Han sido días de mucha indignación a nivel nacional, pero sobre todo de rabia, de coraje y de impotencia, las cifras de feminicidios no van a la baja, sino por el contrario, siguen en aumento.
Estamos cansados de que maten, a nuestras hermanas, madres, hijas y compañeras, estamos cansadas de tener miedo, de salir y tener que estar alertas todo el tiempo.
Mientras escribía estas líneas estaba en las noticias el caso que ha conmocionado a una parte del país, Ingrid una mujer de 25 años de edad asesinada a manos de su pareja sentimental, quien sin el más mínimo remordimiento, narró lo cruel de su crimen.
De pronto sentí un hueco en el estómago al escuchar que habían encontrado el cuerpo de Fátima, una niña de 7 años asesinada y dejada en la calle como basura. La rabia es aún mayor porque en un país donde la violencia no para, los niños y niñas ya no son libres, a ellos también los están matando.
Me puse a pensar cómo hemos llegado a este punto de normalizar la violencia, mucho tienen que ver los medios de comunicación, las productoras de series, en las cuales no solo se muestra un alarde de la violencia, al mismo tiempo se idealiza a estos personajes.
Hay programas que tienen horarios familiares, en los cuales se muestra contenido explícito de agresiones a mujeres, golpes, insultos, secuestros, en muchos de ellos, y el final es justo porque atrapan a los culpables.
En la realidad es algo muy diferente, en un país donde las autoridades minimizan el problema, donde los agentes de ministerios públicos no tienen conocimiento de los protocolos a víctimas de agresiones, donde la palabra de la víctima siempre está en duda, donde pasas más de 7 horas para levantar un acta del delito.
Ojalá esas series mostraran la realidad de las cosas, pero no es así, al contrario esto ha llevado a algunos medios de comunicación a publicar las imágenes de los crímenes sin el más mínimo respeto. No solo eso, la gente comparte estas imágenes, basta de querer defender la libertad de expresión a expensas de la privacidad de las víctimas. Basta de compartir contenidos explícitos con imágenes de cuerpos destrozados por el odio, no seamos parte del problema, al contrario seamos parte de la solución.
Seamos responsables del contenido que compartimos, desde nuestras redes podemos hacer ruido, exigir justicia, darle voz a todas aquellas mujeres a quienes han callado. Pero con respeto a ellas, a lo que fueron en vida, a sus familias.
No caigamos en el juego de ver la violencia con normalidad, no es normal y jamás lo será.
¡POR MARA, POR INGRID POR FATIMA POR TODAS LAS QUE NOS FALTAN SIGAMOS GRITANDO Y EXIGIENDO JUSTICIA!