Hace más de 30 años, el movimiento democratizador en el mundo iba en ascenso promovido principalmente por dos tendencias. La primera fue la caída de los gobiernos totalitarios barridos por la ola de “revoluciones democráticas” que a través de gobiernos elegidos democráticamente los sustituyeron. Decenas de países comenzaron la democratización de sus gobiernos. La segunda por el movimiento que se dio en los países con economías mixtas y con planeación centralizada por sistemas económicos de libre mercado principalmente orientados hacia una apertura comercial.
Algunas de las características en los sistemas políticos democráticos son la libertad civil y política mientras que en algunos otros países donde no hay procesos democráticos no hay libertades civiles y políticas. Pero ese animado crecimiento de la democracia ha disminuido drásticamente en los últimos años. Por ejemplo, el año pasado sólo 15 países tuvieron un gran avance en sus procesos democráticos mientras que 33 países se movieron hacia el totalitarismo de acuerdo al diario The New York Times.
Existen varias razones que explican por qué las sociedades han decidido rescatar los gobiernos totalitarios del basurero y considerarlos como opción política para sus países. Una de las más significativas es la falta de compromiso y cumplimiento con la sociedad. Los ciudadanos hartos de las mentiras y con el apoyo de la revolución digital han decidido optar por otras formas de gobierno. Pero, también debemos tomar en cuenta que el mundo está cambiando. Las nuevas generaciones cuentan con un sistema de valores distinto a las generaciones de nuestros padres e incluso que el nuestro, les preocupa más el cambio climático y la inclusión como medio existencialista más que tener un sistema político democrático.
No podemos negar que actualmente se vive en el mundo un descenso en los sistemas políticos democráticos, una caída de la democracia. La democracia parece estar amenazada en todas partes. Este retroceso político se da tanto en Europa, Asia, Medio Oriente y Latinoamérica. En Europa, los casos más representativos son el de Hungría y Polonia. Recientemente el parlamento europeo manifestó que a Hungría ya no se le puede considerar como una democracia plena sino como una autocracia electoral; lo mismo que Polonia es un desafío para el estado de derecho.
De acuerdo con el índice de democracia del año pasado, México pasó de ser una democracia imperfecta a un régimen político híbrido representado principalmente por un riesgo alto para las inversiones, pero también para las libertades de los mexicanos. Peor aún, observamos un nuevo desorden mundial, que se antoja complejo y fragmentado, donde hay cabida para alianzas oportunistas, pactos plurilaterales y fronteras superpuestas. Bienvenidos a una nueva realidad.