Nuestras emociones están presentes en nuestro día a día, incluso hasta en nuestros sueños y si aun durmiendo logran impactarnos, imagina cuando estás despierta. Todo lo que nos rodea es interpretado no sólo desde nuestra razón, el primer filtro es nuestra emoción.
Sin embargo, rara vez nos detenemos a cuestionar porqué estamos sintiendo tal emoción en particular. Lejos de ello, lo que en realidad hacemos es buscar formas de confirmar, validar y repetir esa emoción, para justificar nuestra reacción. O sea que buscamos sentir más de lo mismo.
Pero antes debes saber que una emoción dura de entre 10 a 15 segundos, si “sentimos” que dura más es porque hemos aprendido a sostener el significado y estado que genera esa emoción a través de la mente y de la memoria muscular, y emocional.
Es posible que alguien considere nuestro sentir como correcto o incorrecto, puede ser que ese juez seas tú misma, y ese no es el juego. Para poder entenderlo, debemos ver nuestras emociones como apropiadas o no, para el momento, o nuestros objetivos. Desde esta visión, la distinción podría ser más más fácil, dejando camino a la elección, intentaré explicarme.
Por ejemplo, si alguien no me ha contestado las llamadas o los mensajes a lo largo del día es natural que sintamos preocupación, de modo tal, que si ya lo estoy sintiendo, lo que debo aprender a controlar es la intensidad, no es lo mío preocuparme y esperar a que me marque y me explique quizá si extravió el celular, si lo dejó en otra bolsa, o simplemente estaba ocupado o decidió tomarse el día libre e interactuar sólo consigo mismo, etc., a sentir pánico y crearme historias alarmantes y sufrir por ello.
Lo que sentimos también nos da un indicativo de nuestra asertividad en la elección. Recuerda la última vez que te sentiste ignorado por tu pareja, cuando por alguna razón, no pudo escucharte a ti o atender tu demanda inmediata y eliges reaccionar con un silencio como si además de “castigarlo” lograras que él observase a través de tu mente y pudiera seguir el guion que tú estás esperando. Pero el silencio no tiene esa función y entonces solo reafirmaste y le diste más fuerza a tu enojo, tristeza o decepción. Aprender a comunicarnos es muy importante para lograr ser asertivos.
De esa misma forma, podemos calibrar, si es apropiado o no, sentir celos o envidia de alguien a quien le esté yendo bien en el trabajo o en sus relaciones. Porque la cizaña, envidia, coraje o lo que tú sientas no hará que la otra persona se prive de lo que le está tocando vivir, y sentirlo tampoco hará que tú puedas tener ese mismo ascenso.
Obviamente, lo estás sintiendo y tienes que aceptarlo, no te vas a pelear con tu emoción, pero solamente dale sus 15 segundos de vida y la intensidad justa. De esta forma lo que te toca no es dejar de sentir, sin aprender a darle la medida justa en tiempo e intensidad. Al saberla no útil para ti podrás dejar que se marche con mayor facilidad. Y tendrás espacio para elegir qué si te conviene sentir.