final, la ambición nos vuelve el rey que camina desnudo por las calles, el hombre que despierta para sentarse frente un ordenador por espacio de 6 o más horas. Si aún no lo has captado, ¿qué sentido tiene vivir en una mentira? Todo lo que hagamos serán patadas de ahogado, todo es insignificante.

Posterior conocemos las corrientes existencialistas francesas que nos explayan con muchos más detalles este pensamiento, pero, primero empieza con este descubrimiento ¿qué es el mundo?, una vil mentira. Ser pesimistas no es darse por vencido, es aceptar que ya estamos vencidos. A veces nuestro entendimiento es tan corto para encapsular a conveniencia en “bueno” y “malo” las ideas que queremos tener, nos han llenada hasta el cansancio con discursos en torno al cambio, a la transformación o al liderazgo, hay quién se jacta de salir en promocionales o sentirse tocados por el dedo gordo de Dios y de pronto vivir de su ego al codearse con “figuras de renombre” en el mundo de los negocios, la política o cualquier lugar donde intentemos llenar nuestro vacío. Ahí está el problema, queremos llenar un abismo infinito llamado corazón, queremos aparentar en un mundo que es apariencia, ser “auténticos” en un mundo que solo nos miente, donde nada es como parece ni siquiera con el cristal con que se mira. Comprender el pesimismo es algo sumamente excelso, entiendes como de pronto el mundo carece de sentido, seguido a esto, tienes mucha paz. Así, no vale la pena con molestarse en vulgaridades ni pretensiones absurdas, la vida, la realidad, el sentido se pueden resumir en un viejo poema “Se acercó Buda a decirme el significado de la vida y no dijo nada”.

Muchos oportunistas verán aquí el punto de partida para construirse una realidad, lo cual es loable pero triste, pues son soportan saberse Nada y quieren ser algo cueste lo que cueste, aun cuando ese algo sea un risorio intento por ser como Dios.

El mundo como representación es una idea bellísima que pocos se atreven a aceptar. Ser pesimista no significa volverse una malhumorado nostálgico, ser pesimista es comprender que nada será y que nada fue, todo son fenómenos, nuestra visión del mundo es limita, nuestro actuar es un absurdo, pero, por algún motivo, aquí estamos, en este absurdo, en este engaño

¿Tú ya descubriste tu nada?