Las armas pesadas occidentales en Ucrania
20/07/2022
Autor: Dr. Herminio S. de la Barquera y A.
Cargo: Decano de Ciencias Sociales

Estamos entrando ya al quinto mes de la irracional guerra de invasión a Ucrania. Después de la catástrofe inicial, cuando Rusia no pudo tomar la capital ucraniana y cometió errores garrafales en la planeación y conducción de la guerra, asistimos ahora a la reagrupación de los ejércitos invasores en el sur y este del país, en donde, al parecer, pudieron demostrar que algo aprendieron de las torpezas iniciales.

En primer lugar, parece que entendieron que no se puede abrir una guerra en un frente de batalla tan extenso, sino que había que concentrar los recursos y avanzar en lugares muy puntuales; también trataron de mejorar las comunicaciones entre sus diferentes fuerzas, aunque esto no lo han logrado del todo: su fuerza aérea no está aún en condiciones de garantizar la superioridad aérea rusa en el espacio aéreo ucraniano, por lo que las tropas de tierra tienen aún muchas dificultades para avanzar y consolidar sus conquistas. También parece que están manejando sus grupos de tanques de manera más moderna, si bien los problemas de construcción de sus unidades blindadas no se pueden remediar de un día para otro. El manejo de su artillería también parece ser mejor, si bien, como ya es tradición en las fuerzas armadas rusas, siguen dirigiendo gran parte de sus operaciones en contra de la población civil, por lo que los crímenes de guerra ocurren casi todos los días. Pero, como ya sabemos, eso poco importa a Putin y a sus esbirros.

También han mejorado los rusos en su logística, que era uno de sus puntos flacos al principio. Claro, hay que señalar que el teatro de operaciones no está muy lejos de las fronteras, por lo que tampoco debemos pensar que sea una gran hazaña. Además, podemos afirmar que, si bien es cierto que los rusos han mejorado en su desempeño militar, también hay que señalar que gran parte de su éxito en la campaña del sur de Ucrania se debe a su impresionante superioridad material y en el número de soldados. Aunque mucho de este material de guerra procede de los depósitos de armas de la antigua Unión Soviética, es decir, de los años 60, 70 y 80, también han empleado armas más modernas. Esto explica el porqué muchas veces sus misiles destruyen objetivos civiles: se trata de antiguos sistemas de armas que carecen de la precisión de las más modernas. Aunque sean antiguas, matan, aunque sea a civiles. Puede haber dos explicaciones a esto: en primer lugar, creo que los rusos no tienen armas modernas en gran número, sino en cantidades más bien reducidas; en segundo lugar, seguramente las están guardando para el caso de que tengan que emplearse contra adversarios más poderosos que Ucrania, como podría ser una confrontación contra la OTAN. 

En donde los rusos aún tienen mucho que aprender es que en una guerra así, invadiendo sin razón a otro país, con el que además hay tantísimas coincidencias históricas y culturales, es muy difícil mantener alta la moral de la tropa. Sabemos que hay constantemente choques entre los soldados y sus oficiales, que muchos se niegan a combatir, que cada vez es más difícil reclutar soldados y que los están trayendo de las regiones más pobres del país. Todo esto toma tiempo: hay que reclutar soldados, capacitarlos y transportarlos al campo de batalla, y esto no debe tomar tanto tiempo como para que los ucranianos se puedan apostar bien en sus nuevas posiciones defensivas. Se sabe, por lo demás, que muchos rusos están tratando de evitar hacer el servicio militar, así que las cosas tampoco están tan claras para Rusia en lo que atañe al envío de suficientes soldados al frente. Las enormes pérdidas humanas rusas ya no son un secreto en Rusia.

Del lado ucraniano, si bien el país cuenta al parecer con suficientes soldados y reclutas, su gran problema sigue siendo la falta de armamento pesado y moderno. Particularmente es necesario que el ejército ucraniano cuente con más bocas de fuego con el que hacer frente a la enorme superioridad numérica rusa. En las semanas más recientes, sin embargo, se ha empezado a ver cómo el envío de armamento occidental pesado y moderno, de altísima precisión e impresionante poder de fuego, ha empezado a marcar un cambio lento en la relación de fuerza entre invasores y defensores. Entre estos sistemas modernos está el obús alemán “Panzerhaubitze 2000” (“Obús blindado 2000”), que es una poderosa pieza de artillería autopropulsada, capaz de disparar la llamada “Smart munition” o “munición inteligente”: se trata de proyectiles que son disparados a unos 30 km del objetivo, volando hacia él a relativa baja velocidad, pero que van escaneando el terreno y localizando al objetivo. Una vez que están cerca de él (por ejemplo, un vehículo blindado), el proyectil hace estallar pequeñas municiones que liberan cargas explosivas sobre el objetivo y lo destruyen, con una precisión que pocos sistemas de armas rusos poseen.

Otro sistema de artillería que está causando graves daños al ejército invasor es el M777, que es también un obús. Digamos que un obús es una pieza de artillería situada entre el cañón (que es de tubo más largo) y el mortero (que es más corto). El M777 es producido en Estados Unidos, bajo un diseño de un grupo industrial británico. También puede disparar diferentes tipos de munición inteligente, hasta un alcance de 40 km. Incluso si un objetivo se esconde en un bosque puede ser detectado y destruido por este tipo de proyectiles. Esta capacidad no la tiene ningún sistema de artillería de la época soviética, por lo que el M777 puede ser un factor muy importante en la nueva etapa de la guerra en Ucrania. Los ucranianos han sido bien adiestrados en el manejo de este obús y han logrado destruir tanto vehículos blindados como depósitos de municiones rusos.

En efecto: entre el lunes 11 y el jueves 14, alrededor de 10 depósitos de municiones rusos han sido destruidos por los ucranianos, lo cual es una verdadera sorpresa para los invasores, puesto que estos depósitos estaban fuera del alcance de la vieja artillería ucraniana, también de producción soviética. Un ejemplo clarísimo de esta nueva capacidad destructiva ucraniana es el depósito de armas de Nova Kakhovka, que voló por los aires hace unos días, alcanzado por misiles disparados por los ucranianos por medio del sistema estadounidense HIMARS (“High Mobility Artillery Rocket System”), que es un sistema múltiple ligero de lanzamisiles, montado en un camión. Cada lanzamisiles carga seis cohetes, capaces de dar en el blanco con una enorme precisión, entre 2 y 300 km de distancia, si bien parece que los ucranianos sólo recibieron los misiles con un alcance de alrededor de 84 km, para que no caigan en la tentación de atacar territorio ruso. La destrucción de estos depósitos de municiones pone al ejército ruso en serias dificultades, pues además de la pérdida física de municiones, hay que traerlas ahora de más lejos y almacenarlas en pequeños almacenes repartidos en más localidades, para evitar que sean destruidos en gran número y de un solo golpe. 

Estos sistemas occidentales de gran precisión y poder de fuego están fortaleciendo al ejército ucraniano, que además está demostrando, junto a la voluntad de lucha, tener soldados muy bien preparados, pues no se trata tan sólo de contar con el armamento necesario, sino que hay que saber emplearlo. La ventaja de estos modernos sistemas de armas occidentales es que su empleo correcto evita provocar daños colaterales entre la población civil. Por el contrario, el empleo de lanzamisiles de la era soviética, como por ejemplo el “Trochka U”, que según los rusos no se estaban utilizando en Ucrania, no permite bombardear con precisión blancos militares, por lo que con frecuencia alcanzan blancos civiles. Hace unos días se difundieron videos y fotografías de estos antiguos sistemas en una ciudad ucraniana, así que los rusos mintieron acerca de que no los estaban utilizando en la invasión. El alcance de estos viejos misiles es de unos 100 km, así que ahora, con las armas enviadas por los alemanes, polacos, británicos, canadienses y estadounidenses, los ucranianos tienen a su disposición un arsenal de mayor poder de fuego, de mayor precisión y que requiere de menos personal para servirlos.

Sin embargo, debemos guardarnos de creer que los ucranianos ya estén en condiciones de lanzar una gran contraofensiva, pues para ello requerirían aún de más armas pesadas, sobre todo de artillería, más tanques, más transportes blindados de tropas y más aviones y helicópteros de combate. La superioridad numérica rusa sigue siendo el gran reto a vencer, pues para que Ucrania pueda lanzar una ofensiva exitosa contra un ejército que ahora se apostará a la defensiva en los territorios que ha conquistado, requiere de una superioridad en soldados de tres a uno. Un problema adicional es que el ejército ucraniano tiene mucha tropa de infantería, pero le hace falta contar con medios para transportar a sus soldados. Otras regiones del país son regiones para la lucha de la infantería (bosques, pantanos, ríos, etc.), pero el sur es zona de guerra de tanques, en donde los rusos tienen más material, aunque sea viejo. Esperemos que las armas occidentales sigan fluyendo hacia el frente y que Ucrania mantenga alta su moral de combate. La razón les asiste a los ucranianos, pues son los agredidos. Ojalá el Occidente no se canse de esta guerra, ojalá no la mande al fondo de los periódicos, pues si Ucrania es abandonada, caerá en manos de Rusia. Y entonces Putin se pondrá a escoger a su próxima víctima, aunque seguramente ya la tiene localizada. No se detendrá en Ucrania, esa es la única certeza que tenemos.