Alguien por ahí dijo que la Iglesia Católica es maestra en humanidad. Tal frase debe su peso en razón de quien es la Cabeza del Cuerpo Místico, o sea, Jesucristo. Pues siguiendo el evangelio de Juan (1, 14) Jesucristo es el Verbo de Dios que se hizo carne y habitó entre nosotros.
Si el Verbo de Dios se hizo carne en Jesucristo y él es la Cabeza de la Iglesia, entonces resulta que el magisterio de la Iglesia tiene como piedra angular a una persona divina quien asumió a la naturaleza humana en su totalidad, menos en el pecado, y en razón de lo anterior la Iglesia debe ser maestra en humanidad.
En pocas palabras, en razón de la encarnación del Verbo de Dios la Iglesia católica es maestra en humanidad. Al discípulo de Jesucristo, o sea el cristiano, nada de lo humano le debe ser ajeno, salvo el pecado.
La naturaleza humana realizada en cada persona entendiéndola al modo aristotélico como principio de operación en el ente, es condición ontológica para que cada persona pueda desarrollarse en un abanico de virtualidades que muchos pensadores denominan dimensiones humanas, y así, por medio de esas dimensiones cada persona en singular pueda alcanzar un perfeccionamiento como ser humano.
La ciencia moderna que comienza su andar a partir del siglo XVII puede ser interpretada como una de esas dimensiones propias de la naturaleza humana que ha tenido un importante desarrollo en muchas disciplinas, es decir, las diversas ciencias, a la cual se le ha sumado el poder tecnológico que permite un control de los procesos naturales en la intervención sobre la materia existente, incluido al mismo cuerpo humano.
A la Iglesia no le puede ser ajena el avance científico y tecnológico por ser parte del mismo desarrollo humano. Si la Iglesia muestra interés por este avance no es porque su finalidad sea hacer ciencia y tecnología, pues la finalidad de la Iglesia es conducir a la Humanidad hacia Jesucristo haciendo de cada ser humano, (respetando siempre su libertad de conciencia) un cristiano que se haga testigo del amor del Padre hacia el Hijo en una comunidad que es el Cuerpo de Cristo.
El interés de la Iglesia Católica por el avance científico y tecnológico se debe a que dicho avance efectivamente sea una adecuada realización de lo humano en orden al auténtico bien de cada persona humana. El camino del ser humano hacia el Padre por medio de Jesucristo en el Espíritu Santo puede ser acompañado en esta vida temporal por la ciencia y la tecnología como perfeccionamiento de lo humano.
Es verdad que cada cristiano puede realizar su camino hacia el Padre sin necesidad de la ciencia y tecnología, pero dado el impacto de esto último en la vida actual, a la Iglesia no le puede ser ajeno aquellas realidades humanas.
Desde la mirada de la Iglesia, tanto la ciencia como la tecnología poseen un dinamismo propio, una autonomía en la cual la Iglesia nada tiene que decir, sin embargo, la Iglesia experta en lo humano, tiene presente que la ciencia y la tecnología es para el ser humano y no el ser humano para la ciencia y la tecnología. Esto hace que la autonomía de esas dimensiones humanas no sea absoluta sino relativa a la dignidad intrínseca que es fuente de derechos en cada persona que existe.
Para la Iglesia, la realización de las dimensiones humanas exige una integridad en donde no existan situaciones contarias a lo que es y debe ser el ser humano, pues si se dan esas situaciones contrarias, entonces el camino hacia la Vida Eterna puede verse en peligro o por lo menos obstaculizado.
Así pues, los diversos documentos eclesiales en donde se hace alusión a la autonomía relativa de la ciencia y tecnología, dicha relatividad es en razón de la dignidad y de la salvación de cada persona quien es invitada a compartir y vivir la fe cristiana.
Finalmente, es de llamar la atención la siguiente pregunta: ¿quién manifiesta mayor apertura intelectual, un no creyente que no le interesa lo que la Iglesia tenga que decir sobre ciencia y tecnología, o bien la misma Iglesia la cual, aunque su finalidad no está directamente vinculada con ciencia y tecnología, se interesa por éstas realidades humanas en razón del bien integral tanto temporal como eterno de cada ser humano?