Lo teórico ante lo práctico-Parte I. ¿Hay verdad en la Ciencia?
Sin duda este nuevo siglo está destinado a la grandeza. Avances científicos y tecnológicos cada día son generados por la asombrosa genialidad del hombre. Así quedó demostrado en estos días cuando, tras arduo trabajo, 200 científicos consiguieron las imágenes que han dado vuelta al mundo.
¿Ahora bien, la filosofía y la ciencia están peleadas?Quizá muchos tengan un prejuicio muy común: la ciencia estudia fenómenos físicos, tangibles “reales” mientras que la filosofía bueno, ¿qué estudia la Filosofía? En ambas hay un común denominador. Tantos científicos como filósofos tienen la apasionada tarea de investigar y tratar de acercarnos lo más cercanamente posible a la Verdad. ¿Qué es la verdad? No existe el suficiente papel o noche más larga para poder aclarar esta idea así que, por lo mientras, diremos que la Verdad es el despertar cada día al descubrimiento de lo que nos rodea.
En la película de “La sociedad de los poetas muertos” hay un diálogo que deja en claro mi idea cuando indica que la poesía no es simplemente un sentimentalismo, es una necesidad a la misma altura y a nivel de las grandes carreras universitarias. Así mismo, la filosofía o el estudio de la persona y la realidad en su más profundo ser demuestra el primer paso al conocimiento de lo que nos rodea.
Por tanto, la Filosofía tiene mucho que ver con la ciencia. Pongamos un poco en contexto, esta disciplina se ha encargado, dentro de muchas cosas, a estudiar el cómo conocemos. Es verdad, la Psciología tiene un tanto de eso, pero la Filosofía lo afrontó de una manera distinta. Palabras extrañas para algunos como valor de lo real, correspondencia a la verdad, modelo de conocimiento son algunos ejemplo de aportes o, mejor dicho, directrices que la filosofía ofrece para el estudio correcto de la ciencia. La ciencia necesita ser estudiada por una disciplina fuera de sí. La ciencia no puede estudiar a la propia ciencia, necesita de una auxiliar para verificar su conocimiento. En este sentido la filosofía ha ofrecido las herramientas necesarias para dicho problema.
Todo esto se mantuvo muy presente en el siglo pasado. Fueron años de acaloradas discusiones sobre la ciencia podría llegar a conocer la verdad de los fenómenos, si algún día podría llegar a conocer los hechos. Por ejemplo, si antes se tenía por certero que el sistema Ptolemaico era el “bueno”, después pasamos al Copernicano, luego con la física de Newton, hace poco con la de Einstein y ahora la visión del Cosmos es totalmente diferente. ¿Cómo es que los científicos lidian con esto? ¿Todo el conocimiento pasado queda obsoleto? ¿Algún día llegaremos a un conocimiento en concreto o estaremos condenados a una búsqueda sin fin?
Muy posiblemente, querido lector, esto no sea de tu mayor importancia. Para centrarlo más a tu vida, ¿qué pasaría si mañana te dicen que todo lo que estudiaste por 4 años ha sido superado? Que todo lo que te dijeron en un salón de clase estaba equivocado y que las materias más difíciles son ahora de kínder por ser muy básicas. Debemos entender que, por lo menos para la comunidad científica esto representaba un problema muy grande. Pareciera que todo lo que estudiamos será olvidado algún día, pasará a una simple clase de historia y nadie le pondrá la suficiente importancia. Por un momento detente y piensa si tu visión de la vida, del mundo y del universo cambiara totalmente. ¿Valdría la pena estudiar, gastar millones de dólares en financiar programas científicos y crear teorías y montonales de explicaciones para que dentro de 50 años eso sea totalmente inútil? Podemos caer en una especie de conformismo y apatía. Si nunca voy a conocer la Verdad ¿para qué esforzarme en buscar? ¿No sería mejor voltear los telescopios a la tierra, donde aparentemente si hay vida inteligente, vida que pasa hambruna y enfermedades, que sufre pobreza o que muere por la caza furtiva?
¿Qué dice la Filosofía respecto a esto?
Hasta el próximo miércoles.
Por: Paco rubín
Clementino vivía solo. Estaba solo. Hasta su soledad lo había abandonado y desde hacía mucho tiempo no escuchaba la voz de nadie. El día que sucediera, el sonido le afectaría, puesto que sus tímpanos se habrían hecho vulnerables al ruido.
En donde habitaba, no existía el eco, así que por más que gritara, Clementino no escuchaba ni siquiera su propio grito. Clementino iba enloqueciendo de a poco.
Cierto día y falso día, un loro llegó a su árbol. Clementino lo miró y el loro habló.
Clementino no conocía a los loros, y al escucharlo quedó loco. También sordo.
Publicación a cargo de la Lic. Yolanda Jaimes Vidal, Coordinadora de Comunicación InternaGrecia Juárez Ojeda, DirectoraCristhian Adal García Hernández, Subdirector, Jefe de InformaciónJesús Del Pozo Sotomayor, Jefe de FotografíaEric Contreras Santos, Jefe de Fotografía DeportivaArlette Sánchez Santos, Editora
ReporterosDafne Ixchel Agüero Medina, Jefa de Sección/CulturaGibsy Sagrario Gonzalez Garcia, Reportera de Proyectos de Impacto Social
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