La lectura nos dirige hacia el saber, hacia el conocimiento, hacia la creatividad y hacia la exploración de mundos desconocidos. Por ello nos ayuda a cuestionar, analizar, comprender y construir un mundo mejor.
Leer debe ser un placer y no una imposición, lo adecuado sería ejercitar nuestro cerebro. Según un estudio realizado por científicos cognitivos y neurobiólogos de Stanford, la lectura por placer y la lectura crítica contribuyen a que la función cognitiva se desarrolle de forma más eficiente.
Asimismo, una persona que lee desarrolla o fortalece diferentes habilidades comunicativas, por ejemplo: conoce nuevas palabras para enriquecer su vocabulario y pueda emplearlo en su vida cotidiana, incluso su redacción reflejará coherencia, cohesión, buena ortografía y sintaxis, así como al momento de hablar tendrá confianza para expresarse de manera clara, precisa y concisa.
En 2009, un estudio de la Universidad de Sussex determinó que leer mínimo seis minutos podría disminuir los niveles de estrés en un 68%, puesto que se reduce el ritmo cardíaco y la tensión muscular.
También, la lectura estimula a nuestro cerebro a pensar, a relacionar conceptos e ideas, a concentrarse, a imaginar y a ejercitar la memoria, pero es importante saber que para procesar y almacenar información se deben decodificar las palabras y recordar lo que significan.
Además, el hábito de leer antes de dormir permite relajar el cuerpo y conciliar el sueño, ya que las personas dejan a un lado el estrés y los pensamientos negativos para que el organismo descanse correctamente.
Para finalizar, otros beneficios de la lectura son generar temas de conversación, aprovechar el tiempo libre, favorecer el aprendizaje de algún idioma y mediante un estudio del Fondo Nacional de las Artes se estableció que las personas que leen son más cultas.