Personas gemelas, un enigma para las personas sin una contraparte igual. Yo puedo decir que éste no es un misterio desconocido para mí. Desde que tengo memoria siempre ha existido una persona que esté a mi lado. Tengo una gemela o, para ser más exacta, una melliza. Ciertamente no siento que haya mucha diferencia con un gemelo, ya que lo único diferente es que no tenemos la misma cara, o bueno, se supone, ya que siempre nos terminan preguntado quién es quién.
Si bien no tenemos la misma cara, la mayoría de las personas que nos han conocido dicen que no nos pueden distinguir fácilmente. Incluso nuestra propia familia lidia con este pequeño detalle. Por ejemplo, un tío la mayoría de veces se refiere a una de nosotras con el nombre de la otra. Sé que nos distingue, pero aún así llega a confundirse. Esto pasa con nuestra propia mamá. A veces –al hablar por teléfono–, todo transcurre con normalidad hasta que nos confunde porque, según ella, nuestras voces se parecen mucho por teléfono.
A veces, me gusta pensar que tenemos un superpoder de gemelas o algo así: cuando estamos escuchando música hay veces en que toca poner una nueva y, simplemente, pienso en una sin decirla. Mi melliza, entonces, se adelanta y pone justamente esa. Hay ocasiones en las que estamos hablando y no puedo darme a entender, pero ella –de alguna manera– puede entenderme.
Hay algo que a mi hermana y a mí nos gusta decir: podemos pelearnos pero a los cinco minutos estamos como si nada hubiera pasado. Si bien no nos peleamos mucho, cuando lo hacemos nos enojamos entre nosotras por un rato y, después, empezamos a hablar normal de nuevo. También hay ocasiones en las que, por alguna razón, una de las dos se siente triste o, como decimos, “nos da un bajón”. Entonces la otra empieza a sentirse igual; con esto no me refiero a que sentimos lo mismo. Creo que, como la mayoría del tiempo estamos juntas, compartimos nuestros estados de ánimo.
Somos como el Ying y el Yang: cada parte es distinta, pero sigue teniendo un poco de la otra. Es el lazo que tenemos como hermanas, un lazo que necesita del otro. Nos complementamos, aunque no somos iguales.