Lengua de Plata
Alejandro Pérez Cervantes, Editorial Resistencia, 1era edición 2020.
A menudo la novela histórica –aquella con vocación de bestseller– adolece de varios defectos: personajes ramplones, muy cercanos a los estereotipos que se enseñan en la escuela, y, sobre todo, un didactismo que elimina cualquier intención creativa. El autor toma al lector como un estudiante pasivo y le endilga lecciones. Lengua de Plata, novela publicada por Alejandro Pérez Cervantes (1973) con el sello editorial Resistencia, muestra cómo la narrativa histórica puede ser terreno ideal para la experimentación, el homenaje, la indagación y la memoria.
Todos estos aspectos logran que una obra adquiera distintos matices y profundidades. La historia puede ser, además, un espejo en el que se mira el autor, un laberinto en el que explora las motivaciones profundas de su escritura.
Lengua de plata aborda la vida del poeta coahuilense Otilio González. El personaje, nacido en 1894, fue uno de los actores que participaron en la Revolución Mexicana. Después del asesinato de Francisco I Madero, en medio de la disputa más cruenta por el poder, se une a la campaña presidencial del general Francisco R. Serrano. El candidato era un férreo opositor a la reelección de Álvaro Obregón y enemigo de Plutarco Elías Calles. Hay que recordar que ambos políticos, de temperamentos opuestos, dominaban la escena a través de las lealtades conseguidas en el campo de batalla, pero también por eliminar a sus enemigos en calculados ajustes de cuentas. El 3 de octubre de 1927, el general Serrano se dirigió con sus allegados más cercanos al rancho la Chicharra, ubicado en Cuernavaca. La intención era festejar su cumpleaños. Poco después fue capturado y asesinado en Huitzilac con el pretexto de que planeaba una sublevación militar. Entre los caídos estaba el poeta Otilio González que tenía, apenas, 33 años. A partir de entonces su historia quedó medio oculta entre los hechos que formaron el México del siglo XX. Como muchos otros personajes incómodos, el escritor fue víctima de la historia oficial que se encargó de ocultar y censurar su génesis sangrienta, muy alejada de los ideales que, a partir de entonces, llenaron los discursos del Partido Nacional Revolucionario convertido, tiempo después, en el PRI.
Lengua de Plata recorre la historia del poeta Otilio González y la convulsa segunda parte de la Revolución Mexicana a través de diversas herramientas que forman, a su vez, varias propuestas narrativas. En primer lugar, tenemos la investigación documental. Alejandro Pérez Cervantes expurgó los archivos, cotejó fuentes y buscó rastros de su personaje en los documentos de la época.
Felizmente evitó la tentación de recubrir esa información con una historia manida, como se acostumbra con las llamadas “biografías noveladas” y la usa como una especie de hilo conductor en el que se entretejen distintos modelos discursivos. En la primera parte del libro: “El afuera”, se reconstruye el contexto que rodeó y le dio significado a Otilio González. Por supuesto, tenemos hechos cotejados y datos precisos, pero esa información es vista a través de la lente del lenguaje. De esta forma, la historia no es sólo una reunión de referencias sino cuadros que aspiran a tener vida en la mente del lector. También tenemos diferentes estructuras que se suman al discurso principal: en el capítulo 6, “La Santa Causa”, que revisa la Guerra Cristera, el autor abandona la narrativa tradicional para entregarnos una especie de lista secuencial de los fusilados y ahorcados católicos. Este recurso es explotado aún más en el último capítulo de esa sección: “Sin fecha”. En este apartado encontramos una especie de letanía que construye una especie de poema narrativo. Desde una voz confesional, muy alejada del tono sosegado utilizado anteriormente, nos enfrentamos a un territorio apocalíptico en el que reina la muerte. En medio de una niebla onírica, leemos los desastres de la guerra.
La segunda parte del libro, “El adentro”, propone un juego interesante: la poesía de Otilio González usada como objeto de un prolijo análisis literario y, también, como un baúl que conserva las pistas de su vida. A partir de una lectura paralela –el texto poético yuxtapuesto con su interpretación– tenemos una visión amplificada de la biografía y la obra del poeta. De esta manera, como una especie de edición crítica de varios poemas, nos enfrentamos a un texto entretejido que funciona en diferentes niveles de entendimiento: la lírica de Otilio González es aprovechada para destacar sus virtudes literarias y para analizar su contexto vital. Por último, Alejandro Pérez Cervantes decide volver al lenguaje casi cinematográfico para contarnos los últimos momentos del personaje. A través del ritmo y de la anáfora –quizás un homenaje intertextual a los lúgubres corridos de la época– seguimos, paso a paso, los segundos antes de la muerte y los últimos pensamientos antes de la llegada feroz de las balas.
Lengua de Plata es una especie de caja de herramientas, una demostración de que la novela puede abrevar de diferentes expresiones para contar la biografía de un actor de la Revolución Mexicana. Acompañado de los dibujos del artista gráfico Gonzalo Rocha, el volumen es, además de un brillante homenaje a la vida del poeta Otilio González, una reflexión sobre los temas fundamentales de la literatura: ¿cómo reconstruir una vida a través del lenguaje? ¿Cómo usar el arte para equilibrar los hechos documentados y la subjetividad propia de la escritura?
Por: Nelson Gómes
RIGUROSA CON LA SALUD
Por: Paco Rubín
(Paco Rubín)
Funambulista.
Pero el corazón le pesó tanto por querer tanto a una mujer que le cambió la vida tanto.
Y mientras tanto, perdió el equilibrio.
Y no importó.
Porque la caída fue a sus brazos.
Vive
bajo cien tejas oscuras de cien años, bajo un árbol paraíso, donde se mecen, tal como en el tiempo los vientos, el sereno; a flor de tierra, flor de madrugada, mi abuela Magdalena.
Amanece en su casa a las primeras palpitaciones de la luz. Sonoras se vuelven de tan diáfanas, las almas de las cosas que en ese instante trovan la mañana llovida, su joroba de estática existencia.
Y la casa de mi abuela Magdalena, entonces, el fogón, ara piadosa de no ostentosa leña, cortejada por hacha alguna, mas de varas, breñas, barañas maduradas en la rama.
El maíz vuelto fruta, blanco atole de bolita, la toquere, las gordas, la tortilla, tiempo que se extiende, buen hijo, entre las manos, canción de siglos y eco de sí mismo; la tortilla se extiende de cocina en cocina, ovación intermitente que no apaga en el fuego su blancura, multiplicación de no prohibida fruta.
En su casa, en su tronco montada, la tinaja, foco de agua atrayendo las abejas sonámbulas, sedientas del néctar rezumado del barro enverdecido de musgo; las abejas prófugas del enjambre, de la campana incandescente de Mama María.
Su casa en la infancia aletargada.
Humilde arroyo, humildes piedras hubo, lo recuerdo. Olía a charamascas nuevas, alimento de otras charamascas instantáneas también; a adelfas pálidas. Olía a tiempos de aguas.
Peregrinas frutas de coyoles y de nanches, de mangos y de ilamas retoñan, huelen, cantan, como balsas, en su dulce cabeza, camelina enorme, sin espinas, blanca.
En sus manos prosigue su camino un arriero, los pies no derrotados, que recorre estas líneas palmo a palmo, veredeando también las de mi mano; no detiene su marcha, no descansa, no se vuelve. Por mis caminos anda. Silbando.
La Sierra, abrupta flor, se anega en luz en su mirada. ¡La mirada —remanso iridiscente, simulado reposo de las aguas nunca quietas— de mi abuela Magdalena!
Publicación a cargo de la Lic. Yolanda Jaimes Vidal, Coordinadora de Comunicación InternaGrecia Juárez Ojeda, DirectoraCristhian Adal García Hernández, Subdirector, Jefe de InformaciónJesús Del Pozo Sotomayor, Jefe de FotografíaEric Contreras Santos, Jefe de Fotografía DeportivaArlette Sánchez Santos, Editora
ReporterosDafne Ixchel Agüero Medina, Jefa de Sección/CulturaGibsy Sagrario Gonzalez Garcia, Reportera de Proyectos de Impacto Social
OpiniónGrecia Juárez Ojeda, ColaboradoraCarolina Méndez, ColaboradorItzel Reyes Camargo, ColaboradoraRoberto Carlos Pérez Hernández, ColaboradorCristhian Adal García Hernández, ColaboradorJesús Del Pozo Sotomayor, ColaboradorRocio García González, ColaboradoraDiego Efrén Torres Fernández, Colaborador
Diseño y Edición GráficaMa. Fernanda Bretón Vega, CoordinadoraMayra Renne Beltrán Garay, Jefa de DiseñoAmanda Jimenez Cardenas, Jefa de DiseñoMaria Teresa de Jesus Guendulain, Jefa de DiseñoAzalea Hernandez Morales, DiseñadorAzalea Hernandez Morales, Maria Jose Guitierrez Arcega, Miguel Lopez Rosete, Aldo Arturo Gonzalez Ávalos, Rose Mary Susana Figaredo Ilustradores
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